Tuve oportunidad de conversar con mi colega Jorge Martínez, director del Think Tank Financiero de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey sobre los mercados financieros públicos y privados, y sobre su perspectiva de inversión en éstos. Me permito compartirles parte de lo que conversamos.
Los inversionistas de todo el mundo, en preparación para construir sus portafolios para el 2023, buscan alternativas para invertir en un ambiente tan enrarecido como éste, en el que los mercados financieros globales se han comportado de formas por demás inusuales, con tres rallys dentro del bear market que empezara en enero de este año -y que lleva un ajuste de 17% en lo que va del año-más las sorpresas de la guerra en Ucrania, la recesión China, el fin de la pandemia y para sellar con lacre, el comienzo de un plan muy tardío de parte de la Fed, de resolver con fuertes aumentos de tasas la grave oleada de inflación que se consolidó como una certeza desde abril de este año. Todo esto, ha terminado por deshacer toda esperanza de volver a ver un nuevo bull market cuando menos por 9-12 meses.
Instituciones y familias del mundo entero, deben considerar las opciones que un mercado así les ofrece: Los bonos a tasa fija son un peligro aún, por el aumento de las tasas de interés en el mundo entero; los bienes raíces también sufren con ellas, a menos que puedan indexar sus flujos a la inflación (como algunos almacenes y estructuras industriales, que gracias al efecto nearshoring gozan de buena demanda) y en los índices y las acciones de la bolsa, debe serse muy cauteloso con los ajustes drásticos en los precios y múltiplos, que el día de hoy son hipersensibles a los anuncios de utilidades, el empleo, la recesión, la inflación y las tasas. Los inversionistas pues, han resguardado su riqueza en activos como commodities, efectivo, algo de bienes raíces y especialmente, en los mercados privados.
Todos los instrumentos que existen para invertir pueden clasificarse de manera simplificada en cuatro grandes rubros, que son en realidad dos dobles llaves: Por un lado, tenemos los instrumentos públicos, es decir los que han de registrarse y comercializarse en alguna bolsa que está abierta al público en general, es decir, todas aquellas instituciones o individuos que tienen acceso directo por membresía o por un intermediario que la tiene. Luego están los instrumentos privados, que son los que se diseñan, registran y comercian aislados de los mercados públicos, es decir, en un esquema de divulgación en círculos cerrados o por invitación del emisor.
Los mercados también pueden dividirse, independientemente de la clasificación ya mencionada, en instrumentos de equity (también llamados accionarios, de renta variable o de propiedad) e instrumentos de deuda (o bien de renta fija o bonos). Los primeros le dan al tenedor la propiedad no fungible de un activo y los segundos representan una obligación fungible para el emisor. Al cruce de éstas dos llaves se da esta gran cuadrícula: Renta variable pública o privada y renta fija pública o privada.
Los mercados públicos de renta variable incluyen acciones, bienes raíces comerciados públicamente (fideicomisos llamados REITs) y materiales básicos como el oro, el acero, el maíz, el petróleo, etc. Por otro lado, están los bonos públicos, siendo la mayor parte (alrededor del 45%) los de gobierno. Las empresas emiten bonos y pesan cerca del 20% del total y los demás son bonos hipotecarios, municipales, bancarios y los mercados de dinero de corto plazo.
Los mercados privados formales son mucho más pequeños y el de equity vale alrededor de 12 veces menos que su contraparte pública; el de deuda, por otro lado, vale a penas unas 80 veces menos que el público, que rondará los 140 trillones de dólares a nivel mundial. Los REITs privados valdrán la mitad de lo que valen los públicos y el mercado privado para infraestructura (proyectos de energía, agua, cableado, etc..) una tercera parte que eso.
No obstante, los mercados de bienes raíces, que no son formales, son gigantescos, pues todas las propiedades privadas incluyendo edificios, centros comerciales, casas, almacenes, fábricas y demás valen casi cuatro veces el PIB mundial, pero por su naturaleza informal (no están en un fideicomiso generando rentas que se puedan comerciar) y por ser no públicos, son altamente riesgosos e ilíquidos.
Un mercado gigante también es el de créditos, que suele ser mayormente privado (la operación de los bancos y los cuasi-bancos) que debe rondar unas 1.5x el PIB mundial.
Los mercados privados son de alto riesgo, pues al ser privados son poco líquidos al querer salir. Si son de renta variable más aún, pues no representan una obligación al emisor y el inversionista comparte todo el riesgo de la generación de utilidades y flujo de efectivo. No obstante, el equity privado queda libre de la gran volatilidad que sufren los mercados públicos, que son siempre presa de las noticias que agravan el panorama económico y hoy por hoy, esta sensibilidad esta expandida por la cantidad de riesgos que franquean los distintos escenarios.
Por ello, los manejadores de portafolios se han volcado a estos mercados en meses recientes, pues la recesión que nos asecha traerá consigo una propagación de los dolores, salvo en estas clases de activos que han probado ser más resistentes a los crash de mercado y que, además, tienen un récord de retornos mejores que las bolsas mismas (casi un 2% de spread anual favorable, según una medición de Wall Street por los últimos 20+ años).
Sí, además, somos prudentes en la asignación de apuestas en sectores y geografías que puedan tener una coraza adicional, resulta una opción muy viable para resguardarse de la tormenta mientras pasa, por estos 18-20 meses que vienen. Los sectores cíclicos (como industrial, tecnología, consumo durable, comunicaciones) son más riesgosos ahora que los defensivos (como salud, financiero, consumo básico y agua-luz-gas) más añadiendo a éstos los commodities y la energía, que están en boga por los rompimientos de las cadenas de suministro. En geografías, es prudente mantenerse alejado de las zonas del conflicto bélico, y en ese sentido Latinoamérica y Estados Unidos son zonas que pueden ofrecer buenos rendimientos.
Son pues los mercados privados de equity e incluso de deuda (si el plazo no es muy largo y las tasas son variables) opciones viables el día de hoy, incluso los bienes raíces que ganan con un escenario como este, como los almacenes industriales o los edificios de departamentos familiares, que han estado creciendo en demanda y precio con este giro que trajo la pandemia y la desglobalización.
El autor es Decano Asociado de Investigación de la Escuela de Negocios y de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey.