Food and Drink

Homenaje póstumo a Héctor Bonilla, el actor que odiaba la pizza y amaba el aguardiente

‘Pocas cosas en la vida le gustaban a Héctor Bonilla tanto como el aguardiente’, comentó uno de sus hijos en el homenaje a Bellas Artes, donde recordaron el amor del actor por la gastronomía.

Durante el homenaje de Héctor Bonilla en el Palacio de Bellas Artes se reveló algunos de los sitios que el actor visitaba para comer. (Foto: Instagram / @restaurantedanubio / @cantinalajalisciense / Cuartoscuro / Germán Romero)

“Además de su gran colmillo por el escenario, (Héctor Bonilla) tenía muy buen colmillo para la comida”, afirma Sofía Álvarez, esposa del actor de Rojo Amanecer, quien este lunes recibió su última llamada en el Palacio de Bellas Artes, durante un homenaje en memoria a su legado y trayectoria.

Bonilla falleció este 25 de noviembre, sus cenizas fueron llevadas a dicho recinto cultural en una urna grabada con el epitafio que él mismo eligió en vida: “Se acabó la función, no estén chingando. El que me vio, me vio. No queda nada”.

Durante el evento, su familia tomó unos momentos para hablar de aquello que une los afectos de las personas, desde su buen humor, su afición a los Pumas, con cuya ropa deportiva fue cremado, hasta lo más íntimo: la gastronomía.

La comida favorita de Héctor Bonilla

“Decía que por su abuelo materno, de origen vasco, le gustaban los restaurantes, la cafetería a la que iba cuando era más joven; el Danubio (al que fuimos a comer antes de venir para acá), el Rincón Rancho, Los Guajolotes (ya desaparecidos) y el Cambalache”, explicó Sofía Álvarez sobre los sitios favoritos del histrión.


“Aunque también disfruta de unos buenos tacos, después en los Ovnis”, agregó uno de los hijos de Héctor Bonilla, “el Gallito o unas garnachas en el centro de Tlalpan, desde luego”.

Cabe destacar que el Danubio es uno de los restaurantes antiguos de la Ciudad de México, fundado en 1936 por los vascos Víctor Amundarain y Jorge Aranguena, exiliados de la Guerra Civil española.

A través de sus preferencias culinarias, Bonilla demostró un gran afecto al sur de la Ciudad de México, además de las garnachas de Tlalpan, era un cliente asiduo de la cantina La Jalisciense, también en esa alcaldía, la cual fue fundada en 1870.

Pocas cosas en la vida le gustaban tanto como el aguardiente, era un bebedor de tequila, sotol y mezcal, pero tampoco le hacía el feo al vino tinto y a la cerveza oscura, de vez en cuando un brandy para el desempance, echarse un trago en la cantina La Jalisciense, donde Renato Leduc escribió Tiempo al tiempo, o en la Nueva Orleans, donde escuchaba un poco de jazz... nunca lo vi tomar Bacardí”, agregó entre risas y nostalgia uno de los descendientes de Héctor Bonilla.

Su viuda explicó que el actor comía sus alimentos con mucho chile y explicó que los platillos favoritos del actor eran el pescado zarandeado, la machaca, las hojas de parra, el caldo de camarón, el strudel de manzana y el ate con queso.

Uno de sus hijos relató que habían ciertos alimentos que no le gustaban al actor y explicó que las aguardientes como el tequila, mezcal, entre otros, eran sus bebidas favoritas.

“Odiaba la cátsup, la Coca Cola y las pizzas. Pocas cosas en la vida le gustaban como el aguardiente”, explicaron los familiares de Héctor Bonilla.


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