Daniel Russek, CEO de Atarraya, lidera un proyecto para la crianza de camarones en lugares donde ni siquiera hay mar, con una tecnología desarrollada en México, específicamente en Oaxaca, que permite la producción sostenible de esta proteína, al tiempo que aborda los desafíos ambientales.
“Lo que desarrollamos es una tecnología en México, en Oaxaca, utilizando talento de todo el mundo para resolver un problema que México realmente no tiene, porque nosotros producimos nuestro propio camarón y exportamos algunos. Sin embargo, Estados Unidos depende absolutamente del camarón importado”, explicó en entrevista con El Financiero, Daniel Russek.
Atarraya utiliza contenedores, llamados Shrimpbox, adaptados con tecnología, incluida la inteligencia artificial, para monitorear y regular la temperatura, oxigenación y otros valores para que la especie viva en condiciones ambientales idóneas. Esto permite instalar granjas acuícolas en cualquier ubicación del mundo, sin necesidad del mar.
Cada contenedor Shrimpbox cuesta 3.2 millones de dólares y produce 80 toneladas anuales de camarones, 57 veces más comparado con las 1.4 toneladas promedio de la cosecha de acuicultura tradicional.
“El año pasado los Shrimpboxes de Indiana sobrevivieron a menos 23 grados centígrados, lo que indica que puede operar en cualquier parte. Este año vamos a llegar a 80 Shrimpboxes, y lo que buscamos es el año que entra llegar a 250 en Estados Unidos”, estimó el directivo.
Actualmente la empresa cuenta con 19 Shrimpbox: tres en Oaxaca, dos en Naucalpan donde se ubican sus laboratorios de ingeniería y 14 en Indiana, donde próximamente se sumarán otros cinco más que están en proceso de desarrollo.
“Ahora es ir por más inversionistas, uno de los lugares donde pensamos llegar es Japón, porque nuestro sistema permite entregar camarones vivos”, dijo Herminio Blanco, arquitecto del Tratado de Libre Comercio en la época del expresidente Ernesto Zedillo, y actual presidente de la consultora IQOM, inversora de Atarraya.
Tras su expansión en Estados Unidos, la empresa tiene el objetivo de aterrizar en otros países y continentes que ya están interesados.
“Nuestro objetivo es llegar al 5 por ciento de los mercados de camarón más importantes del mundo, en Estados Unidos nos vamos a expandir nosotros, pero para otros destinos vamos a licenciar, ya tenemos empresas interesadas en el Medio Oriente y Europa”, adelantó Russek.
El valor del mercado mundial de camarón tocó los 69 mil millones de dólares en 2023 y para el 2032 se estima que alcanzará los 100 mil 200 millones de dólares, de acuerdo con la consultora Grupo IMARC.
Aproximadamente el 55 por ciento del camarón que se consume en todo el mundo se cultiva en granjas, en México datos de la Conapesca arrojan que ese porcentaje es del 79 por ciento, pero no parece haber intención de migrar hacia un modelo sustentable.
“Buscamos mostrarle a los productores actuales en México cómo se podía hacer esto de manera sustentable, y la verdad es que no hicieron mucho caso”, compartió Russek.
Entre sus ventajas contra los modelos actuales es que la captura en el océano debe respetar una veda de marzo y septiembre, tiempo en que el producto se triplica de precio, sumado a que la práctica con el arrastre de las redes en el fondo del océano mata 20 veces más vida para sacar un kilo de camarón.
Mientras que la acuicultura ha destruido más del 50 por ciento de los manglares en el mundo, el uso de agua por kilo de camarón es de 80 mil litros mientras que en las Shrimpbox es de 78 litros, la cual incluso después de uso se vuelve biofertilizante para agricultura.
Desde su fundación en 2020, Atarraya ha mostrado un crecimiento significativo, respaldado por inversiones como la Serie A de 3.9 millones de dólares en junio de 2022 y la Serie A2 de 7.5 millones en abril de 2024, lo que llevó a la empresa a alcanzar una valoración estimada de 47 millones de dólares.
El camarón siente y tiene memoria
Los camarones son una especie que desarrolla memoria, aprendizaje de su entorno y con respuestas de comportamiento como miedo y dolor para escapar de depredadores, de acuerdo con una investigación de la Universidad de Washington.
Debido a ello, Russek aseguró que también se cuida el bienestar de la especie, porque el camarón si se estresa se deja morir en un par de días.
“El mejor paradigma para entender qué es ético es mediante el estrés, y resulta que el camarón es un animal que si se estresa se muere, empieza a perder las patas, las anténulas, algunos cambian su comportamiento y se vuelven caníbales”, explicó.
Añadió que, la manera en que la empresa reduce ese estrés es al replicar su ecosistema, y semanalmente hacer un monitoreo patológico “en donde vemos signos de estrés de si tienen sus patas, manchas, si tienen el intestino entrecortado, porque como un perro si dejan de comer es porque algo no está bien (...) lo que buscamos es darle el mejor trato en su ciclo de vida, y al momento de la cosecha modificamos el ambiente hasta que se duerman y sea como una anestesia”, detalló.