Monterrey

Eduardo Aguilar: En Nuevo León otra economía es posible

El agua virtual.

El Gobierno de Nuevo León muestra esquizofrenia, este diagnóstico se sostiene porque se caracteriza por una desconexión de la realidad, por comportamiento desorganizado y hasta por la falta de memoria. Lo cual es grave para una situación tan crítica como la que estamos viviendo. En el periodo más pronunciado de la falta de agua, donde había cada vez mayor descontento demostrado en protestas, en marchas y en plantones, además de que, las notas del fenómeno no solo circulaban de forma nacional, sino que tenían impacto internacional el secretario de Economía de Nuevo León, Iván Rivas Rodríguez, decidió celebrar en junio de 2022 el aumento de 20.6% de las exportaciones de este año.

Si bien aparentemente estos hechos –el agua y las exportaciones– no se relacionan, al profundizamos un poco encontramos que cuentan con una conexión directa. Al respecto, es necesario partir de que cualquier tipo de producción industrial necesita agua, a este fenómeno se le llama agua virtual, es decir, el total de líquido que se requiere para tener un producto terminado: desde la extracción minera o el cultivo, la transportación, la fabricación, el embalaje, la distribución y la venta. Así las cosas, cada producto que estamos consumiendo tiene un número de litros de agua virtual, la cual, cabe destacar, no está contabilizada en los precios que pagamos. Por ejemplo, una botella de plástico de 600 ml. necesitó, por lo menos, 5.3 litros de agua mientras que, una lata con cerveza de 355 ml. utilizó 107 litros para su fabricación. Claramente, cuando pagamos la botella de agua o la lata de cerveza no estamos pagando el precio real, sino solo una fracción que está ajustada por las leyes de mercado; todo esto que no pagamos, dentro de la ciencia económica se le ha llamado, como eufemismo, externalidades.

Con esta información la esquizofrenia del gobierno se hace más clara, es decir, no solo en la grave coyuntura donde tenemos colonias enteras sin agua, gente recogiendo el agua de las fuentes de riego de los camellones, avenidas paradas por protestas, restricciones para la compra de agua potable en súper mercados y una afectación diferenciada a poblaciones como mujeres, ancianos o personas indígenas sino que la Secretaría de Economía señaló públicamente la “excelente noticia” de la cifra record de exportaciones. Si dejamos de considerar al agua como algo externo y lo incorporamos al proceso de producción, lo que el funcionario celebró no fue solo el aumentó del uso del agua sino el envío de la misma fuera de México, al mismo tiempo que, no se recibió el pago real por ese recurso. En otras palabras, incluso aunque se haya aumentado la cifra de ventas, esta no representa y no cubre el valor del agua virtual.

¿Deberíamos de estar cobrando por esa agua virtual? La respuesta rápida sería sí, sin embargo, es más complejo que eso. La Economía Ambiental se ha encargado de ponerle precio dentro de la lógica de mercado a los bienes naturales, sin embargo, esto solo ha servido para aumentar los niveles de apropiación privada y despojo de la naturaleza en detrimento de muchas poblaciones. Por ello, la Economía Ecológica se vuelve mucho más apta para estudiar, analizar y comprender la realidad si es que queremos ir más allá del mercado y centrarnos en el bienestar de los seres humanos y de la biodiversidad que nos rodea. En términos concretos, el sistema económico convencional nos ha llevado no solo al incremento inédito de la desigualdad sino también al colapso ambiental, por ello, necesitamos repensarla.

La propuesta de la Economía Social Solidaria se muestra como uno de los caminos, es decir, una economía centrada en el bien común, en la cooperación, la democracia y el compromiso con el entorno. Su figura representativa, las Sociedades Cooperativas, caminan por esos senderos, en Monterrey existen Servicios ASEV, Cooperos y la Ecotienda Anacahuita, que luchan cotidianamente por construir esta otra economía: justa, humana y digna. Ahora nos toca a todas las personas organizarnos y sumarnos, pues en Nuevo León otra economía es posible.

El autor es Doctor en Economía Política del Desarrollo y profesor en la Lic. de Ciencia Política y Gobernanza de la Universidad de Monterrey.

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