Este mes, los consumidores estadounidenses recibieron sus primeros regalos de Navidad. La semana pasada, los datos de nóminas en EU revelaron que el ritmo de creación de empleo está actualmente en su nivel más alto desde 1999, a medida que la economía continúa expandiéndose.
Esta semana el precio promedio de la gasolina cayó a 2.77 dólares el galón, unos 61 centavos por debajo de diciembre del año pasado, debido a la caída de los precios del petróleo. En un país que es adicto a los automóviles, esto podría poner otros 100 mil millones de dólares en los bolsillos de los hogares estadounidenses el próximo año, calcula Moody's. También hay otros regalos. Los precios mundiales de los alimentos ahora son alrededor de 5 por ciento más bajos que el año pasado.
Incluso la inflación básica de los precios al consumidor (que excluye los productos volátiles) ha bajado calladamente a sólo 1.5 por ciento anual, muy por debajo del 3 por ciento que los consumidores anticipaban según las encuestas. O para decirlo de otra manera, los hogares estadounidenses están experimentando una rara mezcla de expansión conjuntamente con precios bajos. Es un fenómeno que podría hacer sonreír a Papá Noel.
Pero lamentablemente hay una gran trampa. Aunque los precios más bajos para el consumidor son una bendición para los hogares, dejan a la Reserva Federal de EU en un aprieto. En las últimas semanas, los mercados financieros han asumido que la Fed comenzaría a subir las tasas de interés a mediados del próximo año. De hecho, estas expectativas están ahora tan bien atrincheradas que muchos inversionistas creen que cuando el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) se reúna la próxima semana, modificará su declaración, eliminando su previa promesa de mantener los intereses a niveles bajísimos "por un período considerable de tiempo".
En vista de ello, parecen haber numerosas razones para que la Fed actúe. Se prevé que el crecimiento el próximo año sea alrededor del 3 por ciento, un número saludable; podría estar más cerca de 4 por ciento si los consumidores gastan los 100 mil millones de dólares de ganancias inesperadas de la gasolina. Mientras tanto, hay una creciente evidencia de que la política holgada de la Fed ha avivado el aumento excesivo en precios – y hasta burbujas – de numerosas clases de activos, que van desde obras de arte a riesgosos bonos corporativos y acciones de tecnología.
Pero el problema es que sería muy inusual, para ser sutil, que un banco central endurezca su política cuando la inflación es tan baja, y está cayendo. Después de todo, la actual tasa de 1.5 por ciento está muy por debajo del 2 por ciento que la Fed tiene como meta. Y lo que es realmente notable – y es un reto para la Fed – es que los mercados sugieren que la tasa de inflación pronto podría caer aún más.
Echemos un vistazo, por ejemplo, a la llamada "tasa de equilibrio" – elaborada por la Reserva Federal de St. Louis – que sigue la tasa inflacionaria futura promedio indicada por la diferencia entre los tesoros convencionales y aquellos vinculados a la inflación. Esta semana, la tasa de cinco años cayó al 1.24 por ciento, mientras que la tasa a 10 años cayó a 1.71 por ciento. Eso está muy por debajo del objetivo de la Fed.
Los funcionarios de la Fed no están seguros de cómo interpretar esto. Algunos funcionarios, como su vicepresidente Stanley Fischer, piensan que este patrón es sólo un efecto temporal del desplome de los precios del petróleo, que se desvanecerá una vez que los precios de la energía se reduzcan a un patrón de expectativas inferior. También piensan que el mensaje del índice de equilibrio está siendo distorsionado por la escasa liquidez en los mercados de bonos globales.
Por lo tanto, se ven tentados a ignorar los números de la inflación, sobre todo porque hay una buena probabilidad de que el desempleo caiga por debajo de 5.5 por ciento a principios del año próximo – que la Fed cree que es la tasa natural. Bill Dudley, gobernador de la Fed de Nueva York, recientemente dio a entender que la caída de los precios de las materias primas debe fortalecer el argumento en pro de una subida de las tasas, ya que impulsará el crecimiento estadounidense.
Pero otros piensan que la Fed no debería ignorar su meta inflacionaria. Después de todo, no se puede culpar al petróleo de todo. Como lo señala Eric Rosengren de la Fed de Boston, la perspectiva débil de crecimiento mundial está suprimiendo los precios, también.
Ante esto, el resultado más probable es que la Fed siga ganando tiempo. Eso parece sensato, dada la incertidumbre que rodea los mercados de materias primas, y el impacto potencialmente trascendental de la oscilación de los precios.
Mientras tanto, hay dos puntos clave que los inversores deben tomar en cuenta. En primer lugar, este debate es un recordatorio de que una gran brecha se ha abierto entre la dirección de los precios de los activos y los precios al consumidor. En segundo lugar, siempre y cuando esa brecha continúe ampliándose, los bancos centrales permanecerán atrapados en una trampa, y el potencial de volatilidad de los mercados de bonos se mantendrá elevado. Todos los ojos están puestos en el FOMC. Y en las gasolineras.
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Financial Times