Esta semana el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó la cifra de inflación para la primera quincena de enero que se ubicó en 4.9 por ciento anual. En términos quincenales es el quinto aumento consecutivo en su comparativo anual.
El reciente repunte en los precios al consumidor se explica, principalmente, por la inflación no subyacente la cual se acerca peligrosamente a una variación anual de doble dígito (9.7 por ciento). Al interior, destaca la sólida aceleración de los precios de las frutas y verduras que aumentaron 20 por ciento.
En contraste, los precios de la inflación subyacente, la que tiene mayor injerencia la política monetaria, continúan con una trayectoria descendiente. Sin embargo, se mantienen en niveles muy elevados (4.8 por ciento en la primera quincena de enero). En su variación quincenal destaca la fuerte aceleración de los precios agropecuarios de 2.4 por ciento quincenal, después de haber crecido 3.8 por ciento en la segunda quincena de diciembre.
La reciente evolución de la inflación debería retrasar la intención del Banco de México de recortar la tasa de interés objetivo. El dinamismo reciente de la inflación en México contrasta con la de los Estados Unidos por lo que Banxico no debería copiar a la Reserva Federal como lo ha hecho hasta ahora.
Un recorte anticipado de la tasa de interés desanclaría las expectativas inflacionarias de mediano plazo y provocaría un desajuste en el mercado cambiario. Hasta el momento el peso se ha comportado de manera estable pero un incremento en el déficit fiscal aunado a un deterioro en el manejo de la política monetaria podría perjudicar a la moneda.
Si bien los aumentos salariales no han impactado a los precios al consumidor, su persistente aumento sin incrementos en los niveles de productividad contaminará a los precios al consumidor eventualmente.
Por otro lado, se avecina el fortalecimiento del dólar que ante niveles de inflación más rígidos han fortalecido la expectativa de recortar tasas hacia mediados de año y no en el primer trimestre como se había anticipado.
Esto está fortaleciendo al dólar y por ende depreciando otras monedas emergentes incluyendo al peso mexicano. De continuarse la depreciación del peso podríamos observar efectos de pass-through hacia los precios al consumidor. Recordemos que casi el 80 por ciento de los insumos manufactureros son importados.
Así, es prematuro pensar en un recorte de tasas en un entorno donde la inflación está resurgiendo. Esperemos la reacción de Banxico.