¿A qué edad comenzaste a beber café? Quizá fue una tacita combinada con leche o un discreto jarro de café de olla en una posada que sin darte cuenta se volvió cotidiana para resistir una larga jornada de estudio.
Hoy ese mar de cafeína mantiene en movimiento el mundo de miles de personas adultas, tanto que es la bebida más consumida en el mundo después del agua, pero ¿es aconsejable durante la infancia?
Cuando se bebe café el cuerpo reacciona, la sustancia responsable de sus efectos es la cafeína, la cual actúa en el sistema nervioso; los efectos son distintos en cada persona, mientras a algunos les causa placer, a otros les provoca repudio, pues hay quienes son más sensibles a sus efectos, además, la velocidad a la cual ésta se asimila es variable.
Por lo general, con cierta medida, el café puede ser parte de una dieta saludable, tiene un efecto estimulante, se ha dicho que provoca un estado de alerta, mejora la concentración, la memoria y la capacidad de aprendizaje; sin embargo la edad de consumo es un punto clave.
¿Por qué los niños no deben consumir cafeína?
Al fin y al cabo la cafeína es una droga, la única aceptada en todo el mundo. Según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), la dosis adecuada para las personas adultas sanas es de 400 miligramos de cafeína al día (cuatro o cinco tazas de café), mientras que para los niños no ha establecido un nivel.
Sin embargo, la Academia Americana de Pediatría desaconseja el consumo de cafeína ni otros estimulantes en niños y adolescentes.
No solo se trata de evitar el café, es más común que a temprana edad la cafeína se ingiera por otro tipo de bebidas que la contienen, por ejemplo, el refresco de cola o hasta bebidas energizantes.
Quizá has visto en las etiquetas de algunas bebidas no alcohólicas una indicación particular: “Contiene cafeína. Evitar en niños”, en la modificación a la norma NOM-051-SCFI/SSA-2010 se estipula que los productos que adicionan cafeína deben declararla y tener en su etiquetado esta leyenda precautoria.
De acuerdo con una publicación de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), los menores son más sensibles a la cafeína y pueden sentir los efectos por mayor tiempo.
“El efecto que tiene esta sustancia en las personas depende de la sensibilidad a la misma y qué tan rápido la asimilan. En términos generales, cuanto menor sea el tamaño de la persona, menor será la cantidad de cafeína necesaria para producir efectos secundarios, pero la sensibilidad a la cafeína se ve afectada en gran medida por la ingesta diaria de esta”, describe la Revista del Consumidor de marzo de 2021.
En un artículo de Fundación Mapfre, el doctor Alfonso Pérez del Hospital Clínico de Barcelona reafirma que la cafeína no debe ingerirse en una edad infantil, ni en café ni en refrescos, pues al ser más susceptibles a ésta podría causarles nerviosismo, irritabilidad, insomnio, taquicardia y palpitaciones.
Además, en un texto publicado en Live Science, la especialista Roberta Anding agregó que si el niño ya tiene un trastorno de ansiedad, los efectos de la cafeína podrían empeorarlo.
“No se recomienda para los mayores ni para los niños en general, sino que su consumo está reservado a la etapa adulta”, concluye Alfonso Pérez.
La FDA sugiere revisar cada caso particular con un profesional de la salud.