El comportamiento de las divisas y su precio relativo respecto a una moneda local, esto es el tipo de cambio, es un tema complejo y multifactorial que hemos de alguna manera abordado en este espacio en otras ocasiones. En ese caso, recientemente el valor relativo del peso mexicano frente al dólar estadounidense es objeto de constante análisis y debate en prensa y en el ambiente académico.
En los últimos meses, hemos observado una fuerte tendencia hacia la apreciación del peso mexicano frente al dólar, lo que ha generado diversos interrogantes sobre las causas fundamentales de este fenómeno, si éste seguirá siendo sustentable o no en el corto plazo, y hasta cuando durará.
En esta entrega, exploraremos algunas de las posibles explicaciones detrás de esta apreciación, teniendo en cuenta factores económicos y políticos que han influido en el mercado cambiario, pero tambien, como este fenómeno pudo haber incidido sobre la reciente decisión de Banco de México de no continuar su política de aumentos en la tasa de interés de referencia, como lo venía haciendo con motivo de las fuertes presiones inflacionarias experimentadas.
Para comenzar nuestra reflexión, uno de los factores clave que ha impulsado la apreciación del peso mexicano es el relativo fortalecimiento de la economía del país posterior a la grave crisis mundial por COVID-19. Durante los últimos años, México ha experimentado un crecimiento económico sostenido, respaldado por políticas fiscales y monetarias prudentes, así como por una mayor estabilidad macroeconómica. La confianza de los inversionistas en la economía mexicana ha aumentado, lo que ha llevado a un mayor flujo de capitales hacia el país. Este aumento de la inversión extranjera directa, del cual Nuevo León se ha visto fuertemen beneficiado, ha generado una mayor demanda de pesos mexicanos, lo que a su vez ha contribuido a su apreciación frente al dólar.
Otro factor relevante en la apreciacion relativa del peso ha sido la política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). En los últimos años, la Fed ha conducido un proceso gradual de aumento de las tasas de interés y de reducción de su balance, conocido este proceso como la “normalización de la política monetaria”. Estas medidas han generado una salida de capitales de los mercados emergentes, incluido México. Sin embargo, dado que las políticas de la Fed se han implementado de manera gradual y previsible, México ha logrado adaptarse a ellas y ha mantenido su atractivo para los inversionistas internacionales, lo que ha contribuido a la apreciación del peso mexicano.
Por otra parte, en los últimos años, México ha registrado superávits comerciales con Estados Unidos, su principal socio comercial. Esto se debe, en parte, a una mayor diversificación de las exportaciones mexicanas así como a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y, posterior a sus negociaciones, su reemplazo por el nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Estas mejoras en la balanza comercial han generado también una mayor oferta de divisas, lo que ha contribuido también a la fuerte apreciación del peso mexicano.
De la mano de lo anterior, la fuerte recepción de divisas enviadas por los hogares de los migrantes al país, ha sido uno de los principales canales de recepción de dólares en el país, y esto ha fortalecido también de manera relativa la posición de la moneda en el entorno internacional, particularmente frente al dolar.
Además de los factores económicos mencionados anteriormente, existen elementos geopolíticos y de confianza (como la guerra en Europa del Este, o las fuertes presiones sobre el sistema financiero norteamericano) que influyen en el comportamiento de las divisas. En los últimos años México ha logrado mantener una mayor estabilidad política y social en comparación con otros países de la región, lo que ha generado confianza entre los inversionistas extranjeros. Además, la conclusión relativamente exitosa de las negociaciones del T-MEC y la reducción de la incertidumbre en el entorno comercial producto de la reapertura de los principales canales de distribución y cadenas de suministro, han brindado mayor certeza a los inversionistas, lo que ha aumentado la demanda de pesos mexicanos y ha contribuido a su apreciación
Sin embargo, al margen de estos niveles de tipo de cambio no vistos desde 2017, contraparte observamos que los niveles de inflación sigue siendo muy alta con respecto a los objetivos de Banco de México. Por otra parte, de acuerdo al resultado de la reciente Junta de Gobierno, la decisión de Banxico fue optar por no seguir incrementando su tasa de referencia más allá de su nivel actual.
En el contexto actual de la moneda nacional frente al dólar, ¿qué hubiera pasado de haber decidido Banxico el incrementar las tasas de interés? En este caso, una política monetaria más restrictiva podría desalentar la entrada de capitales especulativos y reducir la demanda de pesos mexicanos, lo que a su vez podría propiciar una disminución en la apreciación de la moneda nacional, o en términos prácticos, una depreciación con respecto a sus bajos niveles actuales, lo que podría traducirse como “el fin de la ilusion del super-peso”.
La fortaleza de la moneda mexicana, sin duda, es un hecho que beneficia a sectores de la economía y da la aparente señal de que los mercados están premiando con flujos de inversión (y dólares) al país. Sin embargo, mientras la oferta nacional de dólares siga dependiendo fuertemente de las remesas, y el poder adquisitivo del ingreso siga sumando pérdidas consecutivas en su valor, hemos de ser muy precavidos sobre las señales que el canto de sirenta del super-peso representa en realidad: una serie de afortunados y coincidentes eventos.