Remedio para la cruda, el calor y las tristezas, una michelada es la madre de todas las rarezas que se han hecho a través de los años con la cerveza, desde ‘gomichelas’, ‘licuachelas’, ‘rotochelas’, ‘pitochelas’, todo ingrediente es posible en esta mezcla: limón, jugo de jitomate, gomitas, mariscos, cacahuates, papas, chapulines, cueritos, ostiones, carne, fruta, apio, chile en nogada y un delicioso etcétera que no conoce límites.
Para beber una michelada es ‘sin miedo al éxito’, es su esencia, pues ¿a quién se le pudo ocurrir echarle limón, hielo y salsa a su chela?
El Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana la define como una bebida que se prepara con cerveza clara u oscura en un vaso escarchado, con jugo de limón, sal y chile en polvo, así como salsas sazonadoras, inglesa, chile en polvo, salsa y jugo de limón; sin embargo, con toda la creatividad que se le echa al vaso, esta definición se queda corta.
¿Cuál es el origen de la michelada?
Cerveceros de México la describe como un “invento 100% mexicano” con un origen difuso por las muchas teorías que se mezclan entre su escarchado sabor, “lo que sí se sabe con certeza es que esta bebida a base de cerveza es mexicana y es una de las combinaciones más populares de nuestro país”, detallan en una publicación.
Buscar el origen de los platillos siembre nos lleva a terrenos difíciles de comprobar. La michelada es una de esas preparaciones en las que la leyenda es un ingrediente más, como sucedió con otros como el pambazo, supuestamente creado para la emperatriz Carlota, el pozole que nació por el exceso de maíz durante una fiesta en Chilapa o el mismísimo chile en nogada, que cuentan nació durante un banquete a Agustín de Iturbide.
Michel Ésper: ‘el inventor de la michelada’
La historia más aceptada sobre el origen de este coctel chelero tiene nombre y apellido: Michel Esper, quien, dicen, creó la michelada en San Luis Potosí.
Se cuenta que él frecuentaba el Club Deportivo Potosino uno de los más antiguos (fundado en 1940). Un día, en la década de los 70, se le ocurrió pedir algo refrescante que parecía más cercano a una limonada, pero con chela: una cerveza con limón, sal, hielo, con un popote, servida en una copa llamada chabela.
Esta extraña combinación se volvió muy popular en el club, donde la comenzaron a llamar ‘michelada’ como una combinación de las palabras ‘Michel’ y ‘chabela’.
En un video de Miche Mix, empresa especializada en mezclas para hacer esta bebida, destaca una entrevista a Michel Esper, quien se presenta como el “inventor de la michelada”.
Esper relata que en ese entonces le gustaba mucho ir al club a jugar tenis. Un día después de una fiesta llegó al lugar con “una sed salvaje”, así que se fue directo al bar con su amigo cantinero, Fidel Saldívar Cárdenas, quien le dio una cerveza que no estaba fría.
Esper le pidió un vaso ‘jaibolero’ (no chabela como dice la historia) con dos hielos, un limón y el salero: “yo con mis propios dedos exprimí la mitad, le aventé sal a mi gusto, mis salsitas picantes, después las oscuras, cerveza clara... el trago de medio vaso, deliciosa”.
“Este hombre tiene historia aquí”, dice en el video el cantinero Fidel, “vino a inventar la michelada”. Mucha gente acude al deportivo de San Luis Potosí con la curiosidad de si ese es el lugar que vio nacer a una de las bebidas más populares del país.
“De eso se trata la michelada: que te sepa entre agrio, saladito, picosito y que detectes que es el sabor de tu cerveza”, dice Esper, “Se siente muy bonito porque hice aparecer en el mapa mundial a San Luis Potosí, qué orgullo”.
¿Mi chela helada?
Hay otra historia sobre el origen, la cual apunta que en realidad esta bebida preparada se puede rastrear hasta los años 50, cuando era común que las chelas se tomaran a temperatura ambiente en Europa y México, pero no en Estados Unidos, donde comenzaron a tomarla con hielo o refrigeradas y la nombraron chilled beers.
Con la idea de los hielitos tomada de Estados Unidos, cuentan que en el norte de México comenzaron a agregarle más ingredientes y la palabra chilled cambió a ‘chelada’, ‘mi chela helada’ y finalmente ‘michelada’.
Sobre esta historia, podemos rastrear que existió un periodo en el que no era común tomar bebidas y alimentos fríos, puesto que el hielo era un recurso difícil de conseguir, ya que debía traerse desde las montañas y volcanes en burros.
A inicios del siglo XX la industria cervecera en México comenzó a tomar impulso, aunque en varios estados se vendía a altos costos al principio, para las élites, porque era necesario importar ingredientes como la cebada y el lúpulo.
Posteriormente hubo grandes campañas para promover su consumo, incluso se cuenta que durante un tiempo la cerveza se mezclaba con limón cuando tenía mal sabor, así que la idea de mezclar la bebida ya estaba presente desde el fondo de esta bebida.
A mediados de siglo, la costumbre de beberla fría aumentó con el uso de los refrigeradores, los cuales comenzaron a estar al alcance de más hogares mexicanos en la década de los 50.
Sea cual sea el verdadero origen de la michelada, este requirió necesariamente la presencia de hielos o refrigeradores para pedir “mi chela helada”, pues en todas sus versiones la frescura es esencial.
Hay quienes además distinguen la ‘chelada’ (solo con hielo, sal y limón) de la ‘michelada’, a la cual se le puede agregar casi lo que sea y cuyos ingredientes han ido cambiando hasta echar todo lo que se tiene a la mano como un reto al ingenio, servido en cualquier tipo de vaso, incluso en los de la licuadora.