Los bonistas que invirtieron en Crédito Real SAB se lamentan luego de que los dejaran a ciegas durante más de un año en una de las implosiones corporativas más grandes en la historia reciente de México.
Luego de incumplir con el pago de mil 900 millones de dólares en febrero de 2022, la entidad no bancaria se embarcó en un proceso de liquidación en un tribunal de Ciudad México que, según los tenedores de bonos, se ha inclinado en su contra. Ahora, los abogados presionan por un acuerdo que, según dicen, permitiría a los acreedores recuperar hasta 23 centavos por dólar.
La posibilidad de una resolución ha impulsado los precios de los bonos a alrededor de 13 centavos, desde un mínimo de un centavo el año pasado. Pero incluso si el proceso es exitoso, inversionistas dicen se gesta un patrón: las corporaciones mexicanas recurren a procesos judiciales opacos y complejos donde dicen que se les paga primero a los bancos e inversionistas locales, a menudo en detrimento de los tenedores extranjeros.
“Este es un claro caso de que juegan a los favoritos. Y hasta ahora ha habido una transparencia mínima para la mayoría de los tenedores de bonos en el extranjero”, dijo Oren Barack, director gerente de renta fija de Alliance Global Partners, con sede en Nueva York, que ha estado negociando los bonos. “Esto está sentando un mal precedente que, si continúa, impedirá que las empresas mexicanas accedan al capital internacional”.
Los abogados de Crédito Real habían argumentado ante un juez de Delaware que los tenedores de bonos estaban tratando de obligar a la compañía a declararse en quiebra en Estados Unidos sin “mérito” y desconociendo la legitimidad de los procedimientos locales. Un síndico mexicano negoció acuerdos con los acreedores el año pasado y creó un fideicomiso que ahora se puede usar para pagar a los acreedores no garantizados.
La compañía no respondió a una solicitud de comentarios.
Nacido como un brazo financiero de Mabe, un antiguo proveedor de refrigeradores y estufas de General Electric, Crédito Real creció hasta convertirse en uno de los prestamistas de nómina más grandes del país, un negocio centrado en hacer pequeños préstamos a altas tasas de interés teniendo como garantía los salarios de empleados de gobierno o pagos de pensiones. También se expandió a préstamos para pequeñas empresas y automóviles, lo que llevó su cartera total a alrededor de 2 mil 600 millones de dólares.
En 2021 informó sobre un aumento en morosidad de préstamos y tuvo problemas para explicar su desempeño decreciente a inversionistas. En febrero de 2022, no logró refinanciar un bono de 170 millones de francos suizos y dejó de pagar el resto de su deuda.
El síndico de Ciudad México procedió a cerrar tratos con bancos locales que habían prestado a Crédito Real en meses subsecuentes, mientras que los tenedores de bonos globales buscaban obligar a la empresa a declararse en quiebra en EE.UU. Según documentos presentados en EE.UU., la compañía tenía alrededor de 615 millones de dólares en deuda bancaria que se liquidó “con un descuento significativo a valor nominal”.
El proceso es seguido de cerca por tenedores de más de 3 mil millones de deuda en incumplimiento de Unifin Financiera SAB, Alpha Holding SA y la compañía anteriormente conocida como Mexarrend SAPI, otras tres entidades crediticias no bancarias que buscan llegar a acuerdos con los bonistas. También comparte similitudes con el default de la emisora mexicana TV Azteca, que dejó de pagar cupones sobre 400 millones de dólares en deuda, en 2021, mientras continuaba pagando a prestamistas e inversionistas locales. Al igual que Crédito Real, TV Azteca recurrió a un proceso en una corte local a medida que inversionistas buscaron obligarla a iniciar un procedimiento de quiebra en EE.UU.
México ha tenido varias quiebras prolongadas, desde la vidriera Vitro SAB hasta la reestructuración que tomó unos 15 años en concretarse de la siderúrgica conocida como AHMSA. Pero lo que hace que los casos recientes sean diferentes es que han llevado los procedimientos a los tribunales locales, en lugar del proceso de quiebra federal que daría más transparencia a los tenedores extranjeros de bonos.
Stanislav Bozhenko, un analista de renta fija que hizo una inversión personal en bonos de Crédito Real, dijo que estaba frustrado por la falta de detalles disponibles sobre cuánto se había pagado a los bancos. “No hemos visto ningún documento. El proceso fue completamente opaco”, dijo.
Los bonos en dólares están en gran parte en manos de inversionistas globales, mientras que los locales favorecieron certificados bursátiles fiduciarios que, según un comunicado, la compañía amortizó a principios de enero.
La compañía no ha presentado estados financieros desde el cuarto trimestre de 2021 y no ha publicado información financiera auditada desde 2020, lo que, según Bozhenko, dificulta estimar un valor de recuperación.
Al banco y los abogados que solicitaron un procedimiento de quiebra involuntaria en EE.UU. se les dieron un par de meses para convencer a la mayoría de los tenedores de unirse al acuerdo de reestructuración propuesto que sería supervisado por un juez federal de quiebras en México. De concretarse, el acuerdo colocaría los préstamos restantes de Credito Real en una empresa pantalla que sería controlada en parte por representantes de los tenedores de bonos.
Luis Maizel, cofundador de LM Capital Management en San Diego y quien dejó de invertir en prestamistas no bancarios mexicanos hace años, dijo que recobrar los préstamos restantes sería difícil, ya que los prestatarios pueden ver poco valor en liquidar deudas con una empresa que se ha evaporado.
“Habrá algo de recuperación”, dijo, “pero creo que es mejor que vayas a Las Vegas si quieres jugar a los dados”.