Todo negocio comienza con una inversión. Detrás de cada producto que compras, hay un empresario que invirtió para crearlo. Detrás de cada empleo productivo, hay alguien que decidió arriesgar su dinero, creando al mismo tiempo una fuente de trabajo y un camino para multiplicar su inversión.
La inversión es crucial para el crecimiento y el desarrollo de los países, pues es el elemento clave que nos permite poner en acción el ingenio humano, creando satisfactores para las necesidades de las personas.
Sin inversión estaríamos sujetos a consumir sólo lo que produce espontáneamente la naturaleza, con lo cual no sólo sería éste un mundo muy aburrido, sino que hubiera sido imposible alcanzar el grado de sofisticación que tiene la sociedad moderna.
Pero, ¿De dónde viene la inversión? ¿Qué la motiva, y cómo surge?
El primer supuesto para que haya inversión, es que una persona física o moral tenga dinero disponible, y decida no gastarlo. El segundo es que destine esa cantidad a un proyecto o actividad económica que, en un plazo de tiempo determinado, le brinde una utilidad, es decir, que al paso del tiempo, la cantidad de dinero invertida sea mayor.
Dicho de otra manera, una inversión es una cantidad limitada de dinero que se pone a disposición de un emprendimiento específico (activo), con la finalidad de que se incremente con las ganancias que genere ese proyecto empresarial.
El término inversión se refiere entonces, al acto de postergar un beneficio inmediato por la promesa de un beneficio futuro más o menos probable.
Por lo anterior, podemos indicar que los elementos de la inversión son los siguientes: un sujeto (inversionista); un activo financiero (dinero); la renuncia a una satisfacción inmediata; un activo en el que se invierte; y una promesa de recompensa futura más o menos cierta
La inversión es entonces un requisito crucial para multiplicar la riqueza, pero como señalamos en la última línea, ésta no es segura, y esto se debe a la existencia del riesgo.
¿Qué es o en qué consiste el clima de negocios? Hay diversas maneras de evaluarlo, y todas ellas se basan en la información.
Generalmente, el inversionista analiza el comportamiento de su negocio, calculando sus costos de producción y comercialización, el costo del dinero, los impuestos que hay que pagar, y cualquier otro tipo de gravamen, así como el posible precio de venta del producto que va a llevar al mercado, buscando manejar escenarios diversos, generalmente conservadores, para evitar que el entusiasmo le lleve al error.
Sin embargo, aún y con todo este tipo de análisis, los negocios quiebran, y las inversiones que fueron fruto de grandes esfuezos, terminan siendo improductivas. En efecto, la gran mayoría de las empresas comienzan siendo pequeñas, y las estadísticas arrojan que la tasa de mortalidad de las pymes es muy alta con un 80% de ellas cerradas antes de 5 años y 90% después de diez años de existir.
¿En dónde está el problema?
La respuesta es sencilla: muchas veces los inversionistas toman sus decisiones sin considerar factores importantes que están fuera de su control, como las acciones del Gobierno del país en el cual van a invertir.
Los gobiernos de todos los países intervienen en el manejo de la economía de sus respectivos territorios a través de sus políticas públicas, que encuentran sustento en sus leyes y se manifiestan a través de actos de sus instituciones.
En la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI), hemos manejado el concepto “Clima de Negocios”, y consiste en cuatro temas importantes:
- Política fiscal: El “tamaño” del Gobierno;
- Política comercial: Aspectos importantes de la libre competencia y condiciones inherentes a los mercados interno y externo;
- Política monetaria: El valor o precio del dinero;
- Política cambiaria: El precio de nuestra moneda La celebración de tratados internacionales justos.
La interpretación de estos cuatro factores en su conjunto nos da en general un indicador sobre la conveniencia de invertir o no en un determinado país. Si bien no son los únicos factores de relevancia, se encuentran entre los más importantes para calibrar si nuestra inversión tiene posibilidades de dar un buen rendimiento.
Nos despedimos compartiendo una frase de Benjamín Franklin: “Si quieres ser rico no aprendas solamente a saber cómo se gana, sino también cómo se invierte”.
**El autor es empresario y actual presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes (ANEI).