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La Antártida, el destino turístico de moda

La cantidad de personas que viajan a la Antártida se encamina a superar el récord anual de 46 mil, pues para los turistas con recursos, la Antártida se ha convertido en el mejor destino para pasar las vacaciones. 

En enero de 1966, el primer barco que transportaba "ciudadanos-exploradores" llegó a la Antártida. Hasta ese momento, apenas unos pocos viajeros habían contemplado alguna vez visitar la tierra más remota del mundo.

"Sabía que la idea de organizar viajes a ese continente helado tendría sus complicaciones", escribió el emprendedor sueco-estadounidense Lars-Eric Lindblad, quien dirigió ese primer grupo de 57 personas. "Hasta podía ser imposible".

Medio siglo después, lo que era prácticamente imposible se ha convertido en apenas un desafío. Mientras la amenaza de la desaparición del hielo ocupa a los climatólogos, los viajeros ricos se apresuran a visitar el continente antes de que termine la fiesta. La cantidad de personas que viajan a la Antártida se encamina a superar el récord anual de 46 mil, en parte gracias a las nuevas opciones de viajes y al aumento de los aventureros chinos.

Un promedio de entre 35 mil y 40 mil visitantes llega cada verano, que en la Antártida se extiende de noviembre a febrero. La mayor cantidad llegó en la temporada 2007-2008, antes de que la crisis financiera afectara el turismo en la Antártida.

Los estadounidenses lideran el viaje al 'fin del mundo' por amplia mayoría, ya que unos 12 mil 300 de sus ciudadanos visitaron la Antártida en la temporada 2014-2015. Es tres veces más que la cantidad de viajeros procedentes de Australia, a los que siguen los visitantes de China, el Reino Unido y Alemania.

El sector de cruceros domina los viajes al continente, lo cual no es extraño, y la mayor parte de las escalas se hace en la Península Antártica, un viaje de alrededor de 40 horas desde el extremo sur de Argentina a través del Pasaje de Drake. Si bien hay varios operadores que hacen el viaje por aire –entre ellos una compañía australiana que ofrece un vuelo panorámico de 12 horas y media a bordo de un Boeing 747, más del 90 por ciento de los visitantes llegan en barco.

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CRUCEROS DE LUJO

Buena parte del impulso a la Antártida procede del extremo de lujo del sector de cruceros, donde los precios más altos de los pasajes corresponden con costos operativos mucho mayores en una remota región polar donde las condiciones meteorológicas son difíciles e impredecibles. Un crucero a la Antártida cuesta por lo menos 10 mil dólares, dijo Bob Levinstein, máximo responsable ejecutivo de CruiseCompete.com, que contribuye a conectar a agentes de viajes con compradores.

Dos líneas de lujo, Silversea Cruises Ltd. y la marca Seabourn de Carnival Corp., llevan muchas temporadas organizando expediciones a la Antártida. Silversea planea agregar un segundo barco el año próximo para expandirse a 12 viajes a la Antártida, mientras que este año son siete. Un itinerario menos caro de Seabourn parte de casi 16 mil dólares por persona, mientras que los precios de Silversea son algo más elevados. Las suites más lujosas pueden superar los 40 mil dólares por persona por viajes de tres semanas o más.

Un tercero, Scenic Tours, que se especializa en suntuosos viajes por ríos de Europa, construye un barco de lujo de 228 pasajeros que quiere lanzar en agosto de 2018 y uno de cuyos destinos clave será la Antártida. El Scenic Eclipse transportará dos helicópteros para trasladar a los viajeros desde la costa hasta el interior del continente, además de un submarino de siete asientos. Por otra parte, la operadora noruega Hurtigruten Group ASA planea triplicar la cantidad de pasajeros que viajarán este año a la Antártida mediante la incorporación de un segundo barco, el MS Midnatsol, dedicado a la región.

Para los viajeros con recursos, la Antártida se ha convertido en el mejor destino, dicen los profesionales del sector de viajes. Ningún otro lugar tiene el mismo atractivo de aislamiento geográfico, exotismo y, por supuesto, prestigio.

Ese crecimiento, sin embargo, podría plantear nuevas amenazas a un continente destinado a ser una reserva natural "dedicada a la paz y la ciencia" y gobernado por los 53 países que suscribieron el Tratado Antártico de 1959. Esos países regulan las actividades en el continente, entre ellas el turismo, mientras que una organización con sede en los Estados Unidos, la Asociación Internacional de Operadores Turísticos Antárticos –IATTO por la sigla en inglés- contribuye a instrumentar esas reglas a través de las compañías de viajes que la integran.

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NI CASINOS NI TIENDAS DE SOUVENIRS

El grupo también recaba información sobre barcos, visitantes, y los lugares visitados. Oficialmente, todo el que visite la Antártida no puede dejar "más que un impacto menor o transitorio" en el medio ambiente. Integrantes del sector dicen que las regulaciones actuales bastan para proteger la Antártida porque cada empresa es consciente de la naturaleza extraordinaria y frágil del continente.

"No queremos ver casinos ni tiendas de souvenirs", dice Gordon Dirker, director gerente para América del Norte de Hurtigruten. "Si se destruye el carácter prístino de la Antártida, se destruye toda una oportunidad".
Seabroun estima que habrá una fuerte demanda de viajes a la Antártida, dijo Delaney, pero no una situación de tal incremento que signifique una degradación medioambiental. "No debe haber ningún otro lugar en el mundo en el que haya tanta coincidencia respecto de la necesidad de protegerlo", afirmó.

Los países firmantes del tratado deben adoptar una actitud de menor oposición al turismo en el continente y elaborar un amplio plan de crecimiento para el futuro, dijo Claire Christian, directora ejecutiva interina de la Coalición para la Antártida y el Océano Austral, que representa a 30 organizaciones que se concentran en la conservación en la región. En la actualidad, nadie tiene buenos datos sobre qué significa el turismo para la vida silvestre, ni idea de cuántas personas son demasiadas, señaló.

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