Revisando el informe de las finanzas públicas al mes de Julio, se pone de manifiesto que las minusvalías reportadas en los ingresos públicos, en los primeros siete meses del año, por $140 mil millones de pesos, se tienen cuando se comparan los ingresos obtenidos contra los ingresos esperados que se aprobaron en Ley de Ingresos, más no contra los ingresos efectivamente recaudados el año pasado, esto como consecuencia de la extremadamente optimista proyección de recursos que se incluyó en Ley de Ingresos 2023.
En efecto, si consideramos los ingresos presupuestales obtenidos al mes de julio en 2022, y los comparamos contra los ingresos presupuestales percibidos durante 2023, el resultado es que han aumentado en $240.9 miles de millones de pesos, (básicamente por la recaudación de IEPS) lo que en términos reales los deja al mismo nivel que el año pasado, pero comparados contra los ingresos esperados para este año, se presenta la minusvalía ya comentada, tanto en ingresos petroleros, como en ingresos tributarios.
Esto es relevante, porque el gasto aprobado por los Diputados para este año, se determinó considerando los ingresos que se esperaban para 2023, por lo que si no se perciben estos ingresos, es necesario recortar el gasto aprobado, o en su defecto, aumentar el déficit, y por ende, la colocación de más deuda pública a la autorizada.
De tal suerte, Hacienda estima que la minusvalía en ingresos no podrá ser revertida en lo que resta del año, y plantea un leve recorte en el Gasto Neto y un aumento en el déficit presupuestal superior a los $100 mil millones de pesos, lo que elevaría los requerimientos financieros a una cifra de $1,439.8 miles de millones de pesos proyectada para este año 2023, equivalentes al 4.9% del PIB estimado por la propia autoridad hacendaria.
En materia de ingresos tributarios, en el periodo enero a julio de este año, con excepción del Impuesto sobre la renta, se presenta una minusvalía generalizada con relación a lo que se esperaba recaudar, sin embargo, comparado contra lo recaudado en el mismo periodo de 2022, los ingresos tributarios acusan un crecimiento de 6.3% en términos reales, explicado fundamentalmente por el IEPS a las gasolinas, que de tener una recaudación negativa el año pasado, de -$56.1 miles de millones de pesos, reporta ahora una recaudación positiva de $115.5 miles de millones de pesos.
Un caso atípico se presenta en la recaudación del IVA, la cual cae en un 8.9% en términos reales, contra lo recaudado el año pasado, e incluso, en pesos nominales, se presenta una caída de menos $23.4 miles de millones de pesos en recaudación, la cual pasa de $751.3 miles de millones de pesos a julio de 2022, a $727.9 miles de millones de pesos a julio de 2023.
A este respecto, las autoridades hacendarias han declarado que esta caída en recaudación se explica por la fortaleza del peso, la cual afecta la recaudación del IVA en las importaciones, ya que se cotizan en dólares, por lo que al transformarlas a pesos, se reduce la base a la que se aplica el impuesto.
No obstante que en principio esto es cierto, la explicación es incorrecta, ya que omite considerar que el IVA se causa en toda la cadena de valor de la importación-producción-distribución, por lo que un menor IVA en las importaciones, se traduce, primeramente, en un menor IVA acreditable, mientras que por otro lado, el menor valor de las importaciones genera un mayor margen de utilidad (y de valor agregado gravable) si el precio final del bien o servicio, se mantiene inalterado, por lo que se pagará más IVA en las siguientes etapas del proceso productivo-distributivo.
La única opción para que esta explicación fuera completamente válida, sería en el escenario donde el precio final de los bienes y servicios donde participan las importaciones, BAJARAN de precio, cosa que no está ocurriendo, ya que de hecho, la inflación sigue aumentando, aunque a menor tasa que el año pasado.
Un claro ejemplo es la industria automotriz, la cual tiene un muy alto porcentaje de componentes importados, que no obstante se están recibiendo a un menor valor (en pesos), el precio de los vehículos no se ha reducido, y de hecho siguen aumentando, lo que echa por tierra la explicación de que la menor recaudación de IVA se explica por la fortaleza del peso.
Entonces, una explicación más plausible, es que el aumento en el precio de los alimentos, el cual sigue superando al aumento en el índice nacional de precios al consumidor, y al aumento en los ingresos, ha obligado a la población a incrementar su gasto en alimentos, tal y como lo revela la última encuesta ingreso gasto de los hogares, y consecuentemente, el ingreso disponible para gastarlo en bienes y servicios que sí pagan IVA, se ha reducido, afectando la recaudación de este impuesto.
Es decir, el gasto de la población en bienes y servicios que causan IVA, se está reduciendo, y esto es lo que explica la caída en la recaudación de este tributo.
Con relación al paquete económico que se va a presentar al Congreso el próximo viernes, esperemos que nuestras autoridades hacendarias no cometan el mismo error de sobre estimar los recursos que se incluirán en la Ley de Ingresos, ya que los mismos serán etiquetados para propósitos de gasto, y de no alcanzarse, (como en este año) generarán presiones para reducir el gasto aprobado, y/o para aumentar el déficit presupuestal y la consecuente contratación de deuda adicional para sufragar el gasto en exceso.
Es importante dimensionar que los requerimientos financieros del sector público federal para este año, ya alcanzan un 10% del saldo de la deuda pública federal, lo que hace INSOSTENIBLE generar una trayectoria de disminución en el cociente de la deuda a PIB, ya que para que esto suceda, el PIB nominal debe crecer en un porcentaje superior al 10%, cosa que solo pudo suceder cuando la inflación superó el 8%, más no ahora con inflación de entre el 4% y el 5%.
Es decir, la herencia que dejará la presente administración, en materia de finanzas públicas, con requerimientos financieros del 5% del PIB, equivalentes a un 10% del saldo de la deuda pública federal, apuntan a una ruta de colisión, agravada con las presiones en el desmedido gasto asistencial, el crecimiento natural de las pensiones contributivas y los apoyos financieros que requerirá Pemex, por lo que es un gran mito hablar de finanzas públicas sanas.