LONDRES.- Las recientes señales de estabilización en los mercados emergentes podrían ser sólo la calma antes de la tormenta, ya que en los próximos cinco años deben pagar una gigantesca deuda de 1.6 billones de dólares, una abrupta alza en los vencimientos que podría provocar nuevos problemas.
El obstáculo del pago de la deuda -con unos abonos anuales que habrán subido en más de 100 mil millones de dólares para 2020 comparado con 2015- es el resultado de una ola de toma de préstamos tras la crisis financiera de 2008.
Desde gobiernos africanos a bancos turcos, los acreedores del mundo en vías de desarrollo vendieron su deuda en mercados de bonos de monedas fuertes en los años posteriores a la crisis, animados por las tasas de interés cercanas a cero, que llevaron a los inversores a buscar rendimientos más altos.
Pero ha llegado el momento de pagar.
Entre 2016 y 2020 deben abonarse casi 1.6 billones de dólares, significando la deuda corporativa más de tres cuartos del total, según datos de ICBC Standard Bank.
Hasta ahora, un calendario relativamente ligero de vencimientos para la deuda de las compañías, junto con tasas de interés globales en mínimos históricos, habían limitado los impagos en el sector de la deuda corporativa, de dos billones de dólares.
Pero los bajos precios de las materias primas, el alza de tasas en Estados Unidos y, por encima de todo, el gran volumen de pagos podría complicar la situación.
Muchos gobiernos emergentes vieron caer sus calificaciones crediticias en los últimos meses y podrían seguir el mismo camino muchos más, haciendo poco para calmar los nervios de los inversores.
Un foco probable de presión es el sector energético tras un desplome en los precios del crudo por debajo de 30 dólares a comienzos de año, desde más de 110 dólares justo 18 meses atrás.
"El petróleo y el gas son dos de los sectores que se enfrentan a la presión en una base fundamental", dijo Brigitte Posch, directora de deuda corporativa en mercados emergentes en Babson Capital Management.
Algunas compañías privadas y más pequeñas deberán reestructurar de forma inevitable su deuda, aseguró, aunque advirtió de que las firmas estatales cuasisoberanas podrían generar un gran dolor de cabeza.
Posch destacó que compañías cuasisoberanas como la brasileña Petrobras o la mexicana Pemex tienen más de 80 por ciento de los bonos que vencen en el sector durante los cuatro próximos años.
Esto podría generar un riesgo de contagio a los gobiernos si tienen que respaldar a estas entidades, agregó.