Este lunes pasado se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto que modifica la tarifa de la Ley de los Impuestos Generales de Importación y de Exportación, para imponer un arancel del 50% a la exportación de Maíz Blanco, el cual estará vigente desde el día de ayer, hasta el 30 de Junio de este año, cuando esas exportaciones estaban exentas, esto con base en las atribuciones que le confiere al Ejecutivo Federal, el Artículo 131 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
De conformidad con dicha atribución, la propia Constitución condiciona al Ejecutivo Federal el uso de estas medidas, “cuando lo estime urgente, a fin de regular el comercio exterior, la economía del país, la estabilidad de la producción nacional, o de realizar cualquiera otro propósito, en beneficio del país”.
Al respecto, la exposición de motivos del referido decreto, textualmente señala:
“Que la oferta y producción de maíz blanco en nuestro país son factores importantes en la determinación de su precio y, por tanto, también de los diversos productos de consumo elaborados a base del mismo, principalmente la tortilla, para garantizar un abasto suficiente es necesario mantener la producción nacional en nuestro país y asegurar condiciones de mercado que permitan estabilizar su precio.”
La redacción del texto anterior, en lo referente a “garantizar abasto suficiente y estabilizar su precio” sin duda se refiere a la tortilla, sin embargo, el efecto en la producción nacional de maíz blanco, va en sentido contrario al mandato Constitucional referente a la producción nacional, además de que es debatible el “beneficio del país”.
En este tipo de situaciones, no es posible aplicar políticas económicas del tipo “ganar-ganar”, ya que se están confrontando los intereses del consumidor, contra los intereses del productor, y aquí, concretamente, se está afectando económicamente al productor nacional, al encarecer artificialmente su producto en el exterior, imponiéndole un arancel que hará más caro el maíz mexicano, reduciendo, consecuentemente, sus posibilidades de ventas de exportación.
Paradójicamente, a pesar de los mayores precios del maíz blanco, (y del amarillo) la producción en México no ha aumentado en los últimos años, mientras que la demanda sí está creciendo, y según datos oficiales, se estima que la producción en 2022, de maíz blanco, cerró en unos 26.7 millones de toneladas, monto incluso inferior a lo producido en 2021, lo que eventualmente generaría la necesidad de importar más maíz blanco, y considerando que casi no se exporta este producto, la imposición de este arancel parece una medida más precautoria que correctiva.
El aumento que ha registrado el precio del maíz blanco a nivel internacional, en buena medida originado por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, sin duda también ha afectado a nuestro País, y en 2022 ya alcanzó precios record nunca antes vistos, con aumentos superiores al 30%.
Además de la imposición de aranceles a la exportación de maíz blanco, también se han reducido o eliminado aranceles a otros productos básicos, como la carne de res, también con el afán de reducir el alza en los precios de la canasta básica, sin considerar que se pone en riesgo no solo la producción nacional de cárnicos, sino también la salud de la población, al eliminar medidas sanitarias.
El fenómeno inflacionario actual está explicado fundamentalmente por la existencia de cuellos de botella en insumos estratégicos y está prácticamente generalizado en el mundo, de tal suerte, la mejor manera de combatirlo es aumentando la oferta, fomentando la producción, y no “enfriando” a las economías con altas tasas reales de interés, ya que el problema no es de exceso de demanda, que se elimina con un menor crecimiento económico.
De tal suerte, imponer aranceles y eliminar medidas sanitarias, no serán efectivas para reducir la inflación, ya que no atienden a la raíz del problema, sino solo a sus manifestaciones.
Por otro lado, estas medidas pueden afectar la rentabilidad de estas actividades económicas y conducir a una menor producción, lo que de nuevo, generaría presiones inflacionaria en el mediano plazo.