La pandemia aceleró el camino que las aerolíneas habían comenzado a transitar para acercarse a la producción de combustibles renovables, y se han fijado metas importantes que habrán de cumplirse hacia el final de esta década. Los esfuerzos no solo han sido en cuestión de producción y de costos, sino de las fuentes de las cuales se puede generar una “turbosina” verde, con menor impacto ambiental.
En España, empresas de bajo costo como Vueling, Air Europa, Air Nostrum, Iberia Express, Ryanair, Vueling y Wizz Air encontraron en la aceituna característica de la península ibérica una de las respuestas a la fuente de ese biocombustible. Con los huesos de las aceitunas, que regularmente acaban en la basura, desarrollaron una opción de biocombustible que, combinado con otros residuos vegetales, ya permitió la operación de 220 vuelos que tuvieron su operación en el aeropuerto de Sevilla, una región española en donde el olivo es un elemento omnipresente.
Los vuelos, que se realizaron a finales de noviembre del año pasado, supusieron una distancia de 400 mil kilómetros, que equivaldría a dar una decena de vueltas a la circunferencia terrestre o, bien, a 500 horas de vuelo consecutivas.
En ese sentido, el grupo IAG, que es resultado de la conjunción de la española Iberia y British Airways, que participó en la operación de vuelos con combustible producido con huesos de aceitunas, tiene el propósito de duplicar las metas establecidas por la industria aérea europea.
“Nosotros tenemos como grupo IAG nuestra meta, si la comunidad dice 2025, nosotros haremos el doble. Si en Europa se quiere tener el 5 por ciento de las operaciones con Sustainable Aviation Fuel (SAF), nosotros daremos el doble, estamos instando a la Unión Europea para que dé facilidades de producción de combustibles sostenibles”, puntualizó Beatriz Guillén, directora comercial global de Iberia.
La directiva indicó que, independientemente de los costos del SAF, que suelen ser hasta 4 veces más altos que los de la turbosina generada con fuentes no renovables, el reto sigue siendo la producción de los combustibles necesarios para alimentar a una industria que es responsable del 2 por ciento de las emisiones de carbono en el mundo.
“Es una prioridad hacerlo con SAF, tenemos en marcha planes para las empresas en el cual pueden reducir y compensar su huella de carbono, con proyectos de reforestación en Guatemala y Perú, pero sigue recayendo en el cliente de momento, pero lo que nos interesa en aumentar la producción de SAF”, puntualiza Guillén.