Monterrey

Rubén Cantú: Bisturíes y cuchillos: CFDs por acciones

En México se han incrementado las posibilidades que hacen más accesible la inversión en este tipo de instrumentos a raíz de sofisticación de plataformas de autogestión, así como montos mínimos de inversión más cada vez más bajos.

Existe un auge, inclusive podría llamarse moda, por la inversión en instrumentos del mercado de capitales (acciones) entre el público en general, particularmente entre los jóvenes. Como profesor de asignaturas de finanzas del Tec de Monterrey, he notado un incremento en la participación inversionista de mis alumnos, algunos inclusive iniciando desde la preparatoria; de la misma manera, he percibido una sofisticación en el conocimiento y el uso de la jerga financiera entre los jóvenes.

En efecto, nuestro país se han incrementado las posibilidades que hacen más accesible la inversión en este tipo de instrumentos a raíz de sofisticación de plataformas de autogestión, así como montos mínimos de inversión más cada vez más bajos.

Adicionalmente existen muchos nuevos “brókeres” internacionales que permiten abrir una cuenta desde México, con mínimos requisitos, e inclusive aceptando fondeo con tarjeta de crédito, misma que resulta riesgosa teniendo en cuenta la naturaleza incierta de los rendimientos de estas inversiones; algo que particularmente me preocupa, pues muchos de estos intermediarios ofrecen la facilidad de invertir en acciones cuando en la realidad son contratos por diferencia, internacionalmente conocidos como CFDs.

Para dejar las cosas claras, las “tradicionales” acciones en realidad representan la propiedad de una empresa, por otra parte, los CFDs son derivados financieros los cuales consisten en un contrato en el que la parte vendedora se compromete a pagar la diferencia entre el precio de compra y el precio de liquidación basado en el valor de mercado del activo subyacente, mismo que pueden ser acciones, ETFs, commodities, criptomonedas, etc.; es decir, se basan en los valores de mercado de las acciones, pero no representan en ningún momento propiedad de las mismas. Al ser un contrato, los CFDs tienen características muy diferentes a las de sus activos subyacentes, ya que se cotizan en un mercado aparte, con regulaciones más laxas, y liquidez diferente.

Por ejemplo, si tenemos contrato con un bróker, y le compramos un CFD de, digamos Apple, no estamos comprando la acción de Apple, sino que estamos adquiriendo un contrato en donde el bróker se compromete a pagarnos la diferencia entre el valor de mercado de la acción de Apple al momento de liquidar con respecto del momento en el que abrimos el mercado, si la diferencia es positiva ganamos dinero, si es negativa lo perdemos; pero, nuevamente, no somos dueños de ninguna acción de Apple.

Por su naturaleza paralela al verdadero mercado de capitales, los CFDs permiten sofisticaciones que los hacen ser, a simple vista, más atractivos que sus “aburridos” subyacentes; por ejemplo, la posibilidad de invertir más capital expuesto solo a las ganancias, y no a todo el valor de los activos, a esto se le llama comúnmente apalancamiento.

En otras palabras, los CFDs permiten multiplicar las ganancias por 5 o 10 veces, sin embargo, lo mismo sucede con las posibles pérdidas. Como vemos, son instrumentos muy diferentes a las acciones. Revisando las letras chiquitas de los diferentes brókeres, se puede observar que alrededor del 80% de los inversionistas tiene pérdidas con estos instrumentos.

Mi preocupación surge debido a que se promocionan los CFDs como si fuesen acciones. A estas alturas todos hemos visto el típico comercial “invierte en acciones como…” en diversas plataformas y brókeres; cuando en realidad lo que te ofrecen son CFDs. Por lo ya expuesto, están vendiendo bisturíes como si fuesen cuchillos, y lo peor es que el inversionista piensa que en efecto son cuchillos.

A todas las personas que conozco que invierten en estas plataformas les he preguntado si conocen las características de riesgo-rendimiento de los CFDs, y no ha existido nadie que pueda responderme acertadamente, inclusive la mayoría ni siquiera conocía el término “CFD”. Si a lo anterior le agregamos la posibilidad de fondeo con tarjetas de crédito, las cuales cobran tasas de interés superiores al 40 por ciento, tenemos el coctel perfecto de riesgo: una inversión riesgosa, con una de las peores fuentes de financiamiento, todo en manos de alguien que no conoce el instrumento.

Me gustaría aclarar algo, no estoy en contra de los CFDs, si los conocemos y aceptamos sus riesgos, son excelentes instrumentos de inversión, pero definitivamente no son para novatos. De igual forma creo que es necesaria una concientización que evite que se sigan vendiendo bisturíes disfrazados de cuchillos.

El autor es profesor de Finanzas de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey. Su correo electrónico es: ruben_cantud@tec.mx

COLUMNAS ANTERIORES

Manifiestan más empresas extrajeras interés en NL
Acumula incertidumbre a negocios e inversiones la reforma judicial

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.