Financial Times

No se trata sólo de reformas, se debe restaurar confianza: Videgaray

El secretario de Hacienda, Luis Videgaray, dijo que, más allá de la aprobación de reformas económicas, el gobierno de Enrique Peña Nieto debe tener como prioridad la restauración de la confianza de la sociedad mexicana.

El ambicioso programa de reformas de México servirá de poco si el gobierno salpicado de escándalos del presidente Enrique Peña Nieto no logra recuperar la confianza del pueblo.

Esta evaluación inusualmente franca viene del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien, al igual que el presidente, se encuentra en el epicentro de un escándalo por la adquisición de viviendas de un prominente contratista del gobierno, lo que ha alimentado las acusaciones de capitalismo entre amigos.

Peña Nieto ha logrado una serie de "maravillosas" reformas económicas, incluyendo la liberalización del sector petrolero, el cual estuvo cerrado a la inversión privada por casi 80 años. Sin embargo, Videgaray dijo que éstas no deberían ser las únicas prioridades de un gobierno con todavía casi más de cuatro años por delante en el cargo.


"No se trata sólo de reformas, reformas, reformas", dijo al Financial Times en una entrevista. "Tenemos que hacerle frente a lo que es en la actualidad realmente importante para la sociedad mexicana, que no es (sólo) la corrupción y la transparencia. Va más allá de eso – se trata de una cuestión de confianza".

Y agregó: "Podemos realizar 10 reformas energéticas pero si no añadimos confianza, no podremos aprovechar todo el potencial de la economía mexicana".

México ha experimentado un atascamiento del crecimiento de entre 2.2 y 2.4 por ciento en las últimas tres décadas. Una expansión económica más sostenida requiere instituciones fiables, justicia y transparencia, dijo Videgaray.

Sin embargo, no está claro si el gobierno entero de Peña Nieto se siente igualmente comprometido con la necesidad de priorizar el Estado de Derecho. Cuando se le preguntó si todo el gabinete y el presidente comparten este punto de vista, Videgaray respondió: "Yo creo que sí".

Una figura prominente que sí comparte esa perspectiva es Agustín Carstens, gobernador del Banco de México. En otra entrevista con el Financial Times, dijo: "Es tremendamente importante – es un tema que necesita ser abordado – y tenemos que realizar esfuerzos decididos al respecto".

El diagnóstico de Videgaray marca un cambio significativo en el énfasis de un gobierno que ha tardado en darse cuenta de cómo el estado de ánimo del público en México se ha tornado contra él. El índice de popularidad de Peña Nieto es el más bajo que el de cualquier presidente mexicano en 20 años.

Han habido críticas vehementes acerca de la mansión (la "Casa Blanca") de la familia presidencial y de la casa de fines de semana del secretario de Hacienda en un lujoso campo de golf, así como el manejo por parte del gobierno del caso de la desaparición y aparentemente asesinato de 43 estudiantes en el estado de Guerrero.

Más recientemente, Alejandro Murat, director del Infonavit, fue vinculado en una investigación del New York Times con inmuebles de alto valor en Estados Unidos, propiedad de su familia. Su padre, el exgobernador priista de Oaxaca José Murat fue una pieza clave del Pacto por México entre los partidos políticos que Peña Nieto invocó para impulsar sus reformas.

Si bien la arraigada corrupción se ha tolerado por mucho tiempo en la política mexicana, la paciencia del público parece haberse agotado ahora que los escándalos se han multiplicado.

El contratista en el centro del escándalo de las casas es dueño de una empresa que formaba parte de un consorcio encabezado por China que ganó un lucrativo contrato para un tren de alta velocidad en noviembre. Días más tarde, justo antes de que estallara el escándalo de la "Casa Blanca", el gobierno rescindió el contrato, citando preocupaciones sobre la transparencia del proceso.

El reconocimiento, aunque tardío, del presidente de que lo de las casas lucía muy mal – a pesar de que, como él y Videgaray insistían, no era ilegal – y su orden para una investigación oficial, no han logrado hasta el momento cambiar las percepciones.

Pero Videgaray se negó a culpar a los poderosos y descontentos grupos de intereses, que incluyen a sindicatos y grandes empresas sacudidos por las reformas, de avivar el descontento popular. "Tenemos que asumir la responsabilidad de lo que hemos hecho y de nuestros retos", dijo, a la vez que reconoció que esto requería una política consistente en lugar de "discursos lindos".

La promesa de hablar menos y hacer más fue enfatizada con la detención la semana pasada del hermano del exgobernador de Guerrero Ángel Aguirre y varios funcionarios estatales, sospechosos de haber desviado millones de dólares en fondos públicos.

Y mientras que Peña Nieto no puede darse el lujo de desperdiciar la mitad de su mandato como un presidente impotente, Videgaray también destacó los peligros de una espiral de desencanto con los políticos.

La víctima, advirtió, sería el compromiso de México con una gestión económica prudente en medio de un resurgimiento de la tradición populista de América Latina. "Basta con ver a Venezuela", dijo.

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