Un activista indígena contra la minería fue asesinado en una peligrosa zona del oeste de México, confirmaron las autoridades el martes.
El asesinato de Eustacio Alcalá se produce poco más de dos meses después de la desaparición de otros dos activistas comunitarios contra la minería cerca de dónde se halló su cadáver.
Esto refuerza la reputación de México como el país más peligroso del mundo para los activistas que defienden el medio ambiente y la tierra, según un reporte del grupo no gubernamental Global Witness, que indicó que 54 activistas fueron asesinados en el país en 2021.
Alcalá fue encontrado muerto días después de su desaparición el sábado, mientras manejaba por una carretera conocida por sus incidentes violentos.
Eustacio Alcalá fue secuestrado el fin de semana
Llevaba a un grupo de monjas o trabajadores religiosos laicos — aún no estaba claro a cuál — en su camioneta cuando hombres armados le dieron el alto; las monjas fueron liberadas más tarde, según el grupo activista All Rights For Everyone.
El activista había liderado con éxito una lucha para impedir la apertura de una mina de hierro cerca de San Juan Huitzontla, su aldea nahua. Los residentes alegaban que la mina propuesta contaminaría los acuíferos y dañaría el medio ambiente.
La localidad está cerca de los municipios de Aquila y Coalcomán, en el estado occidental de Michoacán. Desde hace años, la zona está en primera línea de las batallas territoriales que libran los cárteles de la droga.
La fiscalía del estado indicó que cuerpo de Alcalá presentaba heridas de bala y que había sido secuestrado durante el fin de semana. Los grupos de derechos humanos exigieron que sus asesinos sean llevados ante la justicia.
“Exigimos una investigación exhaustiva”, dijo el Centro Miguel Agustín Pro Juárez, un grupo de derechos humanos que ayudó a la aldea de Alcalá a lograr una orden judicial contra la mina el año pasado.
La zona es conocida por sus yacimientos de mineral de hierro, que en el pasado fueron un imán para los cárteles de la droga que buscaban extorsionar a las empresas mineras. En la década anterior, una banda llegó incluso a gestionar una de las explotaciones.
Los dos activistas que desaparecieron en enero no han vuelto a ser vistos desde que se encontró su vehículo, acribillado a balazos, en una carretera.
Los dos habían participado en la lucha contra una gran mina de hierro en la localidad de Aquila. Los residentes llevaban tiempo quejándose de que la explotación a cielo abierto causaba contaminación y atraía la violencia a la zona, además de arrojar pocos beneficios para la población local.
Michoacán lleva años sufriendo degradación medioambiental y batallas territoriales que ahora enfrentan al cártel de Jalisco y a la banda local de los Viagras.
En febrero, Alfredo Cisneros, un activista michoacano contra la tala de árboles, fue asesinado a tiros en el pueblo indígena purépecha de Sicuicho.
Las comunidades indígenas de Michoacán llevan años luchando contra la minería y la tala ilegal de los bosques de pino y abeto de la región montañosa. Los madereros suelen talar los árboles para plantar aguacate, cuya exportación es muy lucrativa.