Cuando Elon Musk pregonó que la inteligencia artificial (IA) era una de las mayores amenazas para la humanidad y que esta haría que todos los trabajos sean obsoletos, mucha gente alzó la ceja en señal de escepticismo, argumentando que eso no será posible en el corto plazo.
Posteriormente, la consultora McKinsey matizó un poco la estridencia, pero advirtió del potencial de automatización con la IA por nivel educativo, encontrando mayores beneficios económicos para las empresas (y mayores riesgos para las personas) en trabajos desempeñados por quienes cuentan con grados académicos de carrera profesional, maestría y doctorado.
Todo esto sucedía al mismo tiempo que Arvind Krishna, CEO de IBM, mencionara que la multinacional que dirige suspendería sus contrataciones a nivel mundial como un plan para reemplazar puestos de trabajo con IA. Krishna apuntó a que el reemplazo de personas por IA se llevaría a cabo en el transcurso de los siguientes cinco años en áreas de “back office”, en específico, en roles que no están orientados al cliente, principalmente en Recursos Humanos.
Por esas mismas fechas, se anunciaba que la cadena de supermercados Soriana, integraría soluciones de IA similares a las de IBM para que las tareas más mecánicas de recursos humanos, como reclutamiento, onboarding, gestión de personas, pago de nómina, control de asistencia, evaluaciones de desempeño, entre otras, fueran automatizadas y con ello reducir este departamento.
Hoy en día, no solamente personal de RR. HH. está siendo sustituido, áreas como cadena de suministro, manufactura, mercadotecnia, ventas, finanzas y operaciones son susceptibles de ser reemplazadas por IA.
Y a pesar de que el 66 % de los profesionistas ve con preocupación la prevalencia de la IA en sus empleos (por temor de ser despedidos o que sus cargos sean reemplazados), aún no hemos dimensionado del todo a lo que nos estamos enfrentando.
Aunque algunos argumentan que la inteligencia artificial podría sustituir al Homo sapiens, al igual que este último reemplazó al neandertal en su momento, otros sostienen que el papel de la IA será como un esclavo para el ser humano y que este conservará, en todo momento, la capacidad de desconectar a la IA del tomacorriente.
Y mientras nos debatimos en estas cuestiones de índole un tanto filosóficas, la semana pasada un grupo de nueve empleados y ex-empleados de OpenAI publicaron una carta abierta advirtiendo de los riesgos sobre la inteligencia artificial avanzada. En un tono lacónico y preocupante, estos científicos advirtieron sobre los graves riesgos que plantea esta tecnología.
Las amenazas advertidas en dicha carta van desde seguir profundizando las desigualdades sociales, económicas y laborales existentes, pasando por la manipulación y la desinformación, hasta la pérdida de control de los sistemas autónomos de IA, lo que podría provocar la extinción humana (una estadística sombría de que esto último pueda suceder, citada por el New York Times, es del 70 %).
Pero como sociedad, como seres-humanos, aún tenemos esperanza, revela el comunicado. Esto porque los riesgos pueden mitigarse adecuadamente con la orientación suficiente de la comunidad científica, los formuladores de políticas y el público, es decir, con información, apertura y transparencia.
Y aunque las empresas de IA (siempre hay un “pero”) poseen información no pública sobre las capacidades y limitaciones de sus sistemas (es decir, hay mucho más de lo que hoy alcanzamos a conocer) hay fuertes incentivos financieros para incrementar las medidas de protección y comunicar públicamente los niveles de riesgo de diferentes tipos de daños.
Tal vez sea hora de tomarnos más en serio a la Inteligencia Artificial.
Epílogo.— No menospreciemos el efecto que la literatura de ciencia ficción tiene en el mundo real. Muchos de los inventos o empresas que hoy existen, en un inicio, fueron vislumbradas en las páginas de algún libro de bolsillo. Recordemos que Elon Musk ha sido un ávido lector de ciencia ficción desde su infancia y que este género literario tuvo un gran impacto en su imaginación y sus sueños futuros.
En a novela china de ficción “El problema de los tres cuerpos”, de Liu Cixin, una científica china desoyó la recomendación de no contactar a una civilización extraterrestre. Ese acto desencadenó una serie de calamidades que amenazaron la existencia de la humanidad al atraer la atención de una avanzada pero implacable raza alienígena. En un momento crítico y teniendo como seres humanos la capacidad de desconectar a la IA del tomacorriente, ¿no habría algún ser-humano que volvería a conectarla?
El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.
Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx