A nivel empresarial, industrial, gubernamental, institucional y de los grandes organismos mundiales, todos estamos de acuerdo en que es un deber desarrollar estrategias para alcanzar la sostenibilidad. Entendemos la sostenibilidad como la creación de valor compartido para la naturaleza, el ser humano, la empresa (creación de valor financiero, desarrollo de habilidades de administración y dirección, creación de conocimiento) y la gobernanza (incluida la institución gubernamental). Sin embargo, el aspecto financiero sigue siendo un reto, porque al mismo tiempo que queremos los mejores resultados para la naturaleza y para el ser humano, vía el avance científico, tecnológico y artístico, es preciso que obtengamos los mejores resultados financieros. Si no generamos recursos monetarios, no nos será posible financiar los proyectos que requerimos para garantizar el futuro sostenible de la humanidad.
Las empresas son instituciones creadas para servir a las necesidades humanas. El valor compartido es la forma correcta de pensar acerca de la creación de valor, por lo que es preciso medir los beneficios para la empresa y también para la comunidad a partir de las actividades de la empresa.
Maximizar el valor financiero de la acción (una medida de corto plazo) ya no es la única métrica para garantizar la riqueza sostenible (medida de largo plazo) y ahora los grandes inversionistas y las instituciones, financieras en su mayoría, están obligando a las empresas a hacer públicos sus costos sociales y ambientales, pero también sus contribuciones en estos rubros. De no hacerlo, las empresas quedarán rezagadas a la posibilidad de obtener recursos financieros para el financiamiento de proyectos.
Las finanzas pueden jugar un rol de liderazgo al asignar recursos de inversión y de crédito a empresas y proyectos sostenibles que aceleren el paso para la transición a una economía de bajas emisiones de carbono y a una economía circular. De esto ya tenemos algunos ejemplos por parte de grandes inversionistas institucionales como son Blackrock y Vanguard, empresas que se han comprometido a seleccionar proyectos sostenibles para invertir los recursos financieros que administran y así contribuir a alcanzar la agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las grandes bolsas de valores, como la de Nueva York y la Bolsa Mexicana de Valores, entre otras, se han dado a la tarea de publicar el índice de empresas sostenibles. Bloomberg se ha comprometido desplegando los indicadores de ESG (Envirnoment, Social and Governance por sus siglas en inglés) en donde comparan a cada empresa con su industria. También otras empresas e instituciones se han dado a la tarea de publicar indicadores de sostenibilidad, como lo es el sello de Empresa Socialmente Responsable (ESR) o el sello de Mejor Lugar para Trabajar que se impulsan en nuestro país.
El modelo de creación de valor sostenible deberá considerar todos los costos ambientales, de degradación social, incluyendo los costos asociados con el resarcimiento del ambiente, de la retención de los colaboradores, la reconstrucción de la comunidad, entre otros. La valuación de las empresas que han adoptado la creación de valor sostenible deberá al mismo tiempo poder incorporar los incrementos en valor de marca, incremento en la lealtad de los consumidores, las mejoras en la atracción de colaboradores talentosos y hacer un reconocimiento explícito de la reducción de costos debido a la sostenibilidad, como pueden ser la disminución de uso de energía, agua, disminución en los costos de salud de los colaboradores, disminución de costos de cumplimiento y otros costos laborales.
Es una cuestión de poco tiempo en que el valor sostenible se convierta en una norma de operación en el mundo y por tanto, deberá serlo en México. Afortunadamente, también es ya una cuestión de poco tiempo en que veremos que los esfuerzos de las empresas con estrategias de sostenibilidad, se verán recompensados en una disminución de sus costos de capital.
Rocío Gómez Tagle Rangel es Profesora del Departamento de Contabilidad, Economía y Finanzas de la UDEM. Por 30 años ha colaborado en Instituciones de Educación Superior y los últimos dos años en la Universidad de Monterrey. Es especialista en Finanzas Corporativas y Sistemas de Gestión.