El panorama para las mujeres empresarias en México no es equitativo. La idea de que el mundo de las finanzas y los negocios es exclusivamente para hombres aún permanece extendida. Sin enmbargo, en la praxis, la situación se ha modificado de forma paulatina.
Las condiciones no lo hicieron tanto. De acuerdo con Pro Mujer, las mujeres de entre 25 y 44 años gana un 21 por ciento menos que los hombres. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) calcula un rango del 13 por ciento de desigualdad salarial en todo México.
La visibilización sobre esta problemática es algo que ha preocupado a Alejandra Ríos y Marisa Lazo, CEO de empresas mexicanas, quienes aceptaron el reto de enfrentarse a las cámaras de Shark Tank México a través de Sony Channel para aportar un ejemplo a las más jóvenes y crear oportunidades para mostrar el buen papel de las mujeres en los emprendimientos y que no solamente los hombres pueden colocarse en los altos mandos.
Marisa Lazo: Hay que cambiar el trabajo interior
La mujer debe realizar un trabajo mental para no hacerse menos frente a un hombre, aunque se rodee entre una mayoría de ellos. Marisa Lazo lo sabe: hay una parte recorrida que ha sido difícil y otra que fue más retadora, la cual sobrellevó durante sus primeras reuniones en la Cámara de Comercio, en la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) o ahora que se convirtió en la primera presidenta de un consejo en todos los años de la historia del Tec de Monterrey.
“Me gusta reflexionar como mujer qué hábitos tenemos y qué nos impide llegar arriba, porque no todo es que no nos inviten o no nos dejen. Recuerdo que me la pensaba más para hablar o cuando hablaba decía: ‘les voy a robar 5 minutitos’ o el típico ‘perdón’ que las mujeres decimos creo que siete veces más que los hombres porque es algo que aprendimos y con lo que crecemos, traemos un montón de miedos y de culpas. El minimizarnos y que si voy a hablar tiene que ser lo más perfecto e interesante que pueda aportar nos pone presiones hacia nosotras mismas”, confió en una plática con El Financiero.
Así dejó de lado su necesidad de demostrar ser la mejor mamá, abuela, pareja, empresaria o consejera y comprendió que no existe la perfección, ya que es agotadora. En cambio, se enfocó en sentirse segura de sí misma y de sus capacidades, que son las mismas que las de cualquier hombre empresario sin importar si se topa con algunas caras largas.
“Algo que me ayudó fue acercarme a otros compañeros y preguntarles lo que no entendí, sí tenía dudas y me di cuenta que eso me abrió puertas de amistad y apoyo. Creo que hay que animarnos a preguntar, a reconocer que no sabemos algo. Es importante que las mujeres vayamos buscando mentores a lo largo de nuestras carreras”, detalló.
Sin embargo, acepta que en ocasiones se topó con proponer y por ser mujer no ser tomada en cuenta hasta que alguien más las mencionara. La solución que propone es salir a demostrar las ideas propias ya que si son buenas automáticamente cambiará la percepción, por lo que pide romper el miedo, abrirse a la realidad y dejar de tener prejuicios para participar ante esta apertura que se está generando, en donde se empiezan a valorar los nuevos puntos de vista o la sensibilidad de las mujeres.
“Nos falta un montón, por supuesto. Cuando ves las estadísticas habemos muy poquitas mujeres en los puestos de CEO de las empresas grandes, en los asientos de consejos que toman las decisiones, pero tengo esperanza. Veo chavas mucho más preparadas, mucho más seguras de sí mismas, echadas para adelante y con menos hábitos que las frenan. Podemos hacer un cambio y estamos en un buen momento y eso me motiva, pero no debemos dejar de visibilizarlo y trabajarlo juntas en equipo”.
Por medio de su fundación, creada en 2019, justamente el año en que la marcha del 8 de marzo se hizo más fuerte, busca apoyar a las mujeres en una sinergia con otras organizaciones. La idea surge a raíz de que siga funcionando con un porcentaje de los ingresos de su pastelería en un trabajo constante de años del que posteriormente pueda medir el impacto.
“Estos años nos vamos a enfocar mucho en la equidad en el deporte. Hemos descubierto que las jugadoras de futbol o de basquetbol femenil no ganan lo mismo, no entrenan igual, no tienen las mismas prestaciones y mil diferencias en educación. En Estados Unidos acaban de conseguir el mismo sueldo que los hombres, pero les tomó años”, argumentó.
Alejandra Ríos, en búsqueda de la equidad
La joven empresaria decidió desde pequeña que quería formar parte del mundo de las finanzas por lo que se preparó al estudiar administración financiera en el Tec de Monterrey y, al mismo tiempo, comenzó a trabajar con un equipo rodeada de hombres.
“En ese entonces ni lo pensé, ni se me hizo algo raro o diferente porque a eso estábamos acostumbradas las mujeres en este rubro”, aseguró en entrevista con El Financiero. Poco después formó parte de una banca de inversión y asesoría en donde revisó adquisiciones de deuda o valuaciones de empresas e igualmente se encontró con pocas mujeres en las oficinas de la Ciudad de México, lo que le generó ciertos retos.
“Esperaban ciertos comportamientos o que me vistiera de cierta forma, como que tenía que ir siempre de tacones o vestirme de falda cuando no era ni como yo soy ni me hacían ser mejor o peor en mi trabajo. Indirectamente fue una de las razones por las que decidí cambiarme de empresa, realmente afectó mi actitud porque llegaron a ponerme trabas”, rememoró sobre su experiencia cerca de 12 años atrás.
Estas situaciones se repitieron, ahora con los clientes más tradicionales o con una mentalidad distinta a la suya, pues se encontró con otras maneras de pensar. “En sus equipos no estaban acostumbrados a ver a una asesora financiera decirles cuánto vale su empresa o por qué la estoy evaluando así o cuestionando”, agregó.
Todo hizo que desarrollara algunas inseguridades al principio de su carrera y llegó a creer que no tenía el suficiente conocimiento como uno de sus compañeros, que solamente tenía un año más en la empresa. “Me sentía menos, pensaba que no lo hacía bien o siempre trataba de checar con él mi trabajo y le preguntaba qué opinaba de lo que estaba haciendo. A lo mejor venía de ahí, de no sentirme con tanta confianza por ser mujer o por la respuesta que tenía de los demás”.
Incluso cuando ella fue cliente pasó por algo similar cuando fue a pedir apoyo con documentos legales y contratos a un bufete de abogados, con quienes llegó con una idea clara solo para encontrarse con respuestas como ‘déjame te explico’, ‘lo tienes que hacer así’, ‘esto es lo que necesitas’ o ‘yo lo haría de esta forma’.
Aunque Alejandra Ríos reconoce que existe una nueva perspectiva, a ella la han ayudado a forjar su seguridad su currículum, la trayectoria, la edad, el título, la maestría e incluso las recomendaciones. La educación y la percepción han mejorado, pero ella también sufrió de esta desigualdad salarial.
“Me acerqué muchas veces a pedir incrementos, hacía presentaciones sobre por qué me lo merecía, demostraba resultados con comparativos, investigación de mercado y nunca me funcionó. Ojalá llegue el día en que no tengamos que celebrar el Día de la Mujer y que estemos en igualdad de circunstancias. Lo que se busca es equidad, no igualdad”.
Como parte de su experiencia en emprendimientos y negocios en México, Marisa Lazo y Alejandra Ríos actualmente forman parte de Shark Tank, programa al cual entraron en la temporada 6. Ambas invirtieron en una empresa que se encarga de formar profesionistas técnica, intelectual y éticamente preparados para desarrollarse en la industria nacional e internacional del té. Asimismo lo hicieron en un emprendimiento de lencería con líneas de ropa interior para mujeres con un solo seno o que amamantan.