El actor Michael J. Fox se ha sincerado sobre cómo es su vida desde que fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson en 1991, cuando tenía 29 años, y cómo es que afecta su cotidianeidad las caídas, huesos rotos y medicación que toma para controlar los síntomas.
“Me rompí este hombro, lo reemplacé. Me rompí este codo. Rompí esta mano. Tuve una infección que casi me cuesta este dedo. Me rompí la cara. Me rompí el húmero. Y eso apestaba”, dijo en entrevista con Variety.
En 2018, quien personificara a Marty McFly en la trilogía Volver al Futuro, fue operado de la columna para extirparle un tumor, pero asegura que además de los tropiezos ante la pérdida de equilibrio, ha perdido también la privacidad.
“Tengo ayudantes a mi alrededor la mayor parte del tiempo en caso de que me caiga, y es difícil lidiar con esa falta de privacidad. Perdí familiares, perdí a mi perro, perdí la libertad, perdí la salud. Dudo en usar el término ‘depresión’, porque no estoy calificado para diagnosticarme a mí mismo, pero todos los signos estaban ahí”, agregó.
Su familia fue quien ayudó a Fox, de 61 años, a dejar de beber. Reconoce que su principal problema es romper cosas al caer, pero lo acepta como parte de las consecuencias. “Pero espero que, y siento que, mañana no me romperé tantos huesos. Así que eso es ser optimista”, aseguró en la promoción del documental Still: A Michael J. Fox Movie, que se estrena el 12 de mayo en Apple TV+.
Sus manos son temblorosas y su discurso se ha deteriorado. “A veces tengo un momento fugaz de decepción cuando sale una broma realmente buena y no funciona porque la gente no puede entender lo que estoy diciendo”.
“Si me siento mejor no es real”, argumenta Michael J. Fox
Cuando tiene eventos públicos, Michael toma poco antes su medicación en espera que le haga efecto y controle sus movimientos. Tras su retiro de la actuación en 2020, se ha dedicado a la investigación con su Fundación Michael J. Fox, creada en el 2000.
“Lo que tengo que entender es que si tomo las pastillas y me siento mejor, eso no es real. Si no las tomo y me siento como una mierda, eso es real. Entonces, cuanto mejor me siento, menos real es (…). El Parkinson todavía me está pateando el trasero. No ganaré en esto. Voy a perder, pero hay mucho que ganar con la pérdida”.