La industria automotriz de México ha experimentado un extraordinario crecimiento durante los 22 años transcurridos desde que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) abrió el mercado estadounidense.
La producción se elevó a más del triple para alcanzar un total de 3.4 millones de vehículos en 2015, y el 82 por ciento de los 2.7 millones exportados del país ese año fueron a Estados Unidos o a Canadá.
Pero el anuncio de Ford el pasado martes de que estaba abandonando los planes de construir una nueva planta automotriz mexicana destaca la seria amenaza que el presidente estadounidense entrante Donald Trump plantea a la industria.
El presidente electo ha reprendido públicamente a las compañías estadounidenses que trasladan empleos al otro lado de la frontera sur, incluyendo a General Motors (GM) esta semana, y ha amenazado con deshacer el TLCAN.
Sergio Marchionne, el director ejecutivo de Fiat Chrysler, ya ha descrito la elección de Trump como un "cambio de juego" para la industria automovilística. Desde 1994, los bajos costos de mano de obra, el libre acceso al mercado estadounidense y los acuerdos de libre comercio que abarcan a otros 44 países han impulsado a México a convertirse en el séptimo mayor fabricante y en el cuarto exportador de automóviles del mundo. Sus plantas y cadena de suministro apoyan a más de 750 mil empleos.
Los proveedores mexicanos también suministran el 40 por ciento de todos los componentes usados en autos ensamblados en EU, incluyendo casi todos los cinturones de seguridad, bolsas de aire y fundas de asiento. En total, un tercio de todas las exportaciones de México a EU son automóviles o componentes asociados.
La menor base de costos de México también significa que los fabricantes a menudo utilizan plantas en el país para ensamblar vehículos que no serían rentables si fueran fabricados en EU.
Los analistas citan a menudo el caso del Chevrolet Cruze, el vehículo que atrajo la ira de Trump el martes, cuando él tuiteó que GM debiera enfrentar un "gran impuesto fronterizo" por importar los vehículos de México a EU. Aunque la versión sedán del Cruze se fabrica en EU, el modelo "hatchback" (con puerta trasera) más económico se fabrica en México.
"Todos los fabricantes nacionales luchan por ganar dinero en el ensamblaje de automóviles pequeños en EU", comentó un ejecutivo de un fabricante de automóviles no estadounidense. "Económicamente, tiene mucho más sentido fabricar en México", él agregó.
Para complicar aún más el debate, el TLCAN también ha alentado a los fabricantes de automóviles a comprar mercancía de proveedores en ambos lados de la frontera. Los componentes fabricados en EU representan aproximadamente dos quintos del contenido de las exportaciones de automóviles construidos en México.
Pero eso pudiera cambiar bajo el mandato de Trump, quien asume el cargo el 20 de enero. Durante su campaña, él habló de imponer un arancel del 35 por ciento a los automóviles exportados de México a EU. Esta semana Trump escogió a Robert Lighthizer, un escéptico del libre comercio desde hace tiempo, para servir como representante comercial de EU.
La hostilidad de Trump en contra de los automóviles de fabricación mexicana y las críticas dirigidas a los fabricantes estadounidenses ampliamente se consideró como un factor detrás del anuncio de Ford esta semana de que estaba cancelando los planes para una planta de 1.6 mil millones de dólares en San Luis Potosí. La compañía también señaló que invertiría 700 millones de dólares en la fábrica de Flat Rock, Michigan, donde creará 700 nuevos empleos y construirá una serie de nuevos vehículos eléctricos e híbridos.
En entrevistas con el Financial Times, ejecutivos actuales y exejecutivos de alto rango de grandes fabricantes de automóviles con plantas en México expresaron que el país seguiría siendo atractivo como un sitio de fabricación de bajo costo, incluso si Trump y el Congreso republicano encontraran formas de frenar o detener el flujo de vehículos hacia EU.
Sin embargo, los datos de ventas actuales muestran lo importante que sigue siendo EU: En 2015, el 60 por ciento de todos los automóviles fabricados en México se vendió en el mercado estadounidense, según LMC Automotive.
Según el banco de inversión UBS, más de la mitad de esas exportaciones a EU fueron hechas por los "tres grandes" de la industria automovilística estadounidenses: Ford, GM y Chrysler, propiedad de Fiat.
Un alto ejecutivo insistió en que las plantas automotrices eran "inversiones a largo plazo" que "no van a revertirse en el transcurso de una sola presidencia".
Después de todo, Ford puede que haya obtenido titulares — y tuits aprobatorios — por desechar los planes de la planta en San Luis Potosí, pero su anuncio también señaló que estaba trasladando la producción del modelo Focus de su planta en Wayne, Michigan, a una instalación existente en Hermosillo, México.
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