La economía mexicana enfrenta un escenario difícil para el cierre del presente año y 2025, marcado por la revisión a la baja de las expectativas de crecimiento. A pesar de los esfuerzos del gobierno para impulsar la actividad económica mediante el gasto público en proyectos emblemáticos, como el Tren Maya y la refinería Dos Bocas, la realidad parece indicar que el país está en una encrucijada. Los factores internos y externos se alinean para limitar el crecimiento, generando incertidumbre sobre lo que podría deparar el futuro inmediato.
Uno de los elementos más preocupantes es la estrecha relación económica con Estados Unidos. Cuando la actividad manufacturera del vecino del norte se desacelera, México lo resiente de inmediato. La reducción en las exportaciones a este mercado ha impactado negativamente en el empleo en el sector manufacturero, uno de los pilares de la economía mexicana. Las plantas automotrices, electrodomésticos y productos electrónicos han visto una disminución en la demanda, lo que se traduce en un freno en la contratación formal.
La política monetaria: Entre la inflación y los recortes de tasas
El Banco de México se enfrenta a decisiones clave para los próximos meses. Aunque se prevé una reducción en las tasas de interés con el fin de reactivar la economía, la inflación sigue siendo un desafío importante. Si bien la inflación ha mostrado señales de desaceleración, sigue afectando el bolsillo de los consumidores, especialmente en productos básicos. Además, el próximo invierno promete aumentar los costos de la energía debido al consumo eléctrico, lo que añade presión sobre las finanzas familiares.
La pregunta es si estos recortes de tasas de interés serán suficientes para impulsar el crecimiento, especialmente cuando la política monetaria ha sido restrictiva durante tanto tiempo. El impacto de la disminución en las tasas podría ser limitado si otros factores, como la desaceleración del comercio exterior y los altos costos energéticos, siguen presentes.
Cambio de gobierno y gasto público: Un proceso lento
El próximo cambio de gobierno es otro factor que añade incertidumbre al panorama económico. Tradicionalmente, las transiciones de poder en México vienen acompañadas de retrasos en el ejercicio del gasto público, y esta vez no parece ser la excepción. Aunque los proyectos insignia del gobierno actual han recibido recursos significativos, el impacto económico no ha sido tan positivo como se esperaba.
La falta de dinamismo en la inversión pública y la posible demora en nuevos programas de gasto podrían frenar aún más el crecimiento en el corto plazo. La combinación de un lento ejercicio del presupuesto con la necesidad de consolidar las finanzas públicas hace que la situación sea compleja, dejando poco margen de maniobra para el próximo gobierno.
Inseguridad y reformas políticas: Un freno para la inversión
A esto se agrega la incertidumbre política y social. La reforma judicial recientemente aprobada ha generado preocupación en diversos sectores, especialmente en lo que respecta a la independencia del Poder Judicial. La percepción de un debilitamiento en el equilibrio de poderes puede desincentivar tanto la inversión nacional como extranjera, afectando directamente sectores como el de infraestructura y construcción, que dependen de la estabilidad política para atraer capital.
La violencia en algunas regiones del país también juega un papel importante en la incertidumbre económica. El incremento de actos violentos en ciertos estados podría frenar el turismo y desalentar la inversión en regiones clave, lo que tendría efectos negativos en el empleo y la actividad económica local.
Factores geopolíticos: Una influencia global
Además, no se puede ignorar el contexto geopolítico global. Las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos y los conflictos internacionales añaden otra capa de incertidumbre al panorama económico mexicano. Un cambio en la administración estadounidense podría modificar las dinámicas comerciales entre ambos países, afectando a sectores como la manufactura y el comercio exterior. Los conflictos bélicos en otras partes del mundo, a su vez, siguen afectando las cadenas de suministro y los precios de los productos básicos, lo que repercute negativamente en México.
Un futuro incierto, pero no sombrío
México enfrenta un panorama económico complicado, donde los factores internos y externos se combinan para crear un entorno desafiante. Sin embargo, no todo está perdido. Aún hay tiempo para que el gobierno, tanto el saliente como el entrante, tomen decisiones clave que impulsen la inversión, reduzcan la incertidumbre y fortalezcan el mercado interno.
La receta para superar este periodo de desaceleración económica no será sencilla, pero como en todo juego de cartas, a veces lo más importante no es la mano que te toca, sino cómo la juegas. México, una vez más, se encuentra ante un reto que requiere visión, estrategia y, sobre todo, un buen manejo de los tiempos. Ahora solo nos queda esperar quién sabrá jugar mejor su mano.