La pandemia llegó en un momento clave de la historia. La penetración del internet, redes sociales y los smartphones permitió que el mundo y las compañías siguieran operando durante el lockdown.
Si una pandemia de larga duración y de magnitud global hubiera llegado hace 15 años, la historia sería muy distinta.
La mayoría de los usuarios de internet no contaban con el ancho de banda para soportar videollamadas, muchos bancos no tenían una banca en línea lo suficientemente robusta para tolerar que el 100% de las transacciones fueran online, entre muchas otras variables.
Covid 19 nos adelantó 10 años en el futuro y rompió barreras organizacionales. La gente entendió que no tiene que existir un lugar físico para trabajar, que se puede medir la efectividad de un empleado por sus resultados, no por su horario de llegada, y de esta manera, el performance es cada vez más evidente.
Según una encuesta de Upwork, se estima que para el 2028, el 73% de los equipos tendrán trabajadores remotos.
Por otro lado, el estudio State of Remote Work menciona las quejas mas comunes del trabajo remoto, entre las cuales destacan las siguientes: 17% se queja de poca comunicación, 12% dificultado de mantenerse motivado, 19% soledad al no tener un lugar de trabajo con otros colegas.
Aún no se sabe cual es el futuro del trabajo, pero una encuesta reciente reveló que el 50% de los empleados en Estados Unidos están dispuestos a renunciar en busca de más flexibilidad, sin embargo muchas compañías están forzando a sus empleados a regresar a la oficina.
Un gran ejemplo es Apple quien hace unos años inauguró un nuevo campus en Palo Alto California con un costo de cinco mil millones de dólares. La compañía fundada por Steve Jobs vive de la creatividad, colaboración y son famosos por mantener sus proyectos secretos. Muchos empleados de Apple, se están resistiendo a regresar a la oficina, pero Apple tiene todo el derecho de crear la cultura organizacional que decida.
También podemos encontrar empresas que se convirtieron en remotas, se olvidaron de los límites geográficos y comenzaron a buscar a los mejores empleados en donde se encuentren.
El fundador de unos de los fondos de venture capital más respetados, Marc Andreessen, menciona que la mayoría de las empresas fundadas recientemente son remotas. Su firma de capital de riesgo, Andreessen Horowitz, dejó sus costosas oficinas en Silicon Valley y se volvieron totalmente remotos; el costo de las oficinas se invierte en eventos llamados offsites, en los cuales vuelan (convocan) a todos los empleados varias veces al año para actividades de integración durante algunos días y, de esa forma, diseñar la cultura que desean.
Trabajar remoto trae grandes beneficios, pero también puede ocasionar algunos inconvenientes como problemas de comunicación, aumento de la complejidad para proyectos creativos y colaborativos, además de las dificultades para crear una cultura organizacional fuerte.
El metaverso cambiará todo esto. Gracias a dispositivos de realidad virtual y, eventualmente, realidad aumentada, podremos conectarnos a la oficina virtual diseñada por la compañía para transmitir los valores y cultura organizacional. Podremos reunirnos alrededor de una mesa y trabajar en un proyecto conjunto, mirar renders, hacer ediciones simultáneas, hablar con tus colegas en privado y, aún así, estar dentro de un cuarto virtual.
El costo-beneficio de acelerar este cambio es gigante.
Aunque muchos de nosotros no lo sepamos, ganamos la lotería. Nacimos en países con acceso a educación y empleos.
Existen al menos miles de personas con el IQ de Einstein y doctorado, que no pueden conseguir el salario que merecen porque no nacieron en el lugar correcto.
Cuando la ubicación geográfica sea cada vez menos relevante, las oportunidades serán más democráticas. Eso es una buena noticia para la humanidad.
Hasta la próxima semana, Manuel.