La tasa de inflación en Estados Unidos se resiste a bajar, por tercer mes consecutivo, y se mantuvo estable en septiembre, en el 3.7 por ciento, informó este jueves la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, en inglés) de Estados Unidos.
Este estancamiento se produce después de que en agosto y septiembre los precios subieran dos y cinco décimas, respectivamente, tras una racha previa de bajadas de un año.
En términos mensuales, los precios de consumo subieron cuatro décimas con respecto a agosto, mientras que la inflación subyacente, dato clave que analiza la Reserva Federal para sus decisiones sobre tipos de interés, bajó interanualmente dos décimas, hasta el 4.1 por ciento.
A nivel mensual, la subyacente continuó subiendo, tres décimas, en esta ocasión. El índice de vivienda fue el que más contribuyó al aumento mensual de todos los precios y representó más de la mitad del aumento.
Subió a nivel mensual seis décimas y a nivel interanual acumula un aumento del 7.2 por ciento. Este concepto incluye, entre otras cosas, el alquiler de la vivienda habitual, el alojamiento fuera de casa, el alquiler equivalente al propietario y el seguro del hogar.
Tras la fuerte subida registrada en agosto, los precios de la energía subieron este mes el 1.5 por ciento y a nivel interanual caen el 0.5 por ciento.
La gasolina, cuyo precio en agosto creció el 10.6 por ciento, este mes de septiembre solo subió el 2.1 por ciento.
El índice de alimentos aumentó un 0.2 por ciento en septiembre y acumula un alza interanual del 3.7 por ciento.
Hasta julio de este año, la inflación estadounidense había bajado en términos interanuales durante 12 meses consecutivos.
Todo ello desde que en junio de 2022 batiera su récord de los últimos 40 años al colocarse en el 9.1 por ciento, como consecuencia de la interrupción de la cadena de suministro por la guerra de Rusia contra Ucrania y los últimos coletazos de la pandemia.
Sin embargo, en julio los precios volvieron a subir, dos décimas, hasta el 3.2 por ciento. Y en agosto crecieron cinco décimas.
Para tratar de controlar los precios, la Reserva Federal comenzó en marzo del año pasado a subir los tipos de interés y tras once subidas hoy se sitúan en una horquilla del 5.25 por ciento y el 5.5 por ciento, su máximo nivel desde 2001.
En su última reunión, el banco central estadounidense decidió subir los tipos, aunque es muy probable que haya una nueva subida antes de fin de año en alguna de las dos reuniones que todavía tienen que celebrarse.
El regulador publicó ayer las actas del encuentro, celebrado los días 19 y 20 de septiembre, y en ellas se afirma que “la mayoría de los participantes consideró que probablemente sería apropiado un aumento más”.
Según el presidente de la Fed, Jerome Powell, todavía tomará tiempo ver los efectos de la política monetaria del banco central, especialmente sobre la inflación, que todavía tardará meses en volver al deseado 2 por ciento.