TUXTLA GUTIÉRREZ.- No podía correr mucho, sus piernas apenas le respondían a su exigencia, en el fuego cruzado de dos grupos del crimen organizado, don Silvestre Méndez, de 74 años, cayó abatido a tiros en el crucero de La Zacualpa, cuando ya se replegaban hacia Siltepec.
Era el sábado 20 de julio. Cientos de campesinos de Siltepec habían sido obligados por un grupo del crimen organizado a realizar un bloqueo carretero, so pena de pagar cinco mil pesos de multa si no acudían al llamado. Don Silvestre Méndez, de la tercera edad, no quería que fuera alguno de sus hijos, así que fue él como representante de su familia.
En la nueva estrategia de guerra en Chiapas, grupos del crimen organizado usan a poblaciones civiles enteras como carnada o señuelo para contener a sus adversarios o el avance de las Fuerzas Armadas.
Además de la larga lista de cientos de ejecuciones, desapariciones forzadas, miles de desplazados y cobro de piso, a la guerra por el control del territorio que libran dos grupos del crimen organizado desde julio de 2021, ahora se suma el reclutamiento forzado y el uso de la población civil para realizar bloqueos de caminos rurales y carreteras, donde en muchas ocasiones han quedado en el fuego cruzado.
Mientras los carteles se pelean el control de la región Sierra Madre de Chiapas, los más vulnerables son los pobladores que están siendo obligados a participan en bloqueos para ambos grupos, ellos son los que quedan a la deriva en el fuego cruzado.
— Isaín Mandujano (@isain) July 22, 2024
El vídeo relata la angustia de… pic.twitter.com/Ow4Xe8gvcp
La ejecución de Ramón Gilberto Rivera Beltrán, el Junior, el 7 de julio de 2021 –cabeza hasta ese momento del Cártel de Sinaloa en Chiapas– desató una disputa y enfrentamientos por el control del estado y la frontera sur mexicana, que este mes cumple tres años de narcoviolencia.
Los protagonistas de esta narcoguerra son, por un lado, el Cártel de Sinaloa (CDS), y por el otro, el Cártel Chiapas y Guatemala (CCYG), quienes se hacen llamar así desde enero de 2024, reconociendo así su alianza con organizaciones de la droga de Huehuetenango, Guatemala.
Esta narcoviolencia empezó en la región fronteriza de La Trinitaria, Frontera Comalapa y Amatenango de la Frontera en 2021, para luego extenderse en 2022 y 2023 a los municipios de la Sierra Madre de Chiapas.
En 2024, el cáncer de la guerra de estos grupos se extendió hasta la región frailesca y la región central del estado, en La Concordia, Ángel Albino Corzo, Villa Corzo, Parral y hasta Ocozocoautla.
La región más impactada ha sido la fronteriza y la región serrana, donde grupos civiles armados imponen retenes y bajan a los ocupantes de vehículos particulares y pasajeros de transporte público.
Debido a esta situación de inseguridad, la vida nocturna murió en la mayoría de los municipios de la sierra y la frontera, se impuso el toque de queda.
Caravanas de camionetas con hombres armados, vehículos monstruo –camionetas modificadas con blindaje artesanal– con fusiles calibre 50 montados, se cruzan entre caminos y carreteras de esa región de la frontera y la sierra.
#Chiapas: Todas las noches, desde las 19 horas; ya nadie camina en las calles en #MOTOZINTLA. Así luce de noche esa cabecera municipal de la región Sierra y Frontera. La narcoviolencia mató también la vida nocturna desde hace ya varios meses. Toque de queda, le dicen. pic.twitter.com/ah4vS8Xshe
— Isaín Mandujano (@isain) July 23, 2024
Incluso estas caravanas pasan frente al cuartel del 101° Batallón de Infantería de la Secretaría de la Defensa Nacional, construido e inaugurado en Chicomuselo en 2018.
Los cortes de suministro eléctrico, derribos de postes de telefonía y cortes de suministro de agua han sido estrategias de guerra a las que ambos bandos recurren para asfixiar o presionar a pueblos y comunidades enteras, donde se refugian grupos armados antagónicos.
La suspensión de clases por largos periodos, el desabasto de gasolina, el cierre de bancos, tiendas y supermercados ya es común en los municipios de estas zonas, que se han convertido prácticamente en pueblos fantasma.
En tres años de disputa por el control del territorio, ambos grupos del crimen organizado han perpetrado ataques en los que civiles han pagado con sus vidas en el fuego cruzado, como le ocurrió a don Silvestre Méndez, de Siltepec el pasado sábado.
La reciente estrategia de forzar a la población como señuelo para atraer o identificar las posiciones de los grupos adversarios, ha sido brutal. La angustia y la desesperación que viven en el fuego cruzado los hombres que llegan a esos bloqueos han quedado plasmadas en los pocos videos que han podido grabar con sus celulares algunos más osados.
El pasado fin de semana fue uno de los puntos más álgidos de la narcoviolencia en la entidad, pues poblaciones de diversas comunidades y municipios, por ambos bandos, fueron presionados a realizar 26 bloqueos en diversos puntos de la región de la sierra y la frontera, lo que paralizó toda esa zona, donde se hayan 15 municipios del estado.
De los tres cuarteles militares que están en los alrededores de Frontera Comalapa, todos estuvieron a puerta cerrada.
En La Zacualpa y Piedra Labrada, colonias separadas sólo por un río y a escasos kilómetros de Chicomuselo, donde también hay un cuartel militar, hubo enfrentamientos.
Y aunque transitan los vehículos monstruo a plena luz del día, nadie toma o publica fotos porque significar arriesgar la vida.
“Ya pasaron perifoneando a qué barrio le toca ir mañana. Van por barrio, llevándose a todos los hombres. Hoy le tocó al barrio Belisario, barrio grande y de los más antiguos de Frontera Comalapa. Así que van todos obligados. Quizás el Ejército se resguardó para hacer mucho ejercicio físico para pronto salir a enfrentar”, indicó con esperanza un poblador.