Hoy pareciera que la pandemia nos abandona y, junto con ella, la incertidumbre que conlleva, pero, será cierto que la incertidumbre se aleja o se trata de una esperanza infundada. Vale la pena recordar que antes de la pandemia, el mundo experimentaba una acelerada transformación digital y cultural que solíamos llamar mundo VICA (volátil, incierto, cambiante y ambiguo). La transformación digital y cultural continúan, posiblemente aceleradas por la pandemia, y asimismo sumamos los conflictos geopolíticos y climáticos. Por ello, es bastante plausible que el mundo VICA siga adelante y la incertidumbre la acompañe también.
Ante esta insalvable permanencia de la incertidumbre, bien vale la pena conocerla más de cerca y explorar acciones concretas que el líder organizacional puede llevar a cabo para transitarla mejor y llevarla a terrenos constructivos. Es importante reconocer que la incertidumbre se presenta tanto en aquello que esperamos como cierto y en lo inesperado. Dicho de otra forma, la incertidumbre está presente en todo acontecer de la persona. Se origina en la inevitable dependencia que tenemos de los demás y somos también impredecibles.
De acuerdo con Spinelli, la incertidumbre atenta contra nuestra permeancia en el tiempo, nuestras posiciones y nuestra propia identidad. Entonces, así provoca la necesidad de buscar certezas que respondan y resuelvan estos atentados. Nos provee soluciones siempre parciales, pero nunca completas. Jamás sabemos todo. En este devenir, nos alejamos un poco de la realidad y sentimos angustia. La situación se presenta tanto a nivel individual como colectivo y, con el paso del tiempo, se integra a la cultura de las organizaciones.
Para dirigir una organización a un tránsito constructivo de la incertidumbre, el líder organizacional puede iniciar por preguntarse ¿cómo está respondiendo su organización a esta condición?. Para hacer esta tarea más practica, podemos recurrir a un estudio realizado por Buckle y Slyce. Gracias a su análisis, es posible identificar las cuatro formas en que las organizaciones responden a la incertidumbre. Desglosamos todas.
La primera: negar la incertidumbre. Simplemente los ejecutivos se concentran en declarar que la incertidumbre no los afectará. En cierta medida, podemos aseverar que éstos muestran una gran necesidad de certeza, pero también que poseen pobres capacidades para transitarla. La segunda: enfocarse en intentar resolver la incertidumbre. En muchas ocasiones, creen contar con la solución definitiva, pero es probable que estos ejecutivos muestren una gran necesidad de certidumbre y mejores recursos para transitarlas. Sin embargo, no hay que olvidar que la incertidumbre nunca en solucionable en su totalidad.
La tercera: sortear la incertidumbre. Esta respuesta nace de la creencia de que siempre hemos podido salir adelante y de que somos capaces de llevar la situación a pesar de que se trata de un espejismo. Así se desgasta el talento en soluciones parciales, casi convulsivas. La cuarta: abrazar la incertidumbre. Es la más constructiva, no sólo por entender la posibilidad de aceptar la incomodidad que nos genera, sino que nos invita a involucrarnos a fondo con ella y así hacerla parte de nuestra gestión. Además, resulta como un gran estímulo para nuestra creatividad. De esta forma, la incertidumbre se vuelve útil y puede crear lazos de confianza interpersonal y promover la innovación. Ahora bien, es seguro que los ejecutivos que muestran esta respuesta tienen una baja necesidad de certidumbre y buenos recursos para transitarla. Si bien, todos los enfoques brindan valor, la cuarta, sin lugar a dudas, se perfila como la más constructiva.
Inspirados en los investigadores, entonces, podemos proponer acciones concretas para apoyar a los ejecutivos y las organizaciones a transitar mejor la incertidumbre. En caso de negación, es valioso apoyarles en reconocer la realidad del mundo al aportar datos y hechos concretos. Aquí los discursos basados en opiniones son de poco impacto. En el caso de aquellos que buscan resolver el reto, valdrá la pena reflexionar sobre el valor de la humildad y enfocarse en fortalecer sus habilidades humanas. Así proveemos una mirada de mayor profundidad. Para los que optan por sortear, entonces, es conveniente desarrollar la capacidad de conexión y de liderar equipos de forma efectiva. Por último, en el caso de quien opta por abrazarla, es relevante validar al líder que se atreve y así potenciar su confianza interior.
Entonces, a raíz del análisis de estos cuatro enfoques, queda claro que para transitar la incertidumbre es valioso moderar la necesidad de certidumbre de las organizaciones, reflexionar sobre las capacidad y fortalezas que contiene, así como solventar las carencias que pudieran existir. Reconocernos capaces, aprender constantemente y darle la bienvenida a lo que no sabemos potencian a las organizaciones hacia el tránsito constructivo de la incertidumbre.
Jaime García Narro funge como decano asociado para educación ejecutiva en EGADE Business School. Es Doctor en Administración por la Universidad de Tulane, exdirectivo de diversas empresas nacionales e internacionales y coach.