Uno de los objetivos de la inclusión financiera, en términos y mediciones internacionales, es lograr que cada individuo cuente con una cuenta bancaria, ya que esto permite salvaguardar sus recursos y es la puerta de entrada a ciertos productos y servicios financieros que propiciaría su salud financiera. En México, de acuerdo con la ENIF de 2021, 58.7 millones de habitantes (68%) cuentan con un producto financiero, sin embargo, solo 41.1 millones (49.1%) cuentan con una cuenta de ahorro formal, el resto son productos como créditos, seguros y cuentas de AFORE. En Latinoamérica podemos encontrar países con altos niveles de inclusión financiera, de acuerdo con la tenencia de una cuenta formal. Por ejemplo, en Chile y Brasil los niveles son superiores al 80%, sin embargo, en países como Nicaragua y Paraguay los niveles son inferiores al 30%.
Con el surgimiento de las empresas Fintech se ha argumentado que la inclusión financiera se puede dar a través de productos que empleen desarrollos tecnológicos para dar acceso a los sectores más alejados de las instituciones financieras convencionales. Países de África, como Mauricio y Kenia, ya se han presentado como casos de éxito al incrementar el número de cuentas. La pregunta es, ¿realmente ha incrementado su inclusión financiera?
Específicamente en el caso de Kenia, la apuesta surgió por parte de una empresa de comunicación móvil y como parte de la necesidad de transferir recursos a las zonas rurales, necesidad que se cubría a través de medios informales, como servicios de transporte y correo tradicional, e incluso a través de amigos y familiares, prácticas que involucraban un alto riesgo. Es por eso que, considerando el alto número de suscriptores en la telefonía celular, la compañía líder lanzó M-PESA, un servicio de dinero móvil que funciona principalmente a través de mensajes de texto.
Kenia nos presenta un caso tangible en donde la tecnología y la preocupación por brindar mejores servicios financieros se unen para satisfacer una necesidad apremiante de la población para transferir su dinero a bajo costo.
Sin embargo, dentro de las mediciones de inclusión financiera mundial, el parámetro de pertenencia de una cuenta tiene distinción entre tenerla en una institución financiera formal o únicamente tener una cuenta. A nivel mundial, la brecha entre los distintos tipos de cuentas es únicamente del 2%. En Kenia, el dato más reciente de 2021 nos indica que la brecha entre los diferentes tipos de cuentas es del 27%. Pero ¿tiene alguna repercusión la diferencia entre este tipo de cuentas? Una de las problemáticas que presenta este instrumento financiero es la incapacidad de proveer la oportunidad para ahorrar y ser utilizado únicamente como medio de transferencia de efectivo.
Hoy en día, el ecosistema Fintech es más robusto y sólido que hace 15 años, en parte, debido a que el acceso a internet y a dispositivos móviles ha avanzado de manera significativa. Además, el sistema tradicional bancario ha tenido altibajos que han dado cabida a estos nuevos productos y servicios.
En países con altos niveles de inclusión financiera, tales como España, Suiza o Italia, la infraestructura bancaria comercial es grande; estos países cuentan con más de 30 sucursales por cada 100 mil habitantes, este dato en el caso de México es de 12. Hoy en día, la apuesta es sustituir o complementar los servicios tradicionales con unos de menor costo y mayor agilidad. Esta nueva tendencia requiere de infraestructura tecnológica, acceso a internet, teléfonos inteligentes, capacitación en tecnología y, sobre todo, de educación financiera y una cultura consciente para cubrir las necesidades financieras. En este punto, cabe mencionar que en estos países (España, Suiza, Italia) la población cuenta con altos niveles de educación financiera.
Actualmente el aporte de las Fintech, con relación a la inclusión financiera, ha sido poco; ya que existen obstáculos dentro de estas empresas emergentes para sobrevivir en el mercado, aunado a que no tienen una fuerte regulación que proteja a los usuarios.
Dado lo anterior, visualizamos que para propiciar una inclusión financiera total requerimos de varios caminos; la respuesta no está únicamente en las nuevas opciones que presentan las empresas Fintech. Para muchos, la información y atención que proporciona la banca comercial es primordial para tener ese primer acercamiento con los productos financieros formales, por lo que es necesario incrementar su presencia en zonas rurales. Una vez integrados al sistema financiero, se les debe facilitar el acceso a dispositivos móviles y a internet para complementar su proceso de inclusión, a través productos y servicios, eficientes y seguros, propuestos por las empresas Fintech. Para lograr lo anterior se requiere de colaboración entre la iniciativa privada y el gobierno, para desarrollar la infraestructura y para diseñar regulaciones sólidas que busquen proteger al consumidor y promover su bienestar financiero. Un ambiente con todas estas características propiciaría el incremento del nivel de inclusión financiera en la población mexicana.
Este artículo fue escrito en colaboración con la Dra. Nuria Rojas, Profesora del Departamento de Contabilidad y Finanzas de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
El autor es Profesor de la Escuela de Negocios y del FAIR Center for Financial Access, Inclusion and Research del Tecnológico de Monterrey.