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Con sodas y langosta: Así nació el Sanborns de los Azulejos hace más de 100 años en la casa de un conde

Antes de ser uno de los restaurantes más antiguos de la CDMX, la Casa de los Azulejos fue residencia de los los Condes de Orizaba y un lujoso club. Se dice que aquí se inventaron las enchiladas suizas y los molletes.

En 1919, en la llamada Casa de los Azulejos del Centro Histórico de la Ciudad de México, se inauguró el restaurante Sanborns. (Foto: Facebook / Sanborns).

En la antigua calle de Plateros, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se sirven enchiladas con historia en un edificio que existe desde hace más de 300 años, la llaman la Casa de los Azulejos por su decorado de talavera azul, o bien, Palacio de los Condes de Orizaba.

El Sanborns de los Azulejos es uno de los restaurantes más antiguos de la CDMX, se inauguró hace 104 años, en 1919, apenas habían pasado un par de años desde que Pancho Villa renombró la calle cuando colocó de propia mano una placa que decía ‘Madero’ en honor al presidente Francisco I. Madero, en lugar de ‘Plateros’.

¿Cuál es el origen de la Casa de los Azulejos?

Aquel edificio donde hoy está ese Sanborns fue construido en la época virreinal, comenzó a levantarse en 1793.

El lugar también fue conocido como ‘Palacio Azul’ y ha visto los cambios en esa metrópoli que antes se recorría en trajinera: de inundaciones a terremotos, de la Independencia a la Revolución Mexicana, también la llegada de los sándwiches y las ‘sodas’.


Fue la residencia del segundo conde del Valle Orizaba y su esposa, la condesa Graciana Suárez Peredo. En el siglo XVIII, la familia mandó remodelar dicha casona y pidió reconstruir sus fachadas con miles de azulejos de talavera fabricados Puebla, lo cual causó gran admiración, por lo cual la llamaron ‘Casa de los Azulejos’.

La casa estuvo en manos de varios descendientes del conde hasta 1871, cuando fue puesta en venta y comprada por la familia Yturbe en 1878, fueron los últimos que la habitaron como residencia.

Poco después, en 1881 ofrecieron la casa en renta al Jockey Club de México, a donde acudían las élites de la época.

Fue un club hasta 1914, incluso es mencionado en un poema de Manuel Gutiérrez Nájera: “Desde las puertas de la Sorpresa / Hasta la esquina del Jockey Club, / No hay española, yanqui o francesa, / Ni mas bonita, ni más traviesa / Que la Duquesa del Duque Job”.


¿Cuándo se convirtió en Sanborns la Casa de los Azulejos?

En los primeros años del siglo XX, la famosa casa de las talaveras fue rentada por los hermanos Walter y Frank Sanborn, quienes en 1919 inauguraron ahí una cafetería con fuente de sodas y farmacia llamada Sanborns American Pharmacy, luego agregaron restaurante y tienda de regalos.

Era un lugar concurrido por las élites, incluso tuvo preinauguración e inauguración, ambos acontecimientos de sociedad que reunieron a familias, periodistas y corresponsales. Según información de Sanborns, parte de las ganancias de ese evento se donaron a la Cruz Roja.

En esos primeros años, en la azotea del edificio estaba la cocina principal, la lavandería, el cuarto para tostar café, para hacer helados y jarabes, la carpintería y los armarios de los empleados.

El agua que servimos es extraída de nuestro pozo artesiano y la garantizamos absolutamente pura”, decía su menú en la parte superior, el cual incluía platos variados como coctel de langosta, tortilla de huevo, suflés, waffles, costillas de carnero y sandwich de paté de foie gras.

Su popularidad llegó a los barrios de la metrópoli, en esa época había un sitio cerca del Mercado de San Juan que se llamaba, con mofa, Sanborncito, y prometía “amantecados” tan sabrosos como los de la Casa de los Azulejos.

El Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana señala que, a principios del siglo XX, en la Casa de los Azulejos fueron inventadas las enchiladas suizas, rellenas con pollo, bañadas con salsa verde y gratinadas con queso manchego.

Curiosamente, el conductor Yordi Rosado cuenta que su tía inventó los molletes cuando trabajaba ahí como mesera.

El restaurante conserva varios elementos de la época virreinal, como los barandales de cobre y los azulejos de las escaleras, además, hay un mural del pintor José Clemente Orozco en una de sus paredes, titulado Omnisciencia.

Actualmente hay un menú bastante amplio con antojitos mexicanos, caldos, sopas, ensaladas, molletes, tecolotes y más.

  • ¿Cuánto? Hay platillos de 100 a 300 pesos.
  • ¿Dónde? Francisco I. Madero 4, Centro Histórico, Cuauhtémoc, CDMX.



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