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¿Por qué en España acostumbran comer mariscos en Navidad?

El pavo no es un platillo común entre los menús españoles, son los frutos del mar los que protagonizan la cena navideña en varias ciudades de la península ibérica.

Los mariscos son el plato fuerte en las mesas españolas durante las fiestas navideñas. (Foto: Paxels)

En varias ciudades de México el rey de la mesa en Navidad es indiscutiblemente el pavo, los romeritos y la ensalada de manzana; sin embargo no en todo el mundo, ni siquiera en otras latitudes del territorio mexicano, se sirven estos platillos.

Por ejemplo, en España los protagonistas de las mesas en esta época decembrina son los mariscos. Te contamos por qué y de dónde viene esta tradición gastronómica.

¿Por qué en España se sirven mariscos en la cena Navideña?

Camarones salteados, ostiones en mantequilla, langostinos al vino, entre otras modalidades de frutos del mar son parte del menú decembrino en miles de hogares españoles.

En las costas de la península ibérica, los oriundos esperan el otoño para recibir la mejor ‘cosecha’ de mariscos. De acuerdo con un artículo de El Confidencial, tras el desove de las especies marinas como los moluscos, los crustáceos entre otras especies la pesca garantiza una mejor recolección de especímenes.

No obstante, el argumento con más peso sobre la razón por la que los mariscos ‘gobiernan’ la cena navideña se encuentra en el calendario de Adviento y los preceptos católicos de la iglesia.

Una de las fechas más importantes de la liturgia católica es el 25 de diciembre, es decir cuando llega el advenimiento o llegada de Jesuscristo o Cristo Niño.


Por ello, la iglesia marcó esta fecha como una festividad en la que los feligreses deberían guardar la solemnidad con el ayuno y la abstinencia.

Según un artículo de El Comidista, la Nochebuena (24 de diciembre) estaba dedicada a la penitencia y a la ‘mortificación del cuerpo’.

Este precepto se traduce en una vigilia de carne (la misma que se emprende en Semana Santa), por ello las verduras, el huevo, los pescados u otros alimentos de origen marino formaban parte del menú.

Asimismo la restricción del número de comidas también era un lineamiento importante a seguir durante estas fechas.

Los devotos solo debían consumir una comida ‘fuerte’ al día y máximo dos refrigerios; sin embargo, la cena se reservaba para tempranas horas de la noche dado que los asistentes a la misa de gallo o misa de medianoche debieron haber dejado pasar por lo menos tres horas desde el último consumo de alimentos.

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