Si bien los defensores de la 4T usualmente argumentan la fortaleza del peso frente al dólar, para afirmar que la actual administración está haciendo bien las cosas en materia económica, ya en varias ocasiones he comentado que el tipo de cambio no es una variable que esté controlada por el ejecutivo federal, y si bien sus acciones no influyen en la revaluación del peso, sí podrían operar en sentido contrario, situación que actualmente esta en ciernes, por el franco deterioro de las finanzas públicas, las cuales, para este año, registrarán un importante déficit que podría alcanzar hasta el 6% del PIB.
Si esta situación se materializa, y se degrada la deuda soberana, perdiendo el grado de inversión, muchas inversiones de fondos extranjeros se verían forzados a vender sus posiciones y salir del País, y el peso pasaría por una etapa de presión devaluatoria, por lo que en este escenario, la depreciación del peso sí sería explicada por las acciones del ejecutivo federal.
De tal suerte, la apreciación del peso se ha materializado por el ingreso de dólares al País en cantidades importantes, apuntaladas por las remesas, que han crecido de manera inesperada y ya superan los $60 mil millones de dólares al año, así como por el atractivo diferencial en los rendimientos financieros pagados en México, versus en los Estados Unidos, acciones en las que el gobierno federal no ha tenido absolutamente nada que ver.
Ahora bien, si consideramos que al inicio de la presente administración el tipo de cambio estaba alrededor de los $19.23 pesos por dólar, y al día de ayer la paridad era de $16.65 lo que representa una apreciación del peso del 13.4%, este porcentaje aumenta al 22.5% si el calculo lo hacemos versus la paridad registrada en 2021, de $21.49 pesos por dólar.
¿Quién se beneficia y quien se perjudica con esta apreciación del tipo de cambio?
Los primeros ganadores son los importadores, ya que pagan menos pesos por sus compras en el exterior, beneficio que alcanza también a los consumidores de estos productos importados, lo cual ayuda a reducir la inflación.
Otros ganadores son los turistas mexicanos que viajan al extranjero, así como los deudores en moneda extranjera, ya que pagan menos intereses (en pesos) y el saldo de su deuda se ve reducido al convertirla a moneda nacional a una paridad menor.
De hecho, la deuda externa del sector público federal, se ha beneficiado mucho con esta menor paridad, ya que esto ha permitido que el saldo en pesos se haya reducido por el efecto cambiario, al grado de que el saldo como proporción del PIB se ha reducido en unos dos puntos porcentuales, amortiguando parcialmente el fuerte aumento de la deuda interna.
Otro beneficio de la menor paridad, se refleja en el tamaño de la economía y el PIB por habitante medido en dólares, ya que aumenta y aparenta que hay mejores resultados económicos, aunque no haya más producción, situación que permite mejorar la posición de México, en comparaciones internacionales, pero esta mejoría no es real ni sostenible en el largo plazo.
Obviamente, este efecto favorable también se traduce a un mayor salario en dólares y es extensivo a todas las variables económicas que son comparadas internacionalmente, en dólares.
Sin embargo, al estar la paridad actual sobrevaluada, con base a la teoría de la paridad del poder adquisitivo, tarde que temprano se deberá corregir esta paridad y se esfumarían todas esas mejoras en comparaciones internacionales, por lo que es importante estar conscientes de que estos no son “éxitos” de la política económica, sino solo un reflejo de la mejor paridad.
Por otro lado, hay perdedores que sufren esta fortaleza del peso, como los exportadores, quienes reciben menos pesos por sus ventas al exterior, así como los inversionistas extranjeros que vienen a invertir en México, ya que ahora deben traer más dólares para pagar sus inversiones en México.
También en la lista de perdedores están las familias que reciben remesas del exterior, ya que ahora perciben menos pesos por la misma cantidad de dólares que les mandan sus familiares trabajando en el exterior, al grado de que, en pesos, las remesas están perdiendo poder adquisitivo.
Finalmente, los turistas extranjeros viajando por nuestro país, reciben menos pesos por sus dólares, y sufren una pérdida en su poder adquisitivo.
Es importante señalar que esta fortaleza del peso, no es privativa solo de nuestra moneda, sino en general de la mayoría de las divisas del mundo, ya que en alguna medida el dólar norteamericano se ha debilitado en general, y que eventualmente debe haber una corrección a esta sobrevaluación del peso, aunque es difícil pronosticar cuando se iniciaría.