En el vasto campo de la economía global, la táctica del “nearshoring” emerge como un “dribbling” audaz, llevando la pelota hacia la meta deseada de la prosperidad económica para México. Este enfoque, que busca mover los procesos productivos más cerca de los mercados finales, se asemeja a un regateo ingenioso en el mercado internacional, desafiando las defensas económicas establecidas por potencias como Estados Unidos.
Desde 2018, estas medidas proteccionistas han puesto a México en una posición de contraataque, buscando recuperar la posesión del balón y marcar goles económicos con aliados estratégicos para asegurar su posición en el juego mundial.
Se dice que la cercanía geográfica con Estados Unidos y la existencia del T-MEC otorgan a México una especie de ventaja en el terreno de juego económico, similar a tener la posesión del balón en campo contrario. Sin embargo, esta visión optimista oculta los posibles peligros y las tácticas defensivas que podrían ser desplegadas por sus adversarios económicos. La estrategia de sustitución de importaciones, aunque podría marcar puntos a corto plazo, también podría dejar a México expuesto a contraataques sorpresivos que podrían poner en peligro su posición en la tabla de posiciones económicas mundiales.
Determinar el impacto real del “nearshoring” en México es como analizar un partido de fútbol con múltiples jugadas tácticas y movimientos estratégicos. Distinguir entre las inversiones genuinamente motivadas por la relocalización en México de aquellas que son simplemente cambios de táctica en el tablero económico mundial es un desafío similar que diferenciar entre un pase certero y uno errado en medio del caos del juego. Por ejemplo, el anuncio del fabricante Tesla en Nuevo León podría ser visto como un gol a favor de México, pero ¿es realmente un resultado del talento local o simplemente una oportunidad aprovechada en el momento adecuado?
Es esencial preguntarse cuánto del éxito económico de México se debe a la habilidad de sus jugadores locales y cuánto se debe a factores externos como las políticas estatales y las condiciones económicas internacionales. Esta incertidumbre es como una jugada de último minuto en un partido de fútbol, donde el resultado final puede ser decidido por un solo movimiento estratégico. Además, la persistente problemática de la inseguridad ciudadana en el país añade una capa adicional de complejidad al juego económico, similar a los desafíos que enfrentan los equipos en un estadio hostil lleno de hinchas rivales.
Por otro lado, la falta de transformación estructural en México, como se refleja en la última encuesta de Expectativas Económicas del Banco de México, plantea interrogantes sobre la capacidad del país para adaptarse a las cambiantes condiciones económicas globales. La falta de cambios en la estrategia de juego nos podría dejar atrás en la tabla de posiciones económicas, similar a un equipo que se aferra a tácticas obsoletas en lugar de adaptarse a las demandas del juego moderno.
En este contexto, el “nearshoring” se asemeja a un tiro libre en el último minuto del partido, con el destino del juego pendiendo de un hilo. Se asemeja a otros eventos coyunturales en México, donde la estrategia económica del país se ve influenciada por una serie de factores, tanto internos como externos. Al igual que en el fútbol, donde un solo gol puede cambiar el curso del partido, la estrategia de “nearshoring” podría tener consecuencias profundas para la economía mexicana en los próximos años.
En conclusión, el “nearshoring” en México es como un partido de fútbol en el que el equipo local está luchando por mantenerse en la contienda contra equipos más fuertes y mejor preparados. Aunque la estrategia ofrece oportunidades para marcar goles económicos, también presenta riesgos y desafíos que deben abordarse con cuidado y astucia. Al igual que en el fútbol, el éxito económico de México dependerá de su capacidad para adaptarse a las condiciones del juego y aprovechar las oportunidades cuando se presenten.
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