La inteligencia emocional se ha convertido en la habilidad imprescindible del liderazgo y del desarrollo humano. Reportes recientes de investigación de distinta índole y origen lo confirman, pero no sólo los estudios, sino que la vida diaria nos ofrece un sinfín de experiencias que promueven esta habilidad.
Afortunadamente existen múltiples modelos para el entendimiento y desarrollo de las habilidades emocionales. Desde las originadas a través del sentido práctico o la experiencia hasta aquellas desarrolladas desde el rigor de la ciencia. En lo personal, mi favorito es aquel propuesto por Mayer, Salovey y Caruso. Este modelo, además de acuñar el concepto inteligencia emocional, explica la importancia de una habilidad inherente del ser humano, aquella que abre la puerta a la posibilidad de desarrollarla de la misma forma en la que desarrollamos otras habilidades.
Gracias a su nítida y estructura sólida, este modelo permite evaluar con precisión las habilidades emocionales de una persona a la vez que facilita su desarrollo. A lo largo de los años, un amplio número de instructores han creado rutinas y ejercicios que favorecen el desarrollo de las subhabilidades de la inteligencia emocional, tanto del modelo aquí descrito como de otros modelos desarrollados desde otras perspectivas. Si bien, hemos podido constatar que este tipo de ejercicios son útiles y poderosos para desarrollar las habilidades emocionales entonces también es cierto que requieren de preparación, de la participación en grupo y del cuidado de un instructor para que el proceso de aprendizaje se maneje segura y efectivamente.
Pero, ¿podemos desarrollar nuestra inteligencia emocional de forma segura sin requerir de un grupo y de un facilitador formal? Sí es posible. Una de las propuestas para lograrlo es la lectura. En un ejercicio reportado en Harvard Business Publishing Education, los investigadores Seifert y Clayton encontraron que la lectura y los círculos de lectura, donde se abordan con más detalle los pormenores de las novelas elegidas, favorecieron la profundidad de pensamiento, la empatía y madurez emocional de los alumnos de posgrado. La noción de que la lectura favorece el desarrollo de nuestra inteligencia emocional no es nueva y la podemos referir a la psicología y también a las artes; sin embargo, el contar con una mirada científica no estorba.
La receta es sencilla. Primero: seleccionar una novela de calidad; es decir, de autores reconocidos y universal. Yo elegiría sin lugar a duda a Fiódor Dostoievski, uno de los titanes de la literatura rusa del siglo XIX. Es de los pocos autores que se dan el lujo de ser atemporales y ser considerados psicólogo de la humanidad.
Pero si Dostoievski no es lo que buscas, entonces encuentra una novela que aborde un tema que para ti sea interesante no solamente desde tu perspectiva racional, sino que también te permita entrever tu propia sensibilidad al escogerla. Después, asegúrate de que tengas lugar y elijas el mejor momento para que las condiciones te permitan leer. No olvides dejarte llevar por lo que el libro despierta en ti y analiza detenidamente qué sentimientos evocó la novela y explora qué fue fácil identificar y qué no. Toma el tiempo de explorar cómo reaccionarías tú si estuvieras en los zapatos de los protagonistas y, lo más importante de todo, es que interiorices tu lectura; aprovéchala y contémplala más allá de tu persona y medita lo que significó esta lectura en tu visión de la vida.
De esta forma, en un entorno muy seguro, podrás experimentarlas y aprender de ellas y también de ti. Tu percepción de las emociones propias y de los demás se verán potenciadas y tu capacidad para analizar y manejar tu respuesta emocional se fortalecerá. No olvides que la lectura es tu propio laboratorio emocional.
Si leer por tu cuenta no te termina de convencer, siempre existen círculos de lectura que abordan con más detalle la novela en sí. Reflexionar colectivamente ayuda a adoptar nuevas miradas y posturas sobre un mismo tema y, además, siempre abundan distintas las distintas respuestas emocionales. ¡Todo suma y favorece!
La inteligencia emocional sigue considerándose una de las habilidades fundamentales del líder en las organizaciones actuales y del futuro. Desarrollar las habilidades emocionales propias es posible a través de programas formales, seguros y profesionales. También, es posible sumar al desarrollo de estas habilidades a través de la lectura. Afortunadamente, la lectura sólo pide confianza e interés por parte del lector. Dejémonos llevar por ella porque nos aporta más de lo que creemos y es, a final de cuentas, una de las mejores maestras de la historia de la humanidad.
Jaime García Narro (jgnarro@tec.mx)
Jaime García Narro funge como decano asociado para educación ejecutiva en EGADE Business School. Es Doctor en Administración por la Universidad de Tulane, exdirectivo de diversas empresa nacionales e internacionales y coach.