El reciente padecimiento del presidente López Obrador se llevó por algunos días las atenciones de los medios nacionales y desencadenó además de una serie de teorías trágicas, un tema que ahora sí está en la mente de todos a los que les interesa la política: la sucesión presidencial.
A raíz de que se rumoraba una posible incapacidad del presidente para continuar en su cargo por los supuestos efectos del covid-19, se decía en los pasillos del círculo rojo que el secretario Adán Augusto tomaría el cargo interinamente como la marca la constitución.
Este suceso, revivió los cuestionamientos que constantemente se han hecho en algunos foros políticos, ¿qué pasará cuando AMLO no esté? es decir, ¿cómo serán las cosas cuándo tengamos un nuevo presidente? y más importante aún, ¿quién será el nuevo presidente?
Aunque es sabido quienes son los referentes morenistas que aspiran a quedarse con la silla presidencial, lo que más llama la atención es la forma en la que López Obrador ha manejado el tema. Sin decantarse claramente por un favorito, ha sabido mover sus fichas y calcular sus movimientos.
Ha dejado que tanto Sheinbaum, como Ebrard y Adán Augusto realicen giras y actos de campaña, sin detener, ni favorecer a alguno, por lo menos en público. Aunque pareciera que les ha dado rienda suelta y que no se está metiendo, el presidente ha ido dejando claro que quien tiene la última palabra es él.
Ejemplo de esto fue la reunión que convocó el 26 de abril con todos los gobernadores de Morena en Palacio Nacional, misma que fue dirigida por Adán Augusto.
Esto quizás como un breve recordatorio para los demás aspirantes para que no olviden que el dedo del presidente es el que tiene la decisión final y que éste podría apuntar al mismo Adán Augusto si el presidente percibe algo de rebeldía entre sus filas.
Lo que ya es una realidad es que este mes de julio Morena lanzará su convocatoria para la candidatura presidencial del 2024, por lo que éste tendría que ser electo antes de que termine el 2023. Según se viene diciendo, el mecanismo “oficial” para elegir al candidato será una encuesta.
Y aunque las encuestas son métodos muy confiables, es una realidad que éstas se pueden abalanzar dependiendo de las preguntas que se planteen, la metodología que se emplee y la muestra poblacional a la que se dirija.
Como por el momento no hay mayor detalle al respecto, quizás valga la pena concentrarnos en el tema de las preguntas. Algunos puntos que debemos plantear desde ya, son quienes desarrollarán las preguntas y si podrán redactar cuestionamientos que favorezcan o limiten por igual a todos los pre candidatos, dado el contexto actual.
Un ejemplo muy útil al respecto es la encuesta que realizó el PRD en noviembre del 2011 para definir a su candidato para la presidencia, que se disputaba entonces entre Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, misma que ganó el primero al salir mejor evaluado en 3 de las 5 preguntas.
Las que se dice que fueron las preguntas utilizadas, son las siguientes: “¿A quién de los dos políticos conoce más: Andrés Manuel López Obrador o Marcelo Ebrard?”; “¿A quién preferiría como candidato del movimiento de izquierda?”; “¿Por quién votaría entre Andrés Manuel López Obrador, Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto?”; “¿Por quién votaría entre Marcelo Ebrard, Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto?”;
Las cinco preguntas son bastante sólidas y muy probablemente se repita alguna de ellas en la encuesta de este año, pero hay otros factores importantes por definir, como cuantas preguntas se harán, como se definirá al ganador y como variarán considerando que ahora serán más de dos candidatos.
Un tema que los aspirantes parecen tener muy en claro es que las encuestas actuales favorecen a Morena para ganar la presidencia en 2024, independientemente de su candidato o candidata. Lo que quiere decir que, quien gane la encuesta interna y sea nombrado candidato, sea quien muy probablemente gane la presidencia el siguiente año.
Poniendo esto en perspectiva podemos dimensionar la relevante que será la encuesta interna y lo confiable que debe ser la o las empresas que la ejecuten. No es descabellado decir que esa encuesta no revelará solo al candidato del partido, sino al próximo presidente de México.
Aún falta mucho camino por recorrer y, como todos sabemos, en política cualquier cosa puede pasar. Lo cierto es que nos esperan meses muy intensos, porque el recorrido de la sucesión presidencial ya empezó.