Los analistas coinciden en que la decisión de eliminar el limite del tope cambiario del franco suizo de 1.20 unidades por euro, adoptada por el Banco Nacional de Suiza (SBN) el pasado jueves, tuvo dos objetivos: por un lado, reducir las presiones sobre su moneda y mantener su competitividad, principalmente con la Eurozona, el principal destino de sus exportaciones.
Por el otro, anticiparse a un posible cambio de estrategia por parte del Banco Central Europeo (BCE), que se espera comience un periodo de expansión monetaria para incentivar el crecimiento de la economía.
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Suiza es una de las naciones de elevada seguridad para los capitales, ya que con una calificación crediticia que se mantiene en AAA y una expectativa estable para las calificadoras le ha permitido al franco suizo ser considerado como una moneda de refugio seguro para los inversionistas.
Suiza tiene una de las mayores dinámicas económicas de entre las naciones europeas. De hecho, el crecimiento de su economía superó a la dinámica observada por la Eurozona.
En los últimos cinco años, se estima que el crecimiento del PIB de Suiza fue de 1.8 por ciento real anual en promedio, muy superior al 0.7 por ciento que observó la Eurozona, y fue ligeramente menor al 2.2 que registró Estados Unidos en el mismo lapso.
¿La razón? Una elevada demanda de los productos suizos permitió impulsar su planta productiva. Paradójicamente, la mayor parte de esta demanda vino de los países de la Eurozona.
Pese al mayor crecimiento económico, la inflación al consumidor se ha mantenido en niveles cercanos a cero y existe un elevado riesgo de que entre en un periodo de deflación.
De hecho, entre 2010 y 2014 se observaron tres años con balance negativo en materia de crecimiento de los precios.
Para los analistas, el no haber optado por la medida sobre el franco habría encaminado a Suiza a un periodo deflacionario, ya que su principal socio comercial (la Eurozona) comenzará a adoptar medidas para la reactivación del crecimiento económico por medio de la expansión monetaria, lo que fortalecería, aún más, a la divisa pero debilitando el crecimiento del país.
Las reservas internacionales fueron un elemento de estabilidad para el franco suizo, ya que los más de 500 mil millones de dólares en custodia del banco central respaldaban su estabilidad.
Sin embargo, en los últimos meses de 2014, la defensa de la estabilidad monetaria suiza le costo mas de 33 mil millones de dólares de sus reservas.
Cifras del banco central revelan que luego de haber alcanzado un máximo histórico de 556 mil 793 millones de dólares al cierre de junio, los siguientes cuatro meses se redujeron de forma continua y se estima que esta tendencia siguió hasta el cierre del año, lo que llevó a las autoridades monetarias a defender sus reservas con el ajuste anunciado.
Pese a ser uno de los principales destinos de los capitales financieros, Suiza se caracteriza por tener un elevado superávit comercial.
Cifras del banco central suizo muestran que en los últimos cinco años registró un superávit promedio anual que superó los 25 mil millones de dólares. Sin embargo, la debilidad que ya estaba mostrando el franco suizo comenzaba a minar la competitividad de las exportaciones suizas.
De hecho, la dinámica mostrada por las exportaciones pasó de un crecimiento de 7.4 por ciento real anual en 2010 a un crecimiento moderado de 0.3 por ciento también en términos reales en 2013.
Si bien 2014 fue un buen año para las exportaciones suizas, se estima que el último trimestre tuvo un crecimiento moderado resultado del fortalecimiento de su moneda.
El dólar, el oro, la plata y el franco suizo fueron inversiones de resguardo en los recientes periodos de volatilidad.
Para el franco suizo, la decisión del banco central de ponerle un techo en 2011 influyó para que muchos capitales –principalmente europeos—se refugiaran en el sistema financiero del país helvético ya que esta estabilidad, sumada a la fortaleza de sus reservas y de su economía con baja inflación, permitían mantener el valor de las inversiones si se compara con un euro debilitado.
El 2014 fue un periodo de prueba para esta moneda que incluso llegó a cotizarse frente al dólar y el euro por debajo de un franco, niveles históricamente bajos.
Para los especialistas, la medida adoptada, si bien fue defensiva, minó la credibilidad y estabilidad de esta moneda.