La estabilidad macroeconómica de un país implica una serie de metas en un conjunto de indicadores como la inflación, el crecimiento económico, el desempleo, tipo de cambio, entre otros. Estas medidas reflejan la salud económica de un país y son de acuerdo al Foro de Económico Mundial un pilar importante al evaluar cuán competitiva es una nación. De acuerdo a este organismo, la estabilidad macroeconómica es, junto con otros pilares como las instituciones, la infraestructura y la adopción de tecnología de información, una señal de ambiente propicio para lograr una mayor productividad y competitividad de las naciones.
A inicios de la pandemia del COVID, la estabilidad macroeconómica a nivel mundial se vio afectada, la mayoría de los países experimentaron una caída en el crecimiento económico, uno de los indicadores macroeconómicos más importantes. Sin embargo; al transcurrir de este shock, con la profundización de los problemas en la cadena de suministros y el conflicto de Rusia-Ucrania, la mayor preocupación a nivel global ha pasado a ser la inflación. Desde hace unos meses atrás, las mediciones de este índice están por encima de las metas establecidas en algunas naciones. Por ejemplo, Estados Unidos y algunos países de Europa tienen un objetivo de inflación de 2%, mismo que no ha sido cumplido recientemente, llegando a alcanzar en junio un 9.1% en Estados Unidos, 6.5% en Francia y 9.4% en el Reino Unido. En México, mientras tanto, la meta de inflación es de 3%; pero en el mes pasado este indicador llegó a un nivel de 7.99%.
Los problemas de una inflación que esté por encima de las metas, son las distorsiones económicas y sociales que genera. A nivel social, este fenómeno ocasiona mayor desigualdad y pobreza. Los bienes y servicios, al hacerse relativamente más costosos, se vuelven de más difícil acceso para la población, en especial para las personas más desfavorecidas, con salarios bajos o sin empleo. En términos económicos, una inflación alta hace más difícil la planeación de las inversiones, el manejo de los inventarios y recursivamente el proceso de fijación de precios. Estas dificultades afectan la productividad de las empresas y, en consecuencia, la competitividad de los países.
De los países de América Latina, Chile y México han sido de los más estables en términos económicos en los últimos 20 años, sus indicadores de crecimiento económico e inflación les han permitido alcanzar muy buenas puntuaciones en el pilar de estabilidad macroeconómica del ranking de competitividad mundial. En los últimos 5 años ambos países han ocupado primeros lugares en ese pilar de dicho ranking. El buen desempeño macroeconómico, aunado a otros elementos, han hecho que tanto Chile como México sean atractivos para invertir, lo que a su vez ha implicado un mayor dinamismo económico. Sin embargo, en los últimos meses, el fantasma de la inflación amenaza la estabilidad macroeconómica de los países y, por ende, la competitividad de los mismos, haciendo ineludibles medidas como el alza de la tasa de interés en México y muchos otros países.
Se hace necesario insistir en la garantía de que los bancos centrales continúen siendo independientes en los países latinoamericanos donde ya se ha establecido la autonomía de los mismos. La literatura económica ha establecido que bancos centrales independientes tienen un mayor control de la inflación al no dejar influenciar sus decisiones de intereses gubernamentales o grupos de presión. De esta forma, las expectativas con respecto a la inflación podrían ser relativamente controladas, al menos en ese aspecto, dando señales correctas con respecto al ambiente propicio para la productividad y la competitividad.
La autora es Dra. en Economía por la Claremont Graduate University, en Claremont, California y académica de la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey.