La menor presencia de clientes en sucursales bancarias físicas, una mayor cantidad de operaciones en cajeros automáticos no solo para retirar sino también para depositar y las constantes invitaciones a usar las aplicaciones desde el teléfono celular, son señales de la transformación que presentan los servicios financieros en el país.
El cambio puede percibirse también en la normalización entre el público de palabras como Fintech, app, neobanco, neosofipo, DiMo, CoDi, SPEI y cash-in, que apenas un lustro atrás sonaban como parte del lenguaje complejo de expertos.
No obstante, más que un proceso concluido se trata de una transición hacia un otro escenario donde habrá nuevas instituciones, herramientas y oportunidades financieras, así como distintas formas de usar y mover el dinero (virtual y físico) entre personas y empresas.
Por el momento, los cambios benefician a los usuarios de los servicios financieros formales, en especial, al 2% de la población adulta en México que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021, tiene cuenta de inversión y depósito a plazos.
Ese sector ha sido el verdadero ganador de la llamada “guerra de tasas” de los últimos meses entre algunas empresas digitales. Para ellos, las tandas o guardar el dinero “bajo el colchón” no son solo cosa del pasado, sino un sinsentido ante las altas tasas de rendimientos que pueden disfrutar abriendo una cuenta desde su teléfono celular, en apenas 10 minutos, en una institución regulada y supervisada.
Pero el desarrollo de las tecnologías, la digitalización y la entrada de otros actores continúa y sería apresurado decir hasta dónde llegarán los nuevos servicios financieros.
En este sentido, Carlos Marmolejo, director general de la Sofipo digital Finsus, vislumbra “un nuevo sistema financiero”, que requiere también un cambio en la regulación que se adapte a la velocidad de las transformaciones e impulse la inclusión financiera.
“En 5 años veremos un cambio muy fuerte en el país, donde las sucursales se transformarán en centros de colaboración. Tendrán otros usos, no a los que hoy estamos acostumbrados. Ya está pasando con alguno de los bancos. Y veremos un proceso de transformación digital muy acelerado en el país, lo cual considero muy positivo”.
Además, “veremos una competencia más digitalizada, donde los clientes podrán mover su dinero de un banco a otro, sin restricciones, sin fricciones, sin condiciones y sin comisiones, cosa que nos va a llevar a una nueva era donde el cliente ahora sí podrá elegir qué banco quiere, cuánto quiere ganar, qué tasa, (y) qué riesgos quiere tener”.
De hecho, Finsus experimentó una transformación sustancial: era una empresa tradicional y ahora es totalmente digital.
Marmolejo reconoce que las nuevas instituciones financieras abren la oportunidad de acercarse a más personas a nivel mundial.