Sin GPS ni mapa, se sabe con exactitud dónde está la calle López del Centro Histórico de la Ciudad de México: su cercanía es anunciada por el olor a café que se vuelve cada vez más intenso en la esquina con Ayuntamiento. Ahí está Café Villarías, uno de los expendios más antiguos de la metrópoli.
Durante 80 años, en este lugar se ha escuchado al molino devorar los granos de café, el tostado mantiene una atmósfera siempre calurosa y al terminar la fila llega la pregunta: “¿lo toma suave o fuerte?”, cuya respuesta dice más de la persona que casi cualquier otra característica a la vista.
La visita a este sitio provoca el efecto inevitable de impregnarse con café, y de paso todo el camino de regreso a casa.
La historia del Café Villarías
En dicha esquina el expendio de café existe desde las primeras décadas del siglo XX, aunque está a cargo de la familia Villarías desde 1942, personas españolas exiliadas en México como consecuencia de la Guerra Civil en su país.
“El Café Villarías es algo más que un expendio de café; se trata de un espacio que refleja en todas sus paredes y esquinas la historia de aquellos que fueron obligados a buscar nuevos horizontes, mismos en los que el tormento de la Guerra Civil permaneció presente y definió, completamente, la vida de esos a los que llamaron rojos”, describen en su página.
Esa migración sumó a la cazuela de sabores que ya representaba la Ciudad de México en ese momento, tanto es así que en la década de los 30 acon ella se popularizó la rosca de Reyes o se fundaron establecimientos como el Restaurante Danubio, de comida vasca, así como varias de las panaderías de antaño.
Aquella familia vivía en la región de Santoña, al norte de España, donde en 1897 trabajaron en la Fábrica de Conservas de Pescado Villarías, un negocio fundado por Ignacio Villarías hasta 1937.
De ahí tuvieron que moverse a Francia, trabajaron un tiempo en fábricas locales, pero con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, nuevamente migraron a otro país para refugiarse. En 1939 tomaron un barco de vapor hacia Nueva York y luego viajaron hasta Veracruz, la cual en ese momento era llamada ‘cuna’ de refugiados españoles.
Tras vivir en Veracruz un tiempo, por fin se establecieron definitivamente en la Ciudad de México, donde vivieron en un departamento de la calle López, la cual para ese momento era el hogar de diversas familias españolas, quienes comenzaban a poner sus propios negocios.
Leoncio y Juan Villarías comenzaron a trabajar en un expendio que de café llamado Cafemex, entre las calles de López y Ayuntamiento. Para 1941 el dueño decidió traspasar el local y Leoncio (padre) lo compró y de ese modo volvió a ser un negocio trabajado por toda la familia.
Desde ahí enviaron víveres a Europa, para apoyar a personas durante la guerra, Juliana Hedilla cosía costales para colocar dentro alimentos. Su máquina aún está en el expendio.
Muy cerca estaban las oficinas del Centro Republicano, lugar de reunión de exiliados, en la cual estuvo involucrado Leoncio Villarías, incluso su expendio fue considerado informalmente ‘El Consulado de la República Española en México’, describen en su sitio, “una especie de embajada de todos aquellos exiliados que habían convertido a México en su hogar sin olvidarse de la patria de la que habían sido expulsados”.
La tienda tuvo una pequeña tienda de caramelos atendida por uno de los hermanos, actualmente tiene un local cercano donde preparan café al momento con la mezcla de la casa, selección especial de Chiapas (americano, expreso, capuchino, lechero o latte), fríos, con sabores y postres para acompañar.
En el expendio encuentras dos tipos de grano: caracolillo y planchuela de Chiapas, Tapachula, Puebla o Coatepec; así como lotes de Pluma Hidalgo, Márago y Atoyac.
Hay una opción y mezcla que los maestros del café recomiendan en este sitio para cada tipo de preparación: café de olla, cafetera italiana, prensa francesa o filtrocafeteras.
En una de las paredes tienen un mural que representa la historia de la familia, desde Santoña hasta la fundación de su negocio en la calle López. Abundan cafeteras antiguas en las vitrinas, fotografías y demás recuerdos, pero su café es lo que permite dar un sorbito al pasado.
¿Dónde? C. López 68-A, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc, 06050 Ciudad de México, CDMX