El vino es una bebida alcohólica que comenzó a producirse en el actual territorio mexicano hace cerca de 500 años, cuando se introdujeron las primeras uvas en el siglo XVI y era principalmente para consagrar.
Aunque su producción fue prohibida durante un tiempo en la Nueva España por los intereses económicos de la Corona, el vino tuvo tiempo para adaptarse y formar tradición en la gastronomía mexicana.
No hay datos exactos sobre su origen, pero se sabe que ya lo bebían hace más de seis mil años, dejó rastro en la antigua Mesopotamia e incluso bajo las cenizas de Pompeya, ciudad destruida por el volcán Vesubio en el 79 d. C. Su nombre viene del latín vinum.
No sólo es una bebida con una historia ancestral, sino que, según diversas investigaciones, una copita de vino de vez en cuando en benéfica para la salud.
La paradoja francesa
De acuerdo con la cápsula científica Por pura curiosidad, producida por la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, hace algunos años, un estudio reveló que el consumo de vino tinto con moderación reduce el riesgo de sufrir un infarto.
La investigación comenzó en 1992, cuando se dieron cuenta de que los franceses sufrían menos enfermedades coronarias que en otros países, pese a que consumían más alimentos grasosos.
La clave era el consumo de vino, pues sus uvas contienen sustancias protectoras para el corazón, neutralizan los radicales libres resultado de la oxidación que produce el oxígeno en las células y deterioran al corazón y otros órganos.
Ahora también se sabe que el vino blanco también posee las mismas propiedades.
Previene enfermedades
Según un artículo de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, las ventajas de esta antigua bebida son descubrimientos recientes.
Según dicha investigación, firmada por Sabrina Rodríguez Suárez, Rosa María González Ramos, Maikro Rodríguez Hernández, Juan Alejandro Vázquez González, el consumo de una copa de vino por día se asocia a la prevención de artritis reumática, gripe, resfríos, retinopatía diabética y formación de coágulos de sangre.
Asimismo, previene ciertos tipos de cáncer: garganta, colon, mama, pulmón y próstata.
Para sobrellevar padecimientos
Los especialistas explican que esa copita también disminuye las alergias por sus propiedades antihistamínicas, reduce el dolor y las molestias de las hemorroides, además de que mejora las várices.
Ayuda a la visión
Contiene una sustancia llamada resveratrol, el cual protege la visión.
Favorece la digestión
Su presencia en las mesas no es una casualidad, ya que facilita el proceso digestivo y evita que se formen células grasas.
Memoria
Sus propiedades ayudan a mantenernos despiertos o en vigilia y también previene el envejecimiento prematuro de las células de la memoria.
Belleza
En cierta cantidad, su consumo es bueno para la piel.
Cuidado con el exceso
Aunque una copa diaria tiene grandes beneficios, los investigadores de La Habana señalan que su consumo excesivo propicia la aparición de enfermedades que pueden convertirse en mortales.
“El consumo frecuente de vino en dosis elevadas ocasiona también lesiones tisulares (especialmente en el sistema nervioso central y el hígado) lo que constituye, como otras bebidas alcohólicas, un factor predisponente para la cirrosis y carcinomas”.