Monterrey

Angel Maass: Nearshoring… ¿un futuro prometedor para el Norte de México?

Más de la mitad de las exportaciones no petroleras hacia Estados Unidos provienen de las entidades federativas colindantes con el país de las barras y las estrellas.

La relocalización de empresas (también conocido como “nearshoring”) se ha convertido en un tema central para muchas naciones que buscan mantener su competitividad en el ámbito global. Al respecto, México se encuentra en una ubicación trascendental para capitalizar esta directriz, y las entidades federativas del norte del país juegan un papel decisivo en esta atmósfera.

Se estima que aquellos estados con fuertes vínculos comerciales ya establecidos con Estados Unidos, combinados con una cercanía geográfica, serán los más favorecidos por el fenómeno del “nearshoring”. La proximidad a la potencia económica más grande del mundo otorga una superioridad logística que se convierte en menores costos de transporte. Además, la industria manufacturera y otras actividades económicas que presentan encadenamientos con la región del norte encontrarán en esta proximidad una oportunidad inigualable para mejorar su productividad.

En este sentido, también se espera que las entidades federativas con una especialización en bienes esenciales para el desarrollo industrial de Estados Unidos, como componentes electrónicos, productos automotrices y dispositivos médicos, desempeñen un papel relevante en el proceso de relocalización de empresas. La capacidad de proveer insumos de calidad y de manera oportuna se convierte en un factor decisivo para atraer inversiones y establecer relaciones comerciales sólidas con empresas estadounidenses.

No obstante, para que se puedan fructificar estas oportunidades, es primordial emparejar y perfeccionar los factores de infraestructura, transporte y comunicación que actúan en el tema de relocalización. La calidad de la infraestructura eléctrica, suministro de agua, carreteras y puertos son aspectos decisivos que deben ser atendidos con prioridad. Por tal motivo, la inversión tanto pública como privada en estos sectores resultará indispensable para atestiguar la competitividad y facilitar la instalación de empresas en el país.

Conjuntamente, el fortalecimiento del estado de derecho y el fomento de políticas públicas y privadas que estimulen la inversión son elementos definitivos para crear un ambiente favorable de negocios. La confianza en la seguridad jurídica y la estabilidad regulatoria son aspectos que atraen a los inversionistas y les manifiestan la certidumbre necesaria para llevar a cabo propósitos de largo plazo.

Otro aspecto clave en la estrategia de relocalización es la apuesta continua por la formación de capital humano. El talento y la capacitación de los trabajadores son elementos fundamentales para impulsar la productividad y el crecimiento en el sector industrial. Es trascendental invertir en programas educativos y de capacitación que respondan a las necesidades definidas de las compañías y de la economía en general.

Sin embargo, para capitalizar esta oportunidad, es necesario actuar con determinación y visión a largo plazo. Se requiere una alianza estratégica entre los sectores público y privado para mejorar la infraestructura, fomentar políticas adecuadas y asegurar el fortalecimiento del estado de derecho. Asimismo, es imprescindible invertir en el capital humano, garantizando que esté preparado para enfrentar los retos de una economía globalizada.

En conclusión, la expectativa del “nearshoring” en México luce prometedora, pero para concretarse, se deben superar retos significativos. Por ejemplo, la participación y el compromiso de todos los actores implicados serán primordiales para que las entidades federativas del norte de México se conviertan en un destino atrayente para las empresas que buscan relocalizar sus operaciones.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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