Este platillo nos acompaña todo el año: para los ‘Godínez’ no falta una clásica ‘guajolota’ chilanga; en Día de Muertos, los ‘tamales de pedo’; en las fiestas, el enorme zacahuil; las corundas michoacanas también son cotidianas; aunque en especial el Día de la Candelaria (2 de febrero) es el esperado día de la tamaliza.
Quienes el Día de Reyes encontraron un ‘muñequito’ en la rosca de Reyes, por tradición cada 2 de febrero ponen la deuda de los tamales.
¿Qué se celebra el 2 de febrero?
El Día de la Candelaria se conecta con la rosca del Día de Reyes (6 de enero) ya que ésta representa la Epifanía: el momento del encuentro de la “familia sagrada” con los Reyes Magos, cuando José y María huyeron con Jesús de la persecución del rey Herodes, por ello el pan tiene ‘muñequitos’ que simbolizan al niño, escondido.
La festividad de febrero es el fin del ciclo navideño, las personas católicas celebran a la virgen de la Candelaria y también levantan la figura del niño Jesús del nacimiento, lo visten con variados ropajes y lo llevan a iglesias para bendecirlo, ya que en tiempos bíblicos, los primogénitos debían ser presentados en el templo 40 días después de su nacimiento. Se cree que Jesús fue llevado un 2 de febrero.
En un artículo del INAH, la doctora Carmen Anzures y Bolaños explica que en la Nueva España, durante el proceso de evangelización los franciscanos introdujeron los nacimientos para representar al niño Jesús. Esa figura era arrullada la noche del 24 de diciembre y llevada a la iglesia 40 días después por esas mismas personas, “se trata de un compadrazgo”.
Según la especialista, esta tradición pudo ser “montada por la iglesia católica” en las mismas fechas en que los pueblos mesoamericanos tenían otras ceremonias, a inicios de febrero, cuando sucedían los últimos 20 días de su calendario.
Fray Bernardino de Sahagún relata, por ejemplo, que los pueblos mesoamericanos realizaban sacrificios a los tlaloques (ayudantes de Tláloc), para pedirles lluvia para las cosechas. En esas ceremonias se ofrendaban niños vestidos de gala.
“Esto lo aprovecharon muy probablemente los evangelizadores”, dice Carmen Anzures, para así relacionarlo y empalmarlo con el culto cristiano de llevar al niño Jesús a los templos, “con el cambio de las generaciones, el recuerdo de aquellas ceremonias prehispánicas fue diluyéndose”.
En un artículo la Procuraduría Federal del Consumidor se explica que México es el único país que viste al niño Dios con nuevo ropaje.
Según investigaciones del Instituto Nacional de Antropología (INAH), “esta tradición tiene su origen en la Edad Media, cuando se convirtió en un elemento que acompañaba a las religiosas en su toma de hábitos”. ¿Y en esto qué tienen que ver los tamales?
¿Por qué se comen tamales el Día de la Candelaria?
Los tamales son una preparación de orígen prehispánico, aunque han sumado ingredientes europeos como la manteca. Eran especialmente consumidos en festividades como el ciclo agrícola, Carmen Anzures describe que para la petición de lluvia se hacían algunos con hierbas semiamargas que comían como penitencia o para ayuno.
Ya con ese carácter ceremonial y festivo, los tamales se adaptaron con facilidad a fiestas católicas como el Día de la Candelaria.
En México, quienes hallaron al ‘niño’ dentro de la rosca de Reyes se convierten en ‘padrinos’ del niño Jesús, por lo cual adquieren el compromiso de vestirlo, llevarlo a bendecir a la iglesia y también de invitar el almuerzo a las personas con quienes partieron el pan el 6 de enero, antes no solo eran tamales, sino que los alimentos se extendían hasta la comida de la tarde con mole, barbacoa y más.
El Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana detalla que el 2 de febrero se celebra de formas distintas en cada lugar del país, con diferentes alimentos para convivir o regalar: en Acahuato, Michoacán, se acostumbra consumir achicaladitos (plátanos deshidratados cocidos en miel de piloncillo), mientras que en el Distrito Federal ofrecen tamales y chocolate con leche.