Elecciones 2024

Xóchitl cierra campaña frente a sus paisanos en Tepatepec: ‘La esperanza cambió de manos’

Xóchitl Gálvez salió de Tepatepec, Hidalgo, a los 17 años con la ilusión de estudiar ingeniería en el entonces Distrito Federal.

Xóchitl Gálvez, candidata a la Presidencia por la coalición Fuerza y Corazón por México, finalizó su campaña en la casa de sus abuelos de Tepatepec, Hidalgo. (Cuartoscuro)

Xóchitl Gálvez cerró la misma puerta que la vio salir hace casi 44 años hacia el entonces Distrito Federal. En la mano solo llevaba una caja de huevos San Juan, pero en lugar de blanquillos estaba repleta con su ropa.

Desde los 17 años decidió que Tepatepec, o Tepa como ella le llama con cariño, en Hidalgo, no era suficiente para ella.

Ese día dejó la casa de sus abuelos maternos, misma que la vio crecer, jugar con sus 6 hermanos y regresar del cerro donde pasaba las tardes.

La ilusión era estudiar ingeniería, y dejar atrás al alcohol que corría por las calles, al machismo impregnado entre sus vecinos y el escaso atractivo de crecer solamente para atender a un marido.

‘Estamos contigo’, le respondieron en Hidalgo a Xóchitl Gálvez

La casa sigue prácticamente igual que como la dejó Gálvez cuando se fue antes de ser mayor de edad. En corto, ha dicho que la ha pintado y le ha puesto cemento a algunas paredes, pero no mucho más.

Hay veces que es mejor dejar ciertas cosas intactas para que no se empañen los recuerdos con parches incómodos a la memoria.


A las afueras de ese hogar de ladrillos, rejas rojas y plantas abundantes, Gálvez hizo un último llamado al voto, para lo que buscó enlistar a más reclutas mientras podía.

“Está escrito que los últimos serán los primeros. Hoy, yo, Xóchitl Gálvez, la niña de Tepa, la que joven que se fue a la ciudad con una mano delante y la otra atrás, la mujer que muchas veces le dijeron que no se podía, está aquí ante ustedes para llamarlos a la primera línea de la batalla por el destino de nuestro querido México”, exclamó. “Estamos contigo”, le prometió un hombre. Otro le respondió “¡sí se puede!”

A unas cuadras de la plaza donde vendía las famosas gelatinas y los tamales que tanto repitió al principio de su campaña, hizo un repaso por todas las cosas que aprendió en este, su pueblo.

“De la tía Manuela, la tía de todos, aprendí el valor de servir a los demás, a dar sin esperar nada a cambio. De mi madre aprendí lo más importante, amar al prójimo, la generosidad. Amar al prójimo compartiendo lo poco que teníamos. De mi padre aprendí el valor de la honestidad.  La tenacidad y la constancia, esas me las enseñó la vida”, afirmó.

La mirada se le perdía de vez en cuando. Esa vista fija en el horizonte iba acompañada de una sonrisa ligera, sin enseñar los dientes, mientras se tomaba las manos. Con gente en las calles, las ventanas, hasta en los techos, no había otra reacción.

De vez en cuando se escuchaban gritos que le dieron una explicación a la manera en la que habla la candidata. “¡Que chingue a su madre (Morena)!”, decían en un claro enojo contra el partido gobernante.

‘Vamos a ganar y el lunes habrá un nuevo amanecer’

El rechazo al presidente López Obrador también jugó un papel importante, pero en el discurso de Gálvez Ruiz, quien afirmó que “Enfrente tenemos un falso ídolo con pies de barro que se cree invencible, pero, como todos los falsos ídolos, está condenado a caer. Y el domingo, ese falso ídolo, con pies de barro, va a caer”, adelantó.

En sus palabras de despedida, antes de bajar a saludar y tomarse fotos con sus paisanos, les dejó un mensaje de esperanza.

“Vamos a ganar y el lunes habrá un nuevo amanecer, el lunes habrá un nuevo Sol de justicia, un sol de esperanza”, exclamó la candidata antes de repetir su grito de guerra, “¡la esperanza ya cambió de manos!”.

Gálvez tuvo cuidado de no violar la veda electoral, por lo que bajó del templete con bastante tiempo para poder recolectar con su gente. Saludos de manos, gritos, abrazos. La escena fue armonizada por mariachis.

Generalmente, esta es una señal para dejar la fiesta. No para el pueblo de Tepa que solo se animó más, y le insistía con más intensidad fotos y saludos a la candidata.

Al filo de las cero horas, antes de que las campanadas marcaran el fin de la campaña, Xóchitl Gálvez cerró la misma puerta que la vio salir de Tepa hace casi 44 años.

Esta vez lo hizo con las manos vacías, pero la misma ilusión en la cabeza. Los dados del destino están echados, y ella solo puede esperar que la Diosa Fortuna le sonría de la misma manera que cuando tenía 17 años.

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