Los mexicanos enfrentan una paradoja en el mercado de oro: a pesar de ser un país productor significativo mundial de este metal, la demanda interna no refleja el mismo entusiasmo que se observa en otras naciones, como la India, Turquía, China, Estados Unidos, Indonesia, Rusia o Brasil.
Los expertos de UBS Group AG predicen un aumento del 10 por ciento en el precio del oro a 2 mil 250 dólares por onza para fines de 2024, sin embargo, los mexicanos desaprovechan la oportunidad de invertir en el valioso meta, a diferencia de lo ocurre en otros países que tienen una menor producción.
“La baja demanda interna de oro que tenemos en México es por un tema cultural. A diferencia de otros países como la India donde el metal sigue siendo muy demandado debido a que tiene un gran trasfondo religioso, en nuestro país el oro es visto como un metal usado en joyería”, afirmó Carlos Alberto González, director de análisis y estrategia bursátil de Monex.
Mientras que, en el caso de los inversionistas mexicanos, detalló la compra o inversión en oro es sustentada en instrumentos financieros más sofisticados que cotizan en mercados internacionales, por lo que el mercado de compra y venta directa del metal no es tan grande como India, donde se cambia en las calles por dinero en efectivo.
Según un reciente informe de The Gold Bullion Company, México ocupa el noveno lugar en la lista de países donde la producción de oro supera con creces la demanda interna. México tuvo una producción anual de 126.6 toneladas de oro y su demanda interna fue de tan solo 14.7 toneladas en 2023, lo que significa que la producción supera en casi nueve veces la demanda interna del metal precioso.
“El oro se ha posicionado como el principal producto de la industria minero-metalúrgica nacional, tan sólo en 2023 alcanzó una participación de 29.7 por ciento del valor total de la producción, por encima de la producción de cobre que representó 29.2 por ciento, mientras que el tercer sitio correspondió a la plata con 18.4 por ciento”, comentó Raúl García Reimbert, presidente del Colegio de Ingenieros de Minas, Metalurgistas y Geólogos de México (CIMMGM).
A pesar de esta situación, la mayor parte de la demanda aurea en México proviene del sector industrial y no tanto de los inversionistas o los consumidores de joyería, caso contrario a lo que ocurre en India, por ejemplo, donde la producción minera de 15.1 toneladas no puede satisfacer una demanda de 747.5 toneladas, lo que resulta en una dependencia masiva de importaciones para satisfacer el apetito local por joyas, lingotes y monedas de oro.
“Gran parte del oro que se produce en México es exportado o bien es utilizado para industrias del sector electrónico, industria farmacéutica e incluso la industria de los vehículos eléctricos. En el caso de la inversión anual en lingotes y monedas, el país experimentó una contracción de 2.7 por ciento”, añadió García Reimbert.
Mexicanos prefieren otros instrumentos de inversión
El oro ha sido considerado un refugio seguro para los inversionistas a lo largo de la historia; su atractivo radica en su capacidad para mantener su valor durante períodos de incertidumbre económica y volatilidad de los mercados.
A diferencia de las monedas y otros activos financieros, el oro no depende de la solvencia de una entidad específica ni está sujeto a decisiones políticas, lo que lo convierte en una inversión confiable en tiempos de crisis.
“Los inversionistas mexicanos, que tampoco es que sean demasiados o muy fuertes, prefieren invertir su capital en otro tipo de instrumentos financieros como acciones, fondos de inversión, en las Bolsas de Valores e incluso en monedas digitales como Bitcoin, los cuales ayudan a diversificar el portafolio de los inversionistas”, aseguró el especialista de Monex.
En tanto, Rick Kanda, director general de The Gold Bullion Company, subraya la importancia de una producción sostenible de metales, una consideración que debe estar en la agenda de la industria minera en México.
“La producción sostenible de metales es vital por razones ambientales, económicas y sociales. Desde el punto de vista ambiental, ayuda a conservar los recursos finitos, reduce el consumo de energía y minimiza la contaminación, mitigando así el cambio climático y protegiendo los ecosistemas. Desde el punto de vista económico, las prácticas sostenibles generan rentabilidad a largo plazo, satisfacen la creciente demanda del mercado de productos ecológicos y garantizan el cumplimiento de las estrictas normas ambientales”, explicó.
Añadió que, desde el punto de vista social, estas prácticas protegen la salud de la comunidad al reducir la contaminación y mantener los estándares laborales éticos, garantizando salarios justos y condiciones de trabajo seguras.
“En general, la producción sostenible de metales respalda un enfoque equilibrado de la utilización de los recursos, lo que beneficia al planeta, la economía y la sociedad”, concluyó Rick Kanda.