De dos meses a la fecha, en el municipio de Tenancingo, Estado de México, “cuna” del reboso a nivel país, un grupo de nueve emprendedoras y emprendedores trabajan a marchas forzadas para convertir esta fina prenda en decorativas piñatas de distintos tamaños y colores, que si bien, estas no se pueden romper como las tradicionales, sí adornan ya decenas de hogares, restaurantes y oficinas, por ejemplo.
Yolanda Legorreta Vara, quien es artesana en innovación de “Arte Tenancingo”, indicó dentro del negocio ubicado en la cabecera del municipio, en el sur mexiquense, que su tarea es innovar el reboso de algodón, es decir, hacer con un lienzo no solo piñatas, ahora que es la temporada decembrina, sino también prendas como el tradicional quexquémitl y huipil, así como camisas y pantalones, para hombre y mujer y bufandas, entre una gran variedad de prendas, esto depende de lo que también pida el cliente y con base en ello hacen el diseño, que es lo más laborioso, indica María de los Ángeles Ortega Cruz.
Legorreta Vara recordó que en los dos primeros años de pandemia de COVID-19, a quienes producen la tela de algodón de reboso les fue mal, pues nadie los compraba por lo mismo del confinamiento que fue ordenado por el gobierno, de ahí que surgió la idea de innovar este fino producto y comenzar a hacer bonitos cubrebocas y prendas de vestir, pero a partir de este año 2023, surgió la idea de forrar con trozos de lienzo de reboso esferas de unicel, a las que también se les ponen de cartón sus siete picos, que significan los siete pecados capitales y algunos otros adornos para dar mayor vistosidad al artículo.
“Con la temporada decembrina ¿y si hacemos una piñata y le ponemos picos?, se preguntó el grupo de artesanos, por lo que surgió la idea de las piñatas de varios tamaños y colores. La esfera es de unicel, también lleva cartón y papel periódico, un poco de lo difícil es estar cociendo a mano, el estar cociendo a mano las piezas, pero se siente mucha emoción, alegría, felicidad, lo que me gusto es que a la gente le encantó la idea, al igual que a nosotras y han tenido mucha aceptación, quiero agradecerle a la gente que le guste lo que estamos haciendo”, indicó gustosa la empresaria.
Tanto ha sido el éxito de “Arte Tenancingo”, que la gente que va por sus piñatas proviene de la Ciudad de México, “hemos mandado a Baja California, a Monterrey, allá en Nuevo León, a Ciudad Juárez, en Chihuahua, a Puebla y Querétaro, tenemos demanda en todo el país y en Toluca en la casa de artesanías Casart. Es un orgullo que un pedazo de Tenancingo esté en otro estado”, agregó Yolanda Legorreta.
Las emprendedoras recordaron que su primera piñata con tela de reboso la hicieron hace un par de meses y fue para la tienda donde ofertan sus productos, pero al ser llamativa se tuvo que vender y de ahí la necesidad por hacer más unidades, “le pongo alegría a cada piñata porque a mí me gusta hacer mis piñatas, es lo que me gusta. La primera piñata que hicimos fue hace dos meses, y era para adornar la tienda, pero fue para venta, lo aceptó muy bien la gente. Nosotros les compramos a los maestros reboceros, innovamos el reboso en chalecos, corbatas, en piñatas”, finalizó.
El Financiero entrevistó a María de los Ángeles Ortega Cruz, quien forma parte del colectivo y explicó que se dedica más a la bisutería en reboso, “Arte Tenancingo es un grupo de nueve artesanos, enfocado cada quien en su área, somos cuatro artesanas de innovación en reboso quienes sacamos prendas y accesorios, o sea, modificar el reboso para sacar prendas de uso cotidiano.
Tenemos a una chica que trabaja todo lo que son pieles y aplicaciones, trabajan pinturas, tenemos una familia que trabaja la madera, tenemos una chica que realiza mezcales de sabor, conservas y sales para condimentar y acompañar bebidas y otra chica hace galletas de maíz y otra señora trabaja lo que son los licores”.
La joven coincidió con Yolanda Legorreta, que en la pasada pandemia ni los maestros reboceros ni las empuntadoras, quienes hacen los detalles de los rebosos tuvieron trabajo, por lo que surgió la idea de fabricar cubrebocas como un detalle sobrepuesto al utensilio médico que se ponía la gente para evitar el contagio de COVID-19.
“Durante pandemia bajó mucho la demanda, de hecho algunos talleres estaban parados porque ya no podían seguir trabajando haciendo el reboso, entonces nace la innovación, principalmente lo que era el cubrebocas, entonces de ahí se empezaron a comprar los lienzos para que los reboceros se siguieran elaborando y no se perdiera el trabajo. Era triste ver que los talleres estuvieran parados, entonces nace la aplicación del reboso en prendas con el cubrebocas y de ahí a sacar más modelos””, ahondó la artesana mexiquense.
Ahora “decidimos hacer las piñatas porque teníamos la base de la esfera, siempre como artesanas de innovación buscamos crear nuevas piezas donde se pueda utilizar el lienzo del reboso.
El reboso es 100 por ciento algodón, son hilos de este material, que se tienen que pintar y las empuntadoras hacen el acabado, los nudos, el terminado del reboso, que es lo distingue a los rebosos de Tenancingo de otros lugares, la punta”, subrayó.
Tamaños de las piñatas en reboso
Ortega Cruz indicó que la gente demanda piñatas pequeñas que llevan de adorno en sus automóviles, pero hay quienes prefieren las de 35 centímetros, “algunos (clientes) piden chicas para llevarla en su carro, algunos para adornar sus árboles de Navidad, también ha habido que quieren más grandes para decorar otras áreas de su casa, entonces tenemos toda esa disposición de modificar el tamaño de la pieza”.
Lo más laborioso
El diseño y cocer las piñatas es lo más laborioso, pues se trata también de no desperdiciar nada del lienzo hecho a base de algodón, ni demás materiales para que las ganancias no mermen, “siempre buscamos aprovechar lo más que se pueda el lienzo, entonces tenemos que ajustarnos a las medidas de nuestra tela, a las medidas de lo que es un rebozo y aprovechar lo más que se pueda, nosotros no desperdiciamos nada del reboso, todo se va juntando y se va transformando, muchas veces queda retacería de otros cortes y siento que es lo complicado al momento de diseñar, que podamos aprovechar 100 por ciento la tela, explicó la joven innovadora.
Para elaborar una piñata de este tipo entre dos personas invierten de menos tres horas, desde que se corta el lienzo, se saca el molde y se cose a mano, pues estas piezas únicas son 100 por ciento artesanales, “todo va cocido a mano, se pega, se forra, se rellena, para que tenga firmeza la pieza, son más o menos tres horas entre dos personas”, dijo.
Precios accesibles de las piñatas
El tamaño estándar, que va de los 30 a 25 centímetros cuesta 350 pesos, las de 12 centímetros se venden en 150, los adornos de entre ocho y 10 centímetros cuentan 100 pesos y “hemos trabajado la de 50 centímetros y la vendemos en 850 pesos. No son piezas para romper, son piezas ornamentales decorativas y los colores que más trabajamos son el azul, rosa y verde y los rebosos los trabajamos en colores tradicionales como es el blanco y negro, pero como lo pida el cliente trabajamos el lienzo de algodón”, concluyó.