En un escenario económico marcado por la incertidumbre, se vislumbra un prolongado periodo de tasas de interés elevadas, superando las previsiones iniciales.
Este fenómeno, cuyo origen se encuentra en una combinación de factores tanto internos como externos, plantea interrogantes y desafíos que merecen una cuidadosa consideración.
Los conflictos geopolíticos, omnipresentes en el escenario actual, desempeñan un papel crucial en esta ecuación. La escalada de tensiones en diversas regiones amenaza con impactar los precios de los energéticos, un componente vital en la estabilidad económica.
Ante este panorama, es imperativo que los actores económicos adopten estrategias resilientes para hacer frente a posibles volatilidades en los mercados energéticos.
La llegada inminente del invierno añade un nuevo elemento a la ecuación. Se prevé una mayor demanda de energía en medio de una ola de frío que podría exacerbar los desafíos ya presentes en el sector. Este escenario obliga a los actores económicos a ser proactivos en la gestión de recursos y a considerar alternativas que aseguren un suministro estable en tiempos críticos.
La economía, a pesar de estos desafíos, exhibe una notable resiliencia. El último Indicador Global de Actividad Económica (IGAE), con un aumento anual del 3.5% al cierre de agosto, evidencia una capacidad de recuperación sorprendente. No obstante, se avecina un déficit fiscal para el próximo año que podría ejercer presión adicional sobre la inflación, retrasando su convergencia hacia el objetivo meta de 3% y una banda de tolerancia entre +/-1%.
A pesar de cierta moderación en el último dato de inflación general de 4.27% a tasa anual durante la primera quincena de octubre 2023, se anticipa un ligero repunte hacia finales de este año. Este posible escenario ha sido reflejado en la reciente subasta de CETES a 28 días, que registró un aumento de 32 puntos base, ubicándose en un 11.26%.
Este fenómeno señala una percepción en el mercado de que las tasas de interés podrían mantendrán su tendencia alcista en el corto plazo.
Esperamos que las expectativas de inflación, tanto general como subyacente, para el 2024, converjan gradualmente hacia el objetivo meta establecido por el Banco de México.
No obstante, es fundamental que los actores económicos mantengan una postura cautelosa y estén preparados para adaptarse a un entorno económico en constante evolución.
Al respecto, habrá que estar al pendiente de la decisión que tome la Reserva Federal de Estados Unidos el próximo 1 de noviembre respecto a su tasa de interés que actualmente se ubica en un rango entre 525 y 550 puntos base y con una probabilidad de 97.6% que se mantenga sin cambio en dicha sesión con base a información de CME Group.
Cabe recordar que en el caso de México, la actual tasa de interés de referencia se ubica en 11.25% y todos los analistas de la más reciente Encuesta de Expectativas Económicas manifestaron que terminaríamos el presente año en dicho nivel. En tanto, la mitad de los analistas consultados proyectan podría disminuir en 25 puntos base el próximo marzo y posteriormente seguiría ajustándose hasta llegar a 9.25% al cierre de 2024. No obstante, estas proyecciones podrían irse modificando conforme a la evolución de distintos factores.
En conclusión, nos encontramos en un momento crucial en el panorama económico global. La combinación de tasas de interés elevadas, conflictos geopolíticos y desafíos invernales exige una gestión financiera prudente y estratégica.
La resiliencia demostrada por la economía hasta el momento es un indicio alentador, pero no debemos subestimar la importancia de una planificación robusta y una vigilancia constante del entorno económico.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.