Después de la pandemia, la globalización ha tenido una nueva dinámica. Si antes era indispensable contar con el menor costo posible, ahora, la distancia es el objetivo a cumplir y más si se trata de acercar el centro de producción, con el mercado final de consumo.
Los retos de los integradores logísticos, es decir, las empresas que conjuntan el transporte aéreo, carretero y marítimo, continúan siendo la eficiencia, la seguridad, pero ahora, con un rostro cada vez más sostenible.
“Ahora se está planteando acercar los ciclos productivos para no estar tan lejos de los consumidores, la relocalización; es un efecto que en México ya lo vivíamos por los acuerdos comerciales con Norteamérica, pero que ahora vuelve a cobrar importancia porque no solo es un juego local, sino que están trayendo inversiones extranjeras”, destaca Patricia Pérez, directora general de Maersk para México y Centroamérica.
Bajo ese escenario, una de las soluciones que está implementando la firma de logística Maersk consiste en integrar la operación de todas sus aéreas de transporte, incluyendo los almacenes, y operarlas con combustibles que tienen un menor impacto en las emisiones de carbono.
Pérez detalla, en entrevista, que Maersk se ha propuesto, para 2040, una década antes que el resto de las industrias, una reducción del 50 por ciento de sus emisiones de carbono en sus operaciones marítimas y garantizar, al menos, que un cuarto de todas las mercancías que moviliza, sean transportadas con biocombustibles.
“Hemos hecho un pedido de flota marítima de 19 contenedores que trabajan con combustibles que pueden funcionar con hacerlo con tradicionales y metanol; eso nos va a permitir poder bajar las emisiones y llegar a este objetivo ambicioso y reducción de las emisiones”, refiere la directiva de la empresa para México y Centroamérica.
La reducción de contaminantes en la logística marítima es de vital importancia pues, según datos de la Organización Marítima Internacional (OMI), el 2.9 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero están relacionadas con dicha actividad económica.
Además, México es uno de los países en América Latina con mayor emisión de gases de efecto invernadero derivado de las importaciones que realiza vía marítima, con 2 mil 950 toneladas, esto según los últimos datos publicados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En su división aérea, Maerks también ha fijado metas que, sin embargo, dependen de la disponibilidad de combustibles de aviación sostenibles (SAF, por sus siglas en inglés) y de los cuales prevén aprovechar para movilizar el 30 por ciento de sus mercancías.
“Nosotros al ser integradores en México, en aviones, terminales y buques tenemos almacenes y en ese sentido estamos promoviendo para que los almacenes sean verdes, en el sentido que tengan la energía renovable, con paneles solares, que todas las iniciativas y soluciones hoy las estamos integrando para que puedan ayudar a la conservación del ambiente”, agrega Pérez.
No obstante, el derrotero no está completo sin la última milla, es decir, la incorporación del transporte terrestre por camiones que trasladan mercancías, que es un sector altamente contaminante con el 25 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en el país, según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Y la constante de la cadena logística se acentúa en el transporte terrestre que, aunque tiene opciones de combustibles renovables, la falta de disponibilidad en todo el país, dificulta su entrada en la movilidad de mercancías y de personas.
“Dependemos de la matriz energética de cada país, Brasil produce mucha caña de azúcar y se puede obtener biocombustible, cosa que no tenemos en el mundo. Nosotros vamos promoviendo y desarrollando; estamos desarrollando plataformas eléctricas, pero el cambio no ocurrirá hasta dentro de 25 a 30 años”, afirma Jorge Navarro, director de soluciones de transporte de Scania México.
Aunque el sistema menos contaminante producido por Scania está en norma con la EURO 6, que establece parámetros en ese continente en cuanto a emisiones en transporte de pasajeros, lo cierto es que en México no se ha podido integrar esta tecnología, debido a la falta de fuentes de suministro de combustibles de ultra bajo contenido en azufre (UBA).
Si bien en Europa y Estados Unidos, los gobierno han comenzado a trazar regulaciones, además de obligaciones que impulsan las tecnologías verdes, en México no hay un marco que guíe a las empresas hacia el cumplimiento de reducciones de gases de efecto invernadero y, aun cuando hay empresas públicas que han transparentado sus emisiones, lo cierto es que falta un camino para que los consumidores también estén al tanto de las firmas que sí cumplen con sus metas en sostenibilidad, apunta Eduardo Reyes, socio líder de Consulting Solutions en PwC.
“Una regulación bien desarrollada es de ayuda, para que las empresas que estén haciendo cosas, se reconozcan y que no jueguen en desventaja contra aquellas que no lo hacen, pero dicen que sí; regulación ayuda a tener una guía, y ciertamente impulsa a aquellas que no están haciendo”, reconoce Reyes en entrevista.