El Banco de México había comenzado el recorte de la tasa de interés objetivo, en 25 puntos base, este año después de haberla subido hasta 11.25 por ciento el año anterior. Esta dinámica fue resultado de un alza importante en los precios al consumidor que se observó en casi todo el mundo.
Las expectativas de los principales analistas económicos era que habría más recortes a la tasa de interés a lo largo de este año. Sin embargo, el entorno económico doméstico y el entorno externo se ha deteriorado y está presionando a la inflación.
La inflación ha mostrado una tendencia a la baja, si bien, se mantiene en niveles elevados particularmente observable en la inflación subyacente. Al interior, la inflación de los servicios se ubica en 5.22 por ciento, muy por encima del centro de la meta de la autoridad monetaria (3 por ciento).
Por otro lado, la inflación no subyacente está repuntando por un incremento importante en los precios de algunos productos agropecuarios ante una menor oferta en el país. La inflación de las frutas y verduras alcanzó un nivel de 18.55 por ciento en mayo.
El entorno hacia futuro es de mayores presiones inflacionarias. Por un lado, el incremento sostenido del salario mínimo sin aumentos en la productividad comenzará a impactar adversamente a los precios al consumidor. Mientras los salarios han ido en aumento la productividad laboral está disminuyendo.
Por otro lado, los resultados de las elecciones en el país y las 18 reformas que se aprobarían están generando mucha incertidumbre lo que está depreciando fuertemente al tipo de cambio. De persistir estos niveles de desvalorización del peso habría un efecto indirecto sobre la inflación. Recordemos que de los productos terminados manufacturados en el país casi el 80 por ciento de los bienes intermedios provienen del exterior.
Estos dos factores están complicando la política monetaria en el país. Algunos analistas ya sugieren que Banxico no tendría espacio para recortar la tasa este año ante este entorno.
El incremento de las tasas de los bonos soberanos y de otros activos de renta fija anuncian que así sería. Un mundo de altas tasas de interés sería adverso para la economía al detener inversión productiva y frenar el consumo privado.
Asimismo, debido al fuerte incremento en el gasto público este año que duplicó el déficit fiscal habrá una esperada consolidación fiscal (disminución del gasto de gobierno).
Es decir, tendremos una estanflación, presiones inflacionarias con bajo crecimiento en el futuro.
El autor es director general de Soluciones Financieras GAMMA y profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School. Tiene un doctorado en Finanzas y maestría en Economía Financiera, ambas por la Universidad de Essex en el Reino Unido.