Monterrey

Jorge Manjarrez: Tesla, el viejo y el nuevo Nuevo León

Ahora el reto es aprovechar la megainversión para impulsar una nueva etapa de industrialización en el estado.

A los neoloneses nos entusiasma que el señor Elon Musk haya decidido realizar la inversión de su giga planta en Nuevo León.

El proceso de negociación fue largo y complicado; seguramente menos largo y complicado que el proceso de evaluación que realizó Tesla para decidir invertir 4,5oo millones de dólares en nuestro estado.

Múltiples factores debieron de ser tomados en cuenta: ubicación geográfica, conectividad, proveedurías, costos, disponibilidad de capital humano y mano de obra calificada, servicios básicos de salud y educación para empleados e infraestructura urbana, entre otros.

Por supuesto también influyeron los apoyos ofrecidos y las negociaciones realizadas por el Gobernador de nuestro estado para convencer al señor Musk sobre las ventajas de invertir en Nuevo León que se impusieron a las desventajas como la inseguridad pública, la contaminación ambiental, el desorden urbano y el caos vehicular.

La competencia fue más intensa al interior del país que en el exterior. El cómo sí de una visión proactiva y objetiva se impuso al cómo no de la politiquería marrullera.

Fundamentales fueron el prestigio emprendedor, la cultura del esfuerzo, la calidad educativa, la disciplina, el sentido de responsabilidad y el espíritu progresista que distinguen a las y los neoloneses.

Estos atributos no se formaron de la noche a la mañana ni son producto de la casualidad; son producto del esfuerzo de muchas generaciones de regiomontanos que han dado forma y solidez a nuestros principios y valores y al patrimonio cultural e industrial de la sociedad neolonesa.

Se formaron a lo largo de décadas y se consolidó a fines del siglo XIX y durante el XX, en el despegue industrial de nuestro estado: Cervecería Cuauhtémoc, Fundidora de Fierro y Acero, Cementos Hidalgo y Vidriera. Además de artículos metálicos y de fabricación, productos alimenticios y materiales para construcción. Paralelamente, se desarrollaron la banca y el comercio.

Asimismo, nuestro prestigio educativo, y el de profesionistas y técnicos reconocidos nacional e internacionalmente, en áreas tan diversas como ingeniería, salud, administración pública y privada, tecnología y economía, entre muchas otras, se lo debemos a la Universidad Autónoma de Nuevo León, al Tecnológico de Monterrey, la UDEM, la UR y otras destacadas instituciones de educación superior de la entidad.

Además de reconocimiento, estas instituciones requerirán un gran apoyo estatal y federal para impulsar la formación de capital humano, las tecnologías de la información y comunicación y la investigación y el desarrollo digital con un enfoque humanista y social.

Como señala el maestro historiador Javier Rojas Sandoval, destacado estudioso de la cultura obrera de Monterrey: “el concepto patrimonio industrial tiene la acepción material y la intangible. En este sentido el patrimonio industrial intangible es el de las mentalidades, las ideas, los valores, las costumbres y las creencias”.

Y esta cultura industrial, emprendedora y trabajadora, que nos distingue mundialmente, influye, sin duda, en el ánimo de los inversionistas.

Ahora el reto es aprovechar la megainversión de Tesla para impulsar una nueva etapa de industrialización en Nuevo León que promueva el desarrollo sostenible y equitativo, el orden urbano y la protección del medio ambiente.

El desafío es realizar las inversiones necesarias en infraestructura, servicios y educación e investigación; una empresa con tecnología de punta no nos convierte de manera automática en un estado de primer mundo pero sí nos obliga a serlo.

Bien por lo que nos ha dejado el viejo Nuevo León; bien por lo nuevo, por nuestro gobernador y por todas y todos aquellos que actuaron a la altura de los gigantes que han hecho de Nuevo León el gran estado que es el día hoy.

Bien por esos héroes que nos hacen recordar a Alfonso Reyes:

“El regiomontano, cuando no es hombre de saber, es hombre de sabiduría. Sin asomo de burla pudiera afirmarse que es un héroe en mangas de camisa, un paladín en blusa de obrero, un filósofo sin saberlo, un mexicano sin posturas para el monumento y hasta creo que un hombre feliz”.

El autor es economista, demógrafo y politólogo. Profesor de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

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